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epílogo

epílogo

Acacia no es real. Tengo esquizofrenia y bulimia. El jurado de voces está solo en mi cabeza. Acacia no es real, pero he conseguido escupir las pastillas y se que la veré. Tarda más de lo que pensé en llegar, pero cuando lo hace siento como mi corazón se para. Estoy sentada en la azotea del sanatorio y llega tan guapa como siempre.

– Brittany me lo contó todo, ¿por qué nunca me lo dijiste?

– Te lo dije, solo no supiste escuchar.

Estamos mirando al horizonte. Nuestras manos están entrelazadas. Por un momento somos pequeñas de nuevo. Ella está rapada, con las cuencas de los ojos pronunciadas y ojeras. Enferma. Moribunda. Tal y como estoy yo por su culpa.

– No eres real.

– No, no lo soy. Pero lo fui.

– Te amo, Acacia.

– Te amo, Faith.

Nos besamos, seguramente estaba besando al aire, pero se sentía real. Ahora estaba ahí, conmigo, nuestras manos entrelazadas. La miro y sé que no hace falta hablar para que sepa lo que quiero decir, al fin y al cabo está en mi cabeza. Caminamos juntas hasta el borde de la azotea, nos ponemos de pie en él.

– ¿Duele morir, Acacia?

– Oh, claro que no. Es como quedarse dormido. Es la única forma de que no nos separen.

Nos miramos. Estamos a punto de saltar. Me imagino saltando. Mis dedos ya no tocarían el muro, pronto estarían en el suelo. Con los ojos cerrados, pero intentando que se colara algún rastro de esperanza en ellos.

– Uno...

Es como volar, todo se sentiría bien en medio de la nada. Todo estaría bien. Si no estuviera a punto de morir contra el suelo. ¿Que podría detenerme, una vez hubiera dado el salto?

– Dos...

Probablemente me arrepentiría, aunque la mano de Acacia siguiera en contacto con la mía. Pero ya estaría. No podría detenerme. Vería a los enfermeros desde arriba, a Brittany llorando. Si tan solo supiera lo que pasaría. ¿Saltaría?

– Tres.

Acacia salta, pero logro apartar mi mano de la suya. No quiero hacerlo. No es mi momento. Me mira mientras cae, la traición en su cara, no puedo parar de llorar. Le pido disculpas. Le digo que la quiero, pero que necesito dejarla ir. Veo como sonríe y por fin sé que esto es un adiós. Acacia podrá descansar en paz y yo podré ser feliz.