Una tarde fría, 17 años atrás, Alice caminaba apurada de vuelta del trabajo, el viento amenazaba con volar todo a su alrededor. Sus pasos apresurados, hacían que sus pequeños pies con zapatos altos, golpearan el suelo una y otra vez. Entonces, escuchó un llanto, parecido al del un bebé.
El ruido de zapatos contra el cemento se disipó y observó de donde provenía, no porque fuese extraño el llanto de un bebe, o jamás haya escuchado uno antes, si no, porque provenía de un callejón oscuro de la zona.
Había vivido 5 años en el mismo lugar, y caminado miles de veces regreso a casa por allí. Y sabía muy bien, que ese lugar estaba deshabitado.
Pero el llanto no cesó. Y eso la preocupó.
Decidió entrar al lugar, hasta que finalmente dio con un basurero. Abrió la tapa del mismo, pero no halló nada. Caminó un poco mas, hasta ver de donde provenía. Detrás de una gran tapa de basura gris. Encontró a una niña, envuelta en una manta blanca, bordada en dorado. Y escuchó su llanto de cerca, era tan suave que agradeció a la tapa del basurero, para que su voz pudiera hacer Eco en el lugar, y de esa manera poder oírla.
Prontamente adoptó a la niña. Y se mudó lejos de aquel país. La crió como a su hija. Pero prefirió, decirle la verdad a medida de que crecía. Aunque optó por contarle un pequeña mentira, sin saber que ni siquiera ella sabía la verdad, completamente.
Pero luego de 17 años,
luego de pasar por tantas cosas,
recién,
ambas se enterarían de todo.
Nate se propuso a acompañarme a casa, pero preferí ir sola. Así que al llegar, me senté en el sofá a esperar a que mi tía llegase del trabajo.
Cuando me vio esperándola, simplemente me abrazó. Y ambas lloramos.
-Lo siento -Susurró-
Entonces, no entendía nada y lo entendía todo.
Quizás toda mi vida la he vivido en una mentira,
Quizás mis padres siempre me amaron,
Quizás todas las noches mientras yo lloraba sus nombres...
Quizás ellos lloraban el mio también.
Entonces en ese momento, lo entendí todo, y nuevamente, nada.
Mi tía, mi no tía, el humano que me crío, la persona que me amó, mi profesora, mi ayudante, mi estilista, mi todo. Se convertía, por culpa del ADN, en mi nada.
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Diario, 21 de septiembre de 2015:
Me voy.