Diez

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—¡Otro día, otro dólar! —grita mi hermana frente a mí.

Arrugo la cara.

Lily madrugando es como ver a un elefante rosa con tutú y corona bailando en el Antártico. Le doy un manotazo y le pido que me prepare un café pues acabo de bañarme.

Papá no volvió anoche y cuando le llamé me dijo que había venido en la tarde a dormir y por ropa. Salió de nuevo hoy, muy temprano.

—Nunca había visto tu cara mañanera —dice—. Da pena —declara con voz aguda.

—Me alegra que estés animada —digo sin emoción —. ¿Te caíste de la cama o algo? No sé qué hacer con mi vida ahora que no tengo que rogarte para que muevas tu culo —Me da una taza de café e inhalo hondo de él antes de darle un sorbo.

—Ja, ja. Qué divertida —Dejo la taza en la barra y me hago una coleta con el cabello mojado—. Pues Joe pasará por mí y no quiero tener los ojos hinchados cuando me vea —Arqueo la ceja.

—Creí que Joe era, y cito: «Más corriente que mi bolso de rebaja» —Imito su voz chillona y simula estar escandalizada, tratando de ocultar una sonrisa.

—Tal vez me fijé en sus sentimientos —Me mira inocentemente y me rio.

—Para eso habrías de tener sentimientos. —Se lleva una mano a la frente y otra al corazón. Ahí viene el drama.

—¡¿Cómo osas decir eso?! Si tuviera corazón, ¡lo habrías hecho trizas ya! —Pongo los ojos en blanco y me encamino a mi habitación por una camisa, con la risa de mi hermana tras de mí—. ¡En serio Cass, es lindo! —asegura y sonrío.

Me viene a la mente Ryan y su mirada preocupada. Me llamó ayer cuando salimos del trabajo y estuvimos charlando por mensajes en la noche. Evadí certeramente cada intento suyo de hablar de lo que le conté.

Una parte de mí quiere saber lo que piensa, preguntarle si de verdad me cree. Me pregunto si en secreto planea internarme en un psiquiátrico.

Me hizo pensar anoche cuando me dijo que debemos empezar por cosas pequeñas, como investigar lo de mi tatuaje. Cambié el tema cuando lo mencionó pero ahora sólo puedo pensar en que tiene razón.

Cerca de la medianoche llamé a Larissa ya que no había devuelto sus llamadas pero me mandó directo al buzón y no dejé ningún mensaje. Me sentí estúpida, ese debería ser el menor de mis problemas.

Termino de abrocharme la camisa y tomo mi bolso, cuando me giro para ir a la puerta mi respiración se corta.

—Por Dios, Lily—Me acerco a ella corriendo y examino su cuerpo—. ¿Qué pasó?

Su blusa está cubierta por manchas de un color rojo intenso y su mirada está en blanco. Está de pie con la boca abierta y parece tan aterrada que no logra articular palabra.

Tiene las manos sobre su abdomen pero no me deja apartarlas para revisarla. Me repito que está en shock para evitar sacudirla hasta obtener respuestas.

—Lily, déjame ver. ¿Qué pasó? —cuestiono con un hilillo de voz.

Logro poner sus manos a los costados y siento que mi corazón sube a mi garganta al verla. Tiene unas heridas profundas en su vientre y el pecho, son como puñaladas, largas y abiertas.

Lily araña su piel herida, provocando que más sangre emane de ella.

—Basta, debo llamar una ambulancia —Manoteo con ella para que deje de hacerse daño pero no lo consigo—. ¡Detente! Para, te haces daño. ¡Lily! —grito desesperada.

—¡Ya me voy, no pases por mí en la tarde! —Escucho su voz desde la sala y la puerta principal se cierra.

Me quedo inmóvil, sintiendo mi aliento salir trémulo entre mis labios. No. Quiero mirar mis manos, húmedas por la sangre pero no puedo apartar la mirada de lo que está frente a mí.

Sus ojos se deslizan lentamente del vacío al que miraba y se posan sobre mí, helándome la sangre.

Esto no puede ser real.

Sus ojos sin vida se tornan suplicantes y dos palabras salen de su boca una y otra vez.

—Debes hacerlo. Debes Hacerlo. Debes hacerlo. Debes hacerlo... —ruega. Su petición me atemoriza y me seduce por igual. Mi cerebro reconoce la voz de mi hermana pequeña como la de una chiquilla perdida.

Ella extiende un cuchillo para mí, lo veo de reojo pero no lo miro.

Nuestra mirada está enganchada, estoy atrapada, tan atemorizada que no puedo ni parpadear. No es ella, lo sé. No es mi hermana. Pero la toqué, la sentí. Viva, con sus heridas abiertas y su sangre escarlata colándose entre mis dedos.

Parpadeo una vez, dos, tres, respirando rápidamente y de manera superficial. Temo no estarlo haciendo en absoluto.

Mi hermana salió. Lily salió hace un momento, nunca estuvo aquí. Ella no estaba herida, no tiene un aura oscura. Lily no es así. Ella no es esto que tengo enfrente.

El ser parece darse cuenta de que salgo de mi ensimismamiento y su cara se transforma poco a poco en algo vil y sobrenatural.

Quiero gritarle que se aleje. Deseo salir corriendo pero sigo estática. Mi cuerpo no responde a mis suplicas de escape.

Entonces sonríe, malvado, conocedor, como ese cazador que juega con su presa. Se inclina, despacio, con los movimientos sigilosos y seguros de un predador.

Clava sus uñas en la carne rasgada de su pecho y se los lleva a los labios. Se me escapa un sollozo. Le veo tomar el cuchillo y enterrarlo en su vientre con un grito siniestro.

Instintivamente alargo mis manos para detenerle pero es inútil. Bruma negra brota de su herida y la envuelve. Otro sollozo deja mis labios.

Se desvanece lentamente, ahogándose entre su propia nube de oscuridad mientras caigo al suelo derrotada. Mi estómago se retuerce y presiono mis manos en mis oídos, mientras chillo con fuerza para no escuchar.

Pero no importa cuán intensamente grite ni con cuánta vehemencia suplique por paz, su voz está en mi cabeza, repitiéndose sin parar.

Debes hacerlo.

Dos palabras que suenan a un presagio, a mi destino sellado y que me atemorizan aún más que lo que acaba de pasar.

Debes hacerlo.

¿Por qué me suena a algo que va a pasar?

Susurros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora