CAPITULO 9: ME GUSTAS.

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Y ni siquiera fue necesario pedírselo mucho para que lo hiciera. Posicionó sus labios sobre los de ella, suavemente, un pequeño roce tan delicioso y placentero que lo dejó con ganas de más. Delicadamente empezó a mover los sobre los de ella, abriéndolos, dándole paso a un beso grande, donde pudo deleitarse con el exquisito sabor de su lengua. 'Bésame'... recordó en su cabeza. Y cuanto le había gustado escucharlo viniendo de los pequeños labios de Diana, que justo en este momento besaba. Le apretó las caderas, ella cayó sobre su pecho, subiendo sobre su cuerpo, tal vez no recordaría nada de esto en unas horas... pero quedaría en sus labios el sabor de lo que en ese mismo momento hacía.

- Me gustas... - le susurró ella, aún entre besos. Obed separó sus labios por un segundo. Una pequeña sonrisa se había instalado en sus labios, algo inusual, pues casi nunca nadie lo veía sonreír.

- No podría gustarte, nena.

- ¿Por qué no?

- No me conoces...  

- Ya se tu nombre... - Obed la apretó contra su cuerpo, para que su rostro volviera a unirse con el suyo, junto con sus labios.

- Me refiero a lo demás.

- ¿Yo no te gusto?

- No dije eso...

- Pero entonces ¿te gusto? – volvió a preguntarle ella. Ahora con una sonrisa al observar lo tenso que lo había puesto de nuevo.

- Estás ebria guapa... si te lo digo no lo recordarás luego.

- Te conviene entonces.  

- ¿Qué quieres que te diga? – le acarició las caderas por debajo de su blusa de seda. Cruzando la curva que había partiendo de su culo hasta su espalda.

- Que te gusto... - la piel se le erizó al decir esas palabras. No entendía por qué, si ni siquiera entendía muy bien en su subconsciente lo que en verdad le decía.

- Sabes que sí...

- ¡Te gusto!

- No, en realidad me gusta hacer esto... - la volvió apretar contra él. Diana soltó un pequeño gemido al sentir el miembro de Obed bajo su cuerpo. Grande. Grandísimo. Haría que en cualquier momento se mojara. – y se que también disfrutas que lo haga.  

- Sí... - admitió. No había nada que la hiciera más sincera que los efectos del alcohol. – pero yo me refería a algo más... a que si te gusto...de verdad... - ambos se miraron. Tal vez ninguno tenía noción de lo que en verdad pasaba. Ese bonito e interminable momento que empezaba a confundir a Obed como nunca en su vida.

- Sí. – le dijo comiéndosela con la mirada. –me gustas. - no supo por qué, ni como es que en ese momento se inclinó de nuevo para besarle los labios una vez más. Diana se estremeció por completo, no quería decírlo...pero en verdad había sido uno de los mejores besos de su vida. - me gustas mucho

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