La familia Sainz

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Sentada en el AVE veía el paisaje pasar a toda velocidad. Y pensaba en Carlos. En el daño que me había hecho con sus palabras. ¿Cómo podía pensar eso de mí? Después de los días que pasamos juntos en Ibiza. Para mí significó mucho. Me sentía libre a su lado, feliz. Quería sentirme así siempre. ¿Y para él que fue? ¿Solo sexo? ¿para eso fuimos a Ibiza? Estaba decepcionada con él. Eso era. Decepción era la palabra.

Llegué a la estación y Reyes y sus hijas ya estaba allí esperándome. No me hacía especial ilusión después de lo ocurrido, pero se habían portado muy bien conmigo ofreciéndome su casa y se lo debía. Así que saqué mi mejor sonrisa.

- ¡Virginia! ¿Cómo estás cariño? - Reyes se acercó a mí y me dio dos besos. Las niñas hicieron lo mismo. - ¿Qué tal el viaje?

- Bien, gracias. Son solo dos horitas y se pasan en nada. 

- Hemos pensado en ir a desayunar, ya que es temprano, dejamos a Ana en el Instituto, que tiene examen y luego vamos a la oficina de tu arquitecto.

- Me parece perfecto Reyes. 

Dejé mi maleta en su coche y fuimos a un Starbucks. 

- ¿Y los hombres de la familia? - le pregunté a Reyes mientras echaba azúcar a mi café.

- Mi marido está en casa. Quería dar un paseo en bici y la estaba revisando antes de salir. Y Carlitos... - suspiró - en Londres. 

- ¿Está bien? - le pregunté extrañada por su reacción al nombrarlo.

- No lo sé Virginia. Lleva unos días raro. No nos llama y cuando lo hacemos, nos habla mal. Parece que está enfadado. 

- Yo pienso que es por la victoria de Max - dijo Blanca.

- No, no lo creo - le dijo su madre - Carlos no es así. Además, hizo una gran carrera este Domingo y las críticas hacia él han sido buenísimas. Lo que le ocurra es algo personal, no creo que tenga nada que ver con la Fórmula 1.

- Quizás esté cansado, ha tenido mucha presión este finde y lo pague con vosotros. Las personas tendemos a pagar nuestros enfados con quienes mas queremos. 

- Es posible...

Inmediatamente cambiamos de tema y hablamos del proyecto de mi tienda en Madrid.

Una vez que terminamos de desayunar, dejamos a Ana en su instituto y nos dirigimos a la oficina de mi arquitecto.

- Os dejo aquí chicas, voy aprovechar para ir a un centro comercial que hay cerca para hacer unas compras para la casa - nos dijo Reyes desde el coche.

Blanca me acompañó y me ayudó muchísimo con todo el papeleo. Le hizo preguntas que a mí nunca se me habrían ocurrido y salí de allí más que satisfecha. 

Cuando salimos ya Reyes nos esperaba en el coche. Ahora tocaba ir a mi local. 

Ambas quedaron impresionadas al verlo. La verdad que era más grande que el de Sevilla y mucho más luminoso. Tenía mucho trabajo que hacer allí. 

- Virginia, queda muy cerca de casa. Podríamos venir andando. - me dijo Blanca.

- ¿En serio? Me hablaron muy bien de esta zona. Y hay muchas tiendas alrededor. Creo que puede funcionar.

- ¿Y por qué no iba a funcionar? Virginia, con tu estilo y carisma, llegarás muy lejos. - me dijo Reyes. 

Les expliqué como quería ponerlo todo, el papel de las paredes, los probadores... y Reyes me dio muchísimas ideas, que seguro que llevaré a la práctica, porque me encantaron. Me sentía muy a gusto con ellas. Son unas mujeres maravillosas. Estaban totalmente involucradas en mi proyecto, se les veía entusiasmadas. Carlos tiene suerte de tener una familia así. 

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