19. A S T H O N

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Esa tarde me removí en mi asiento mientras escuchaba a la profesora de castellano, sin poder quitar de mi mente la idea de que había pasado un día sin hablar con Nate o con mi tía, o con nadie, porque, no conocía a nadie mas que Asthon, y no era alguien de mi agrado. Aún así, ellos estaban presentes en mis pensamientos todo el tiempo. Porque, cada vez que el grupito de chicas bobas del curso se me  acercaban, metía mi mano casi repentinamente en mi bolsillo en busca del celular, en busca de Nate y mi tía. Pero, no estaban allí. Solo era yo y los problemas que se caían en mi como si se tratara de una demolición.

— Eres adoptada ¿cierto? —pregunto la rubia y sus amigas la codearon, mientras que otras rieron—. ¡Hey! No hay nada de malo ser adoptada —dijo riendo—. Menos cuando te aprovechas de la riqueza de tu padre, ¿no? O eso fue lo que escuche... —volvió a reír—. ¿Que se siente ser adoptada? —preguntó burlándose de mi. nuevamente, y aunque decidí contestar enojada, mis piernas flaquearon y tuve ganas de salir corriendo, sin antes golpearlas, una mezcla de golpearla y luego salir corriendo. (un poco cobarde, lo sé)

— No lo sé —respondí enojada—. ¿Que se siente ser tan hueca? — pregunté.

Y todas se miraron tensamente. Cuando una risa varonil salvó la situación.

 — Hey Julieth ¿Burlas a la nueva? —preguntó Asthon, cuando todos se apartaron— Muy maduro de tu parte —dijo un poco mas serio, y si, ese fue mi momento de apartarme de todos. 

Habían veces en que me traicionaba a mi misma, porque no podía aguantar tanta presión. Si Nate estuviera allí, me hubiera sacado una sonrisa al instante, y con solo tomar su mano, hubiera sentido que podía contra todos ellos juntos. Porque con Nate era fuerte, y aunque me costará admitirlo, sin él, no me sentía así en absoluto. 

Y en el trayecto a mi habitación no pude evitar que algunas lágrimas se me escaparan. Quería a mi tía, quería a Nate, quería mi vida de vuelta. Pero, nunca había sido mía completamente, y eso era lo que más me dolía saber.

Una mano tomo mi codo y volteé.

— Déjame sola —pedí, al encontrarme con Asthon, que lucía tranquilo pero sus ojos azules estaban fijados en mis mejillas, y en las lágrimas que corrían por ellas, traicionándome.

— Ella no sabe lo que dice —dijo y lo miré.

Claro que no, que no sabía lo que decía, ¿Pero cuál era mi culpa? ¿Que debía hacerle? Se debatió en golpearlo por intentar ser bueno, correr o sentirse una fracasada. Jamás nadie se había burlado o reído de ella, era... horrible sentir esa sensación de cansancio y lástima por mi misma, tuve verguenza. 

No, no tuve vergüenza por lo que dijeron, claro que no. Era vergüenza por saber que me había afectado lo que dijeron, por permitirles tener la posibilidad de hacerme llorar.  

— ¿Puedes parar de intentar entenderme? —grité enojada—. Para ya —pedí, soltándome de su brazo y mirando a sus ojos.

Luego me fui, pero su mirada me persiguió aún así cuando me salteé algunas clases presentando un parte médico que conseguí fingiendo sentirme mal, pensé en él y en su forma de mirar. Parecía triste, pero no tenía porqué, era mi problema no querer integrarme, y aún así, a él parecía importarle, su mirada indicaba la mirada de alguien digno a ser mi amigo. Cabe aclarar que por ser nueva, la doctora, además de recomendarme algunas gotas y un trapito mojado en mi frente, me recomendaron un psicólogo, que era lo único que me faltaba en ese momento, no era una gota que rebalsaba el vaso era un chorro de agua gigante que rebalsaba mi vaso.

Para las tres de la tarde, me encontraba sentada, mirando revistas tontas, y tratando de borrar de mi mente todos los problemas, que creía tener, y los que no, también. Así que cuando tocaron la puerta, me metí en la cama y coloque el trapo de agua fría que me habían recomendado.

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