CAPITULO 16: NIGHT II.

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Se hundió en su cuerpo. Totalmente. Diana contrajo la respiración, apenas y lograba dar señales de vida. La estaba penetrando tan intensamente que hasta soltaría lágrimas.

- Ah...- soltó un pequeño suspiro. Obed se separó, para poder mirarla, para poder gozar de ese enorme privilegio. Verla así...excitada, jadeante, transpirando lujuria y gimiendo para él y solo para él. – oh sí... - murmuró ella, ahora cerrando los ojos. Apretó a Obed por la espalda, este volvió a sacar su polla para rozar la lentamente por los labios genitales de la chica. – hazlo de nuevo por favor...

- Sí preciosa... - le respondió él. Y la verdad es que tampoco aguantaría tanto tiempo sin metérsela. Sin sentir ese delicioso apretón. Subió las caderas y volvió a bajarlas para satisfacer a Diana de nuevo.

- ¡Ahh! Sí...joder, sí... - esta vez ella gritó más fuerte. Cerrando los ojos con fuerza. El sintió que veía el paraíso. Que se correría con solo verla en ese estado. Le ponía tanto...más, mucho más de lo que ya estaba.

- ¿Te gusta?

- Sí, me encanta...me encanta...- dijo ella, poseída por sus palabras. Entonces él decidió que la haría gritar más esta vez. Sus brazos se tensaron y volvieron a alzar sus caderas.

- Eres deliciosa. – murmuró.

'Deliciosa...y toda para mí'.

La volvió a embestir con fuerza, mientras ella solo lo apretaba de la espalda con la esperanza de no demostrarle que en realidad le encantaba lo que le estaba dando. Pero fue imposible.

- ¡Sigue! Más...- le ordenó. Él sonrió ligeramente. Una bonita sonrisa que habría hecho que cualquier mujer se mojara en ese instante. El movimiento de caderas se hizo más continuo, ella lo apretaba más fuerte, y él se correría en cualquier momento. Los gemidos de Diana lo enloquecían, cada vez más fuertes, más finos, más excitantes. Hacían que cada movimiento, cada penetración, cada vez que él la bombeaba con tanta fuerza y lujuria...nunca fueran suficiente. Necesitaba más. Llenarla por completo. Hasta que se corriera infinitamente. Y que sobre todo, recordara ese momento para toda su vida.

Una vez más volvió a aplastarla, su pene se encontraba esta vez en todo su interior.

- Obed... - susurró ella. Arqueando la espalda. Él se inclinó para besarle el cuello.

- Di...me... - logró decir él, 

- Esto es increíble. – admitió ella, ahora intentando abrir los ojos y recuperándose un tanto por todas esas maravillosas embestidas.

- Vaya que lo es... - la miró a los ojos. Diana miraba el umbral sigilosamente. Se había quedado callada. Solo su pequeña respiración, ahora ligera, se escuchaba en medio de la noche. Lo habían hecho...habían tenido sexo como tanto había querido él desde el primer día, y como tanto lo había deseado ella desde el primer momento. Los ojos de la chica brillaban, empezaban a hacerse pesados...era cierto, después de un maravilloso polvo...le provocaba dormir. - ¿habías imaginado esto? – le preguntó él, despojándolos del silencio.

- ¿El qué?

- Tener sexo con tu secuestrador...

- Nunca. – le dijo ella. Ahora cerrando los ojos. La había dejado desecha, y ni siquiera habían llegado a la cima, al orgasmo. Sí...también era verdad, después de un buen polvo solo te quedaba dormir...pero parecía que para él...eso no había significado un simple polvo.  

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