CAPITULO 20: ¿TÚ?

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- Tu amigo...

- Espero no te haya asustado, es un cabrón...siempre ha sido así. – Obed abrió una lata de RedBull. Diana no le quitaba los ojos de encima. Había escuchado poco, pero lo necesario como para tener ciertas dudas.

- No me ha asustado.

- Entonces espero no a verte asustado yo.

- ¿Te puedo hacer una pregunta? – sus bonitos ojos brillaron de repente. él la miró... que bien se sentía perderse en su mirada.

- ¿Qué?

- ¿Qué más harás conmigo? – le preguntó. Y en realidad era la pregunta que se había estado haciendo desde que había llegado ahí.

Obed arrugó la lata, tirándola al pequeño basurero de la cocina. Y es que... ni él mismo lo sabía.

- Te tendré aquí por un par de días más. – le dijo sin mirarla. No quería que ningún sentimiento estúpido se pasara por él en ese momento.

- ¿Para qué? – le volvió a preguntar ella. Esta vez necesitaba saber más información, se puso de pie. - ¿vas a matarme, es eso?

- No digas tonterías.

- Dime la verdad... lo he escuchado de tu amigo...

- Te lo dije, es un cabrón. – él intentó irse, ahora fue ella quién lo tomó de una mano antes de que él pudiera desaparecer.

- Dime. – le pidió. él solo bajó la mirada, la tibia piel de Diana rozaba con la suya tan exquisitamente, le gustaba, le parecía tan sublime. Volvió a mirarla.

- Te he dicho que no... - susurró él. Ahora ligeramente tímido. Oh mierda. Odiaba con el alma sentirse de esa forma. Como si le costara hablar con ella.

- ¿Puedo saber por qué? -volvió a preguntar. Y quizá esa era la pregunta más absurda que los oídos de Obed habían escuchado. Su propia víctima preguntándole por que no la asesinaba.

- Que te de igual saberlo ¿vale? No te interesa Diana. Es problema mío. –él la soltó de las manos, intentando irse de nuevo.

- Pero quiero saberlo... - ella volvió a jalar lo, esta vez del brazo. Y a pesar de que él tenía la fuerza suficiente como para soltarse, no lo hizo. Sus fuerzas habían desaparecido en ese entonces.

- No quiero ir a la cárcel. No quiero problemas, solo quiero el dinero y te dejaré libre...

- ¿Solo por eso? - lo miró deseosa. Quería escuchar más. Tal vez un...'no te haría daño' algo que le diera una pista, ¿una pista para qué? Ya ni siquiera ella misma sabía lo que quería.

- Sí Diana. – le respondió él. Y no diría más. – no quiero ni un jodido problema más en mi puñetera vida. Ya son bastantes los que tengo.

- Perdón...

Obed se soltó esta vez, ella lo dejó ir.

- Y pronto yo también dejaré de ser un problema para ti... - le dijo él. Como siempre. Sintiéndose la mierda más repugnante del mundo. La persona más cruel. El problema más grande. Él y siempre él. Sin pensar que tal vez para Diana... y solo para ella, él nunca había sido un problema. - pronto te dejaré libre.

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