2- Nuevo Territorio

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Después de la conversación, Hipo fue de inmediato a su casa en busca de Chimuelo para poder razonar con él. Al llegar, lo encuentra afuera acostado en el suelo con una mirada desanimada.

—¡Chimuelo!– exclamó Hipo-.

Éste levantó la mirada al escuchar la voz de su dueño, mientras ve cómo se acercaba cada vez más a él.

—Hola amigo, que bueno que te encuentro– añadió– Escucha... Sé que has estado desanimado en estos últimos días pero he estado muy ocupado por mis responsabilidades que me olvidé de otras-.

Chimuelo hizo una cara de tristeza antes de que Hipo pudiera terminar, hasta que se inclinó en frente de él.

—Pero te prometo que eso va a cambiar, así que he decidido pasar toda la tarde conmigo, ¿qué dices?– dijo él-.

Éste lo miró a los ojos, hasta que inesperadamente empezó a lamerlo como un sí de respuesta.

—¡Chimuelo... Ya basta amigo, sabes que eso no se quita!– decía Hipo riendo-.

Después, se levantaron los dos e Hipo lo montó, preparándose para volar con él.

—¿Estás listo amigo?– le preguntó-.

Éste asintió y alzó el vuelo de forma rápida. Y así fue la media hora, ambos continuaban con sus prácticas de vuelo y se la pasaban bien. A Chimuelo se le notaba una gran alegría de poder pasar momentos increíbles con su mejor amigo.

Después de practicar, siguieron volando por los aires, disfrutando de la tranquilidad que había. Era la única forma en la que Hipo no se sentía presionado por los deberes como Jefe.

—Bueno amigo, nos la pasamos increíble, ¿no lo crees?– dijo acariciándolo-.

Éste gruñió de felicidad y él rió, cuando de repente en el camino pudieron ver varias piedras y una de ellas estaba en frente de ambos.

—¡Ah!– dijo Hipo al reaccionar-.

Justo a tiempo, pudieron evitar chocar contra esas piedras y cada vez más se aparecían en su camino. El cielo se veía gris y había mucha niebla.

—¿Pero qué...?– añadió Hipo-.

Siguieron volando por ese camino y al llegar, pudieron ver algo inesperado. Era un territorio muy grande y de suelos grises, como piedras. De ahí provenían esas nubes y las rocas. Chimuelo aterrizó en ese lugar extraño, la cual Hipo bajó de él.

—Wow, mira este lugar— dijo el pelicastaño-.

Decidieron caminar en aquel territorio, pero minutos después ellos seguían sin encontrar rastro de alguien.

—Al parecer este lugar está aislado... Será mejor que nos vayamos amigo— agregó acariciando a Chimuelo-.

—¡DÉJENME EN PAZ!— dijo una voz femenina desde lejos-.

Aquella voz fue lo que llamó la atención de ambos al instante.

—Vamos Chimuelo— corrió Hipo en busca de aquella persona que habló-.

El Furia Nocturna le siguió el paso y cada vez más se escuchaban algunas voces. Poco después llegaron a un muro de piedra y se escondieron allí, hasta que Hipo observó desde el otro lado y vio que se trataba de una jinete con su dragón, rodeada de varios vikingos de otra Isla.

Pero eso no fue lo que sorprendió demasiado a Hipo y Chimuelo, sino en realidad la especie del dragón de la jinete.

—¡¿Un Furia Nocturna?!— susurró el pelicastaño-.

—Ya te tenemos encerrada mocosa, ahora entréganos a tu Furia Nocturna— amenazó uno de los enemigos-.

—Sobre mi cadáver, ustedes son unos imbéciles que simplemente desperdician sus vidas raptando dragones y al final no ganarán nada— contestó la jinete, quien tenía vestimentas negras y azules, junto con una capa que cubría la mitad de su rostro-.

—Puede que tengas razón, pero la recompensa que nos dará Asborn al encontrar al último Furia Nocturna valdrá la pena— dijo otro de los enemigos-.

—¡Y no dejaremos que una simple jinete como tú impida nuestra recompensa!— continuó un enemigo-.

Dicho eso, los enemigos corrieron hacia la jinete y ella sacó su espada, con la que decidió enfrentarse a los enemigos. Por cada golpe que ellos intentaban darle, ésta podía esquivarlos con facilidad y devolverles el golpe.

Pero un golpe impactó en la nuca de la jinete por culpa de un enemigo, causando que ella cayera al suelo herida.

—No— susurró Hipo-.

—¡Ves! Sólo eres una simple jinete que puede ser vencida con facilidad— se burló-.

Hipo no soportaba ver la situación que la jinete y el Furia Nocturna pasaban, así que decidió hacer algo al respecto.

—¡Chimuelo! Tenemos que ayudarla pronto— le susurró-.

Dicho eso, se alejaron de la roca, llevando a cabo un plan para salvarla. Mientras tanto, los enemigos raptaron al Furia Nocturna con sus cadenas y la jinete intentó levantarse, pero uno de ellos la alzó tomándola del cuello.

—Mira mocosa, espero que no te encontremos pronto, porque si intentas recuperar a tu dragona, será el último viaje que tú harás, ¿entendiste?— le amenazó-.

La jinete no podía hablar debido a que se asfixiaba, pero de pronto un ruido se escuchó desde el cielo.

Dos Almas de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora