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Gorda. Fea. Estúpida.

Así es como me siento por culpa de Acacia. Como me siento cuando bajo a la cocina y cojo cualquier cosa para comer, o cuando me miro al espejo. Así me siento ahora, mientras veo mi reflejo con un vestido que me queda horrible. Mis ojos están llorosos y aún así, me lo pongo, porque mi madre me ha repetido millones de veces que estoy preciosa y que Chad no podrá decir que no a mi invitación para ir al baile de primavera. Una vez vestida, desayunada y mentalmente preparada voy a la parada del autobús y espero.

"No estás gorda Faith, estás bien. Acacia es una gilipollas que quiere hacerte sentir inferior con su pelo largo y su cuerpo de modelo. Tan solo olvídalo."

Llevo repitiéndome esto todo el camino y ahora que me encuentro en frente de Chad y su grupo de amigos siento que no puedo hacer nada, no soy lo suficiente. No para él. Por el rabillo del ojo veo cómo Acacia se acerca a uno de los amigos de Chad y le dice algo al oído, los dos ríen y se van. Pero antes de irse ella gira la cabeza y me guiña el ojo, como si supiera lo que estoy a punto de hacer. Piensa que no tengo la fuerza para hacerlo.

Rápidamente y furiosa por Acacia me dirijo a Chad, a su lado está Brittany, que ha sido la única que se ha dado cuenta de que estoy aquí, tan guapa que me hace sentir aún más insignificante.

– Ehh... hola Chad —Suspiro y limpio el sudor de mis manos en la falda del vestido— Soy Faith, estamos juntos en química con el Señor Wong y bueno me preguntaba si por casualidad querrías venir conmigo al baile de primavera.

Todos comienzan a reír, menos Brittany, la cual me mira con pena.

– Iría, solo si fueses otra persona. No me malinterpretes, ya sabes, hay gente que simplemente no da la talla para algunas cosas. —Chad intenta aguantar la risa—Pero oye, tienes ovarios como para acercarte a mí y pedírmelo.

Todos empiezan a reírse de mi y tengo ganas de llorar. De hacerme pequeñita y desaparecer. Me siento totalmente humillada, al final, Acacia tenía razón.

– Yo... —Comienzo, pero él me interrumpe.

– Fuera ya de aquí, no intentes dar lástima.

Al final las lágrimas se desatan, empiezo a llorar como una niña pequeña y corro por los pasillos. Corro como nunca y al llegar a los baños en un acto impulsivo, al verla, me tiro a sus brazos. Los brazos de Acacia son fríos, pero extrañamente reconfortantes, ella ríe un poco mientras me acaricia el pelo y con voz dulce me dice:

– Ay mi Faith, cariño, te lo dije. ¿Quieres que te ayude? Estarás como una princesa después de haber seguido mi consejo.

– Haré lo que sea Acacia.

Ese día me lo pasé en sus brazos, llorando entre sus caricias.

faith » lesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora