10
Miro al techo de mi cuarto el cual está lleno de estrellas de papel que brillan en la oscuridad, todavía recuerdo cuando las pegué junto a mi padre en navidades. Estoy tumbada en mi cama, rodeada de envoltorios de millones de chocolatinas y alguna que otra caja de pizza. Ahora estoy llorando, no puedo parar de hacerlo: había dejado aquellas pastillas a escondidas por Acacia y por mi, por ser guapa y ahora lo echaba todo por la borda por culpa de un atracón. Me siento despreciable, había comido un poco de chocolate hacía una hora porque hacía mucho que no me permitía un gusto así, pero al sentir como se derretía en mi lengua no pude parar, cogí millones de chocolatinas e incluso me pedí una pizza. Me voy a poner como una foca. Me odio. Todo lo que Acacia había hecho por mí se iría a la mierda, todo mi esfuerzo por la borda.
– Gorda, fea, no sirves para nada, come que es lo único que sabes hacer... —Aquellas voces venían de todos lados, diciendo la verdad que se clavaba en mí como puñales.
Corro hacia el baño, con aquella gente siguiéndome, repitiendo todo lo que soy. Con suerte Acacia no se dará cuenta de mi fallo, con suerte podría... Con suerte podría ser guapa. Al llegar al baño me tiro al lado del retrete sin importar mis rodillas y comienzo a vomitar, es un proceso asqueroso pero necesario, tras varios minutos noto una mano acariciando mi espalda. Es una mano huesuda y larga, extrañamente fría.
– ¿Acacia? —Tengo lágrimas en mis ojos y los nudillos rojos— Por favor no me hagas nada, yo no quer...
– Shshshhs, es normal Faith. Sigue con lo que estas haciendo antes de que venga tu madre.
La mención de mi madre hace un click en mi cerebro y me doy cuenta de lo que estoy haciendo, ¿por qué estoy vomitando? ¿por qué no estoy a gusto con lo que soy? ¿es por Acacia? Me aparto del retrete como si quemara y la miro, está mucho más delgada y tiene ojeras, se ve tan guapa y a la vez tan destruida. Es una flor llena de veneno, una flor con un olor dulce pero un aspecto marchito, siento la adoración correr por mis venas al mirarlas
– Venga Faith, vomita todo lo que has comido hoy. Vomita ese chocolate, foquita.
– Acacia, mi madre dice que esto está mal. Esto está muy mal.
– Venga cariño, lo que está mal es tu peso.
– Llama a Britt, por favor, necesito a Britt. Quiero parar, parar, parar. Britt. La necesito. Britt ven, Britt por favor.
La cara de Acacia se descompone y veo como aprieta los puños tan fuerte que veo correr un poco de sangre. Su rostro se torna a amargo y sus venas se hinchan.
– ¡No necesitas a la zorra de Brittany, me tienes a mí!
Acacia tira de la cisterna y coge mi mano para arrastrarme a la habitación, farfulla millones de cosas mientras me tira a la cama y se pone encima mía, siento como nuestros huesos chocan y Acacia llena mi cuerpo de besos ásperos. Disfruto cada caricia y beso. Oigo y veo millones de rostros disipándose mientras Acacia susurra que solo la necesito a ella. Poco a poco ella me va desnudando, veo mis huesos marcados con adoración, falta tan poco para la perfección... Una vez en ropa interior ella me lleva en frente del espejo, antes de despedirse de mí e irse por la ventana: cuando me deja sola puedo mirar bien el espejo y es ahí dónde comienzo a gritar.
– ¿Quién eres tu? ¿Qué haces en mi habitación? —La chica del espejo abre los ojos más de lo debido— ¡Responde!
– Por dios, mira que fea es. Fijate en sus huesos, qué asquerosidad... Ríete de ella Faith. Hazlo. —Me grita el jurado de voces que me acompaña últimamente.
La observo bien, tiene millones de pecas por su nariz y los huesos de las mejillas le sobresalen, veo millones de estrías y huesos, no cabe duda de que fue alguien guapa antes de consumirse. Aún así comienzo a gritarle, le digo huesuda y millones de insultos porque el jurado de voces dice que lo haga y porque simplemente su presencia me hace sentir incómoda: le doy golpes al cristal y paso lo que parecen horas golpeándolo. Se torna a horas la desesperación de verla ahí.
– ¡Santo cielo! ¿¡Qué ha pasado aquí!? ¿Estás bien? —Brittany entra en mi habitación y se arrodilla en el suelo, a mí lado— ¡Faith esto está lleno de sangre!
– Dile que se marche, dile que se marche, dile que se marche —Me llevo las manos a los oídos para intentar de callar a el jurado de voces y comienzo a llorar— ¡Dile a la chica del espejo que se marche, por favor Brittany!
Britt me coge de la cara con la suavidad propia de ella y veo como está a punto de llorar, su mano acaricia la linea de mi mandíbula y suelta algunas lágrimas.
– Faith, cariño, la chica del espejo eres tú.
nota de autora
omgomgomg comenten por dios, háganme el día.
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faith » lesbian
Short Story- Venga Faith, vomita todo lo que has comido hoy. - Acacia, mi madre dice que esto está mal. - Venga cariño, lo que está mal es tu peso.