03
Me miré al espejo por quinta vez y después de casi dos semanas, sonreí. Aquella rubia grosera me había hecho sentir mal con solo unas palabras pero, después de dos semanas todo volvía a la normalidad, no podía permitir que tales comentarios me afectaran. Dejo de mirarme al espejo con una sonrisa y acompaño a mi madre a saludar a los nuevos vecinos.
Toqué el timbre y nos recibieron un hombre y una mujer, mi madre comenzó a entablar una conversación bastante animada con ellos, mientras yo me fijaba en una figura casi perfecta que se dirigía hacia la puerta por el pasillo de la casa. Cuando se colocó detrás de mis vecinos la reconocí perfectamente, con sus sonrisa y sus labios granates, vocalizando, muda, palabras hirientes: "¿Te comiste mis galletas de bienvenida?" Sin mirar a mi madre ni temer su enfado, me doy media vuelta y me voy, lento, para que piense que no me hacen daño sus palabras. Es solo cuando llego a mi casa cuando corro escaleras arriba y me encierro en el pequeño baño, con miedo miro la pequeña báscula que se encuentra en una esquina.
90 kilogramos. 18 años.
Me vi en el espejo del baño, desnuda: no me repugnaba a mi misma, ni siquiera me desagradaba extremadamente. No era perfecta, pero no había nada de malo en eso, ¿no?
"No voy a hacer locuras para sentirme mejor" —Me dije, intentando convencerme de que estaba a gusto con lo que era.
Cuando entro a mi cuarto la veo, su cabeza colgando a los pies de la cama, su pelo rubio rozando la moqueta y su sonrisa más brillante que nunca. No sé por qué no me asusto, ni por qué cierro la puerta tras de mí.
– Hola caracola
– ¿Que coño haces tú aquí? —Le digo, furiosa, dispuesta a sacarla por los pelos de mi propiedad.
– Soy Acacia y lo malo de vivir en una casa colonial de dos pisos y típico árbol junto a una ventana es que los desconocidos pueden entrar por ella escalando —Hace un mohín y pone su cabeza sobre la almohada— Aunque, pensándolo bien tú no podrías, ¿me equivoco?
– ¿Por qué no podría escalar un árbol?
– Por tú peso, ya sabes. Yo de ser tú no querría partir un árbol.
La miro, con los ojos llorosos de la rabia y me siento a su lado, cansada.
– ¿Qué quieres de mi, Acacia?
– Ayudarte a adelgazar ¿o no lo ves? —Ríe— A ti se te ve hasta a diez kilómetros de distancia.
nota de la autora
hola, sólo quería recordar que todos los cuerpos son válidos, y todos los pesos, siempre y cuando estemos sanos. puedes tener un cuerpo perfecto y tener colesterol y ser un problema para ti. puedes tener un cuerpo "fuera de lo normativo" y estar en perfectas condiciones de salud. el peso no significa nada.
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faith » lesbian
Short Story- Venga Faith, vomita todo lo que has comido hoy. - Acacia, mi madre dice que esto está mal. - Venga cariño, lo que está mal es tu peso.