Te necesito

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- Estúpida, imbécil, idiota... - me decía a mi misma mientras terminaba de fregar mi plato y mi vaso de la cena. Todo insulto era poco para como me sentía en esos momentos. 

¿Qué hacía con Tabatha en Londres? Los dos solos en su piso... Los celos me comían por dentro. ¿Amigos sólo? No lo creo... Ahí había algo más, por mucho que Carlos quería hacerme creer lo contrario. No podía quitarme de la cabeza el tonito de Tabatha al decir "estamos en su piso de Londres"... Me repateaba.

De repente el sonido de mi móvil me sacó de mis pensamientos. 

- ¡¡¿Si?!! - Contesté seca y con rabia. No miré ni quién llamaba.

- ¿Virginia? - la voz de Carlos sonaba como un poco asustada al otro lado del teléfono.

- Dime. 

- No, dime tu, que me has llamado.

- No tenía importancia, le dije a Tabatha que no te dijera nada.

- No, si no lo ha hecho. He visto tu llamada en mi móvil y me ha extrañado. ¿Estás bien? Te noto tensa.

- Estoy bien. 

- ¿Entonces?

- Nada, Carlos. Olvídalo.

- Pero Virginia, no entiendo por qué estás así. ¿Es porque está aquí Tabi?

- No.

- Solo ha venido a visitar unos amigos y le he ofrecido mi casa, nada más.

- Y nada menos.

- Ya estás celosa...

- No, no lo estoy. 

- Virginia que nos conocemos... 

- ¡Te he dicho que no lo estoy!

- Creo que soy yo el que debería estarlo, tu eres la que vives y duermes con tu marido todas las noches.

- Ya no.

Se hizo un silencio... solo escuchaba el sonido de su respiración al otro lado del teléfono. El bombeo de mi sangre retumbaba en mis oídos. 

- ¿Cómo  que ya no?

- Pues eso, que ya no. Nos hemos separado.

Intuí un respiro como de alivio por su parte.

- ¿Y tú como estás?

- No estoy bien Carlos... han sido muchos años juntos. Esto es muy duro para mí.

- Pero ¿Qué ha pasado? ¿Se ha enterado de algo?

- No... creo que no. Algo sospecha, me lo ha dejado caer. Pero no ha sido por eso.

Le conté entre lágrimas lo que había descubierto desde mi visita al ginecólogo. La conversación con David y el vacío que sentía en mí.

- Virginia... - suspiró - No sé que decir, de verdad. No voy a defender a David ni mucho menos, pero no veo tan malas intenciones como tu dices.

- ¿Cómo ? ¿Ves normal lo que hizo?

- No, no es eso... yo sólo...

- Mira Carlos... Me negó el cumplir mi sueño porque para él era más importante su carrera en ese momento. Y en lugar de hablarlo conmigo, me hizo creer junto con mi ginecólogo, que debía esperar. No pensó en mi ni en cómo me sentía. Pensó en él. He contado días, horas, minutos... para que se cumpliera ese año y poder quedarme embarazada de nuevo, cuando sólo tendría que haber esperado tres meses ¡tres putos meses! - estaba alterada, gritando y llorando.

La Boca Del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora