1- Responsabilidades

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Narrador Omnisciente

Han pasado nueve meses después de la derrota de los villanos que intentaron invadir las tierras de Arendelle, DunBroch, Berk y Corona. Afortunadamente no lo lograron gracias a los siete aliados, quienes volvieron a sus respectivas tierras aún mantiendo contacto como grandes amigos.

Era un día tranquilo en la Isla de Berk y todos los vikingos continuaban con sus labores, como siempre, y luego de que Hipo terminara sus pendientes en el gran salón junto con otros vikingos, decidió ir al taller a visitar a su madre y a Bocón.

—¡Hola mamá! Ya estoy de vuelta— añadió Hipo al entrar-.

—Hola hijo, ¿cómo te fue con los pendientes?— le preguntó Valka, mientras seguía trabajando-.

—Pues digamos que bien, aunque estoy un poco agotado luego de intentar resolver un conflicto con otros vikingos. Nada importante— respondió-.

—Que bueno que quiera resolver los conflictos, muchacho, porque la dragona de tu esposa estuvo escabulléndose ayer por la tarde— reclamó Bocón-.

Valka rodó los ojos por lo que dijo.

—¡Es cierto! Lo vi con mis propios ojos— añadió él-.

—Mejor ya deja de reclamar y ponte a trabajar. Tenemos mucho que hacer en el taller— le dijo Valka-.

—¿No quieren que les ayude en algo, mamá? Ahora que tengo tiempo— preguntó Hipo-.

—No te preocupes hijo, Bocón se encargará de eso, ¿verdad?— contestó mirándolo-.

Bocón rodó los ojos luego de suspirar, hasta que pudieron escuchar y ver a un Mortífero Nadder aterrizando en la entrada junto con su jinete. Eran Astrid y Tormenta. Entonces ella, después de bajar de Tormenta, se acercó a donde estaban Hipo y los demás.

—Buenas tardes, Mi Lady— dijo Hipo sonriendo y le dio un corto beso en los labios-.

—Por fín te encuentro, Jefe— le respondió Astrid devolviéndole la sonrisa-.

—Ah, y hablando de Odín. Tengo una queja sobre tu Mortífera Nadder. Estuvo robándose las reservas que tenía para Albóndiga toda la noche— dijo Bocón-.

—Creo que es bueno compartir las reservas con otros dragones, ¿no es así?— le contestó ella-.

—Ojalá esto no vuelva a ocurrir, e Hipo está de testigo— agregó-.

—Vámonos Bocón, hay que dejar que ellos dos hablen— interrumpió Valka, llevándolo al otro lado del taller-.

Hipo negó con la cabeza ante la mirada de Bocón, que le causaba gracia al mismo tiempo.

—Bueno, creo que él nunca va a cambiar— añadió él-.

—Escucha Hipo, tengo que hablar contigo sobre algo importante— le dijo Astrid-.

—Claro, te escucho— contestó trabajando en un material-.

—Mira, es sobre Chimuelo. Es que... Desde que te convertiste en Jefe de la Isla y luego de lo que pasó con los villanos ya no has tenido tiempo de ir a volar con él y estoy preocupada porque lo veo muy desanimado— le contó-.

—Astrid— interrumpió y dirigió su mirada a ella— Él debe entender que he estado muy ocupado últimamente y que por eso no he tenido tiempo suficiente para pasar tiempo con él, apenas puedo ir a verte y a mi madre-.

—Lo sé Hipo, lo entiendo. Sé que el ser Jefe es muy complicado y que tienes muchos asuntos qué atender, pero por lo menos intenta demostrarle que aún le importas— contestó Astrid-.

—Y tú misma lo has dicho, ser Jefe es muy complicado, también es una gran responsabilidad, por eso no puedo dejar de nada salga mal y prefiero hacerlo yo mismo— concordó-.

—Ese es el problema Hipo. Que no quieres ayuda y siempre te lo hemos dicho. Tu madre, Bocón, Patán, incluso yo podemos ayudarte sin ningún problema. No siempre tendrás que dedicarte a la Isla toda tu vida-.

Hipo se quedó callado por lo que le dijo.

—Chimuelo se ha sentido muy aislado desde hace ocho meses y es como si hubiera perdido la atención de su dueño... Su mejor amigo... Con quien pasaba aventuras extraordinarias y descubrían nuevos territorios sin importar de qué tan peligroso era— continuó ella-.

Él escuchó a Astrid y supo que tenía razón. Con el tiempo, todos esos recuerdos se desvanecían mientras que Chimuelo se sentía solo, sin la presencia de su jinete y mejor amigo.

—Vamos, ve a pasar tiempo con él esta tarde. Patán, los demás y yo nos encargaremos de tus asuntos pendientes— le sonrió Astrid-.

Hipo suspiró ante el comentario de Astrid, hasta que asintió.

—Tienes razón... Desde que me convirtieron en el Jefe de Berk, empezé a tener mis responsabilidades, que acabé olvidándome de las de antes—
concordó— Pasaré la tarde con él-.

—Ese es mi esposo— dijo contenta-.

Hipo sonrió.

—Si alguien pregunta por mí, diles que estaré ocupado todo el día— añadió-.

—Yo me encargaré, ahora ve— respondió-.

—Eres la mejor. Te amo hermosa—
dijo él para después darle un beso en los labios-.

Al separarse, Hipo fue a su casa para buscar a Chimuelo y así poder pasar el tiempo con él. Astrid le sonrió mientras lo miraba alejarse, estaba feliz de que pudiera preocuparse de su mejor amigo.

Dos Almas de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora