11- Desaparición de Alodia

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Poco después, Derek decidió ir a buscar a Alodia y al encontrarla en su casa, pudo ver que ella guardaba su arma y se alistaba.

—Alodia, ¿qué haces? ¿A dónde vas?— preguntó Derek confundido-.

—Lo siento Derek, tengo que irme. No puedo seguir aquí— respondió ella cubriendo su rostro con la capa y se dirigió rápidamente a la salida, pero fue sostenida por él-.

—Oye oye, sé que no te irías por ninguna razón, tienes que decirme qué ocurre— añadió el pelinegro-.

Ella suspiró y fue soltada del agarre.

—Es Asborn... La batalla no ha terminado Derek... Él... Me envió una carta... Amenazó con matar a los que amaba si no me enfrento a él— confesó con lágrimas en los ojos-.

Derek quedó paralizado y luego de quedar pensativo, tomó sus objetos.

—Debo ir contigo— dijo colocando su espada sobre su soporte, pero fue detenido por ella-.

—¡No! Derek, no lo harás. Tengo que ir SOLA— interrumpió-.

—Si Asborn te pidió que lo hicieras, te matará y lo sabes. Él es muy peligroso— contradijo-.

—¡Es por eso que debo hacerlo! Para protegerlos, una persona siempre debe hacer lo que sea para proteger a los que ama... Derek... Aprecio mucho que te preocupes por mí, pero te pido que no le digas nada a nadie, ni mucho menos a Hipo y a mi madre— respondió la pelicastaña-.

Éste no supo qué decir y aunque fuera doloroso para él que se fuera, accedió.

—Porfavor ten cuidado Alodia... No quiero perderte— dijo Derek-.

—No lo harás... Tú me conoces— respondió decidida-.

Dicho eso, ella se retiró, dejando a Derek inmóvil y entristecido. Mientras tanto, Alodia corrió a buscar a Veldrath y la encontró en uno de los establos con una venda en su pata, pues ella logró curarla.

—Hola linda, tenemos que ir a un lugar pronto, ¿tienes fuerzas como para llevarme?— preguntó en un susurro para que nadie la escuchara-.

La Furia Nocturna asintió y se levantó, para después su jinete montara en ella y volaran con rapidez lejos de la Isla. Sin embargo, ellas no notaron que alguien más las observaba. Era Chimuelo. [...]

Al día siguiente en la Isla de Berk, las cosas parecieron volver a la normalidad luego de la visita de Asborn. Hipo quedó extrañado al no ver a Alodia en su casa y creyó que ésta había ido a hacer algo.

Luego de despertar, bajó las escaleras esperando encontrarse con ella, pero en realidad estaba su madre en la cocina.

—¿Mamá?— dijo Hipo luego de estirarse y ella volteó a verlo-.

—Oh, buenos días hijo— le contestó con la misma sonrisa de siempre— ¿Dónde está Alodia? Creí que estaba contigo-.

—Eso mismo pensé de tí... Pero... Qué raro, desde anoche que no la he visto— añadió extrañado-.

—Lo sé, pero seguro tuvo otras cosas que hacer con Derek— respondió-.

—Bueno, entonces iré a buscarla, tengo que hablar con ella— se dirigió a la salida— No tardaré-.

Luego de salir de su casa, se encaminó a la Academia de Dragones, donde se encontraban sus amigos vikingos y Astrid.

—¡Agh! No puedo creer que hayas utilizado mi arma para la práctica— se quejó Brutilda-.

—No seas aguafiestas, que al cabo hay cientos de armas— le respondió Brutacio-.

—Chicos, no es momento para pelear— interrumpió Astrid-.

—¡Oigan! Miren quién viene hacia nosotros— dijo Patán-.

Todos observaron a Hipo, quien se acercaba con rapidez hacia ellos.

—Hola Jefe, ¿durmió bien?— preguntó Patapez-.

—Eh sí... Oigan, ¿saben en dónde está Alodia?— cuestionó-.

—¿A la hermosa dama con otro Furia Nocturna?— dijo Brutacio con una sonrisa-.

—Agh, en serio no tienes buenos apodos para las mujeres— se quejó Brutilda-.

—Eso explica por qué tú no tienes novio— le respondió y Brutilda lo miró fulminante-.

—Chicos, ya cálmense... No, no la hemos visto Hipo, pero te acompaño a buscarla— dijo Astrid-.

—No Mi Lady, tienes que quedarte aquí. Estarás segura con ellos— le respondió Hipo tomándola de los antebrazos-.

—¡Oye! Con que esté embarazada eso no corresponde al hecho de que sea débil, así que vamos— dijo al pelirubia y se encaminó a la salida-.

Todos lo observaron con una risa silenciosa y el pelicastaño alzó una ceja.

—Woow... Se ve que no ha cambiado— dijo Patán sorprendido-.

—Imagínense sus cambios de humor por el embarazo— dijo Patapez-.

Luego de eso, Hipo y Astrid decidieron buscar a Alodia, pero con el tiempo no lograban encontrarla y sus preocupaciones aumentaba más, sobretodo la de Hipo. Después de la larga búsqueda, regresaron a la Isla de Berk mientras faltaba poco para que llegara el atardecer.

—Hijo, ¿pudieron encontrarla?— preguntó Valka, quien los vio entrar a la casa-.

—No, no está en ningún lugar— respondió Hipo entristecido— No la creía capaz de irse a otro lado sin avisarnos-.

—¿Y dónde podría estar en estos momentos?— cuestionó Astrid-.

De pronto se escuchó el ruido proveniente de la puerta y todos voltearon. Era Derek, quien entró a la casa.

—¡Derek! ¿Dónde has estado? No te vimos durante todo el día— añadió Valka-.

—Lo siento, pero esto ya no puedo ocultarlo más— respondió-.

—¿Qué cosa?— dijo Astrid-.

—Es acerca de dónde está Alodia-.

Los tres se miraron sorprendidos y nuevamente dirigieron la mirada a Derek.

—Anoche Alodia recibió una carta de Asborn amenazando de que si ella no iba a la Cueva de la Muerte Roja, mataría a todas las personas que ama— añadió el pelinegro con preocupación-.

Eso impactó a los presentes demasiado.

Dos Almas de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora