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Tengo mis manos sobre los oídos, estoy intentando callar el jurado de voces que no paran de decirme que debo vomitar, no quiero hacerlo: desearía gritar, pero dos manos verdes me sujetan el cuello impidiendo mi respiración. Hay millones de abejas en la habitación y me duele el pecho, necesito correr. Necesito a Britt. Mi Britt. Cada vez que pienso en ella la voz de Acacia resalta sobre todas las demás, gritando. Estoy intentando apartar las manos que sujetan mi cuello cuando ella aparece, las manos se desvanecen junto con las abejas pero a pesar de todo tengo millones de picadas de ellas por el cuerpo.

– Estás preciosa. —Susurro mientras caigo de rodillas a sus pies, disfrutando de la repentina tranquilidad que trae Acacia con su presencia.

Veo como sus pómulos están resaltados, como si de una joven Angelina Jolie se tratara, sus muslos no chocan entre si y puedo ver un par de sus costillas debajo de la blusa que lleva. Nunca me había quedado tan embobada con un cuerpo y ahora siento unas ganas inmensas de mirarme al espejo para ver si he conseguido ser como ella, pero no hay espejos en casa. Ya no. Acacia se agacha a mi lado y me abraza.

Tú lo estarás, mi pequeña ballena. Pero hoy no, tu madre empezará a sospechar si ve tus nudillos así de rojos. —Me sonríe y acaricia los mencionados.

De pronto, la cara de Acacia se transforma a una de terror y es ahí cuando lo escucho: millones de voces, millones de garras extendiéndose por mi cabeza. Hay muchos gritos. Demasiados.

– ¡Vomita! ¡Muere!

– ¡Tira las pastillas! ¡Dile a Brittany lo inservible que es!

– ¡Gorda! ¡Asquerosa!

– ¡No! ¡ No quiero! ¡Haz que pare! ¡Acacia por favor! ¡Por favor! —Grito, arañándole las piernas— ¡Haz algo maldita sea!

No sé qué hacer, por favor Faith, levántate. —Acacia está llorando, mientras me levanta del suelo. Ella también las escucha, me lo confesó hace mucho tiempo.

– ¡Llama a Britt! ¡Llama, llama, llámala! ¡Por favor!

El siguiente gesto de Acacia es darme una bofetada, luego, todas las estanterías de mi cuarto se caen y me pregunto dónde está mi madre. Necesito algo, necesito que el jurado de voces se calle. Necesito que Acacia se calme. Necesito el abrazo de mi Britt o las pastillas de mi madre.

¡Brittany es una zorra que te quiere hacer daño! —Grita y el jurado de voces empieza a gritar aún más fuerte.

¡Brittany quiere tu dolor! ¡Brittany es mejor! ¡Le das asco! ¡Zorra, eso es lo que es!

– ¡Acacia, por favor, páralas!

Acacia se acerca violentamente hacia mi y me besa, me besa con furia: mordiéndome y haciéndome sangre en el acto, pero no hay dolor, lo único que hay es silencio. Ella ha callado al jurado de voces y siento sus labios y sus manos como una cura a todos mis males. Es tan ruda que no siento amor, no siento nada a parte de la tranquilidad, sus uñas aruñan mi cuerpo y sus labios provocan mordidas dolorosas. Aún así, en el momento en el que nuestros sexos se unen estoy jadeando y aruñando su espalda.

– Hazme llegar al cielo, Acacia.

Solo si haces que la zorra de Brittany desaparezca.

* * *

– Es como si diez mil bichos recorrieran tu cabeza, desgarrándote por dentro y comiéndose todo lo que habita en ella. —Le digo a Brittany, la cual se encuentra con un vaso de agua y un par de pastillas en las manos.

– ¿Estás segura de estar tomando tus pastillas, Faith?

– Completamente segura, Britt. —Digo, porque es lo que el jurado de voces quiere que diga— ¿Eres mi madre ahora?

– Calla boba, es realmente importante que las tomes, ¿lo sabes?

– No entiendo por qué, no estoy enferma. —Miro fijamente a la pared, donde se aparece la cara de Acacia llorando y diciéndome que no las tome: por una vez no la hago caso y miro a Brittany.

Brittany es como el Sol y no puedo evitar compararla con Acacia —con la oscuridad que trae a su paso— Britt me da tanto amor y me cuida tanto... Es preciosa, con sus caderas anchas, sus muslos y sus labios rellenos. Nada que ver con Acacia. Pienso en lo bonita que es la sonrisa de Brittany y en que daría lo que fuera por siempre verla con sus mejillas sonrojadas y sus ojos llorando de la risa, por eso dejo de pensar en el jurado de voces, en Acacia, en todo y decido tomármelas. Cuando acepto, mi amiga dice que me pasé diez minutos mirando a la nada y que me veía como un dibujo animado, se ríe al hacerlo y siento que es lo mejor que me ha pasado antes del sexo con Acacia. Acacia, Acacia, Acacia, tenerla dentro de mi cabeza tanto se vuelve desesperante. La pastilla me relaja tras unos minutos y me hace sentir en una bruma de felicidad, también me aturde un poco, pero todos dicen que es normal. Hace que olvide a Acacia y que el jurado calle pero también me hacen más gorda —según Acacia— y me hacen sentir fumada.

– Veamos una serie, Britt.

Ella se recuesta en mi pecho y pone el portátil en la mesa de noche tras haber elegido una serie americana llena de chistes y clichés, poco a poco noto como el sueño crece en mí y cuando mis ojos se están entrecerrando susurro lo que llevo pensando desde que me tomé las pastillas.

– ¿Alguna vez te he dicho que eres preciosa?

– No, nunca.

– Pues lo eres.

– Tu también eres preciosa, Faith.

–  Mentir es malo, recuérdalo Brittany.

* * *

– Ha tenido otro brote, la semana pasada: me ha dicho que todas las estanterías cayeron al suelo. Probablemente las tiró.—Escucho en susurros muy lejanos como Britt habla con alguien— Fue el... ¿el martes? Sí, estoy segura de que fue el martes.

– Oh mi pequeña Faith —Lloriquea la que parece ser mi madre— Britt, el martes cuando entré en su habitación tenía las piernas aruñadas, las manos en sus oídos y estaba en ropa interior en la cama... ¿Y si necesita otra medicación? ¿Y si...?

– Es Acacia, no la deja tomar.

Lo siguiente que veo u escucho es a Acacia, gritando que la quiere muerta.

faith » lesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora