Capítulo 19.

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Al día siguiente me desperté somnolienta. Los dos energúmenos de al lado hicieron cosas sucias unas tres veces, más de una hora cada vez. Tom debería de estar agotado porque vamos, no era normal. Y la otra una fiera por lo visto.

Estaba sentada en mi cama, con los auriculares puestos y hablando por el móvil por WhatsApp. Evadida de cualquier cosa. Ya llevaba un rato desde que me había despertado y la verdad es que no me apetecía bajar, aunque tenía mucha hambre, olía a tostadas y mi estómago rugía cual león hambriento.

Por el rabillo del ojo noté como la puerta se abría, allí dirigí la mirada para encontrarme con los ojos de Bill, sonriéndole al percibir una sonrisa también por su parte. Y al ver que tenía intención de hablar me aparté un auricular de la oreja, dejándole espacio en el colchón.

-Buenos días Alissa. -Se acercó y dejó un beso sobre mi frente, sentándose a mi lado al borde de un costado de la cama.

-Buenos días Bill.

-¿No bajas? El desayuno ya está servido desde hace una hora o más. Las tostadas ya están frías.

-No tengo ganas Bill, pero gracias. -Contesté sonriente.

-Tom no está. -Dijo intentándome convencer para bajar. Yo me reí, negando.

-No es por eso.

-Eres una pija, ¿eh? -Dijo, empezándose a reír. Yo le miré confusa, no sabía a qué vino ese comentario.

-¿Cómo? -Me reí instintivamente, pues su risa era similar a la del protagonista de Alvin y las ardillas y me contagió.

-La funda de tu móvil. -Yo la miré, dándole la vuelta para mejorar mi campo de visión.

-¿Qué le pasa? -Pregunté extrañada, riéndome inevitablemente de la estupidez.

-Que es cursi.

-No lo es.. -Dije convencida.

Era de color fuxia, y tenía varios corazones rojos, algunos más grandes y otros más pequeños. La verdad es que a mí no me gustaba, pero para mi modelo de móvil no encontré otra más decente.

-Sí lo es, casi tanto como tú.

-¡Yo no soy cursi! -Me alcé hasta quedar de rodillas, comenzando a golpear sus brazos, ya que tenía estos de escudo y era lo único disponible que tenía delante.

Al estar propasándome con él a base de golpes se dio la vuelta de repente, y al tenerle de espaldas quise atacarle por ahí, abrazando su cuello para inmovilizarlo. Y entonces él se levantó de la cama, y al yo quedar colgando de su cuello, mientras me reía rodeé sus caderas con mis piernas, quedando cual koala en su árbol, a caballito mientras él me llevaba fuera de la habitación corriendo.

Era una táctica para que bajara a desayunar, y lo consiguió.

Bill era un amor, era todo lo contrario que Tom. Pero aunque Bill fuera gracioso, tierno, cariñoso, amigable, generoso... el novio perfecto que cualquier chica querría tener, la frialdad de Tom, su indiferencia, su mirada penetrante, sus groserías.. me volvían loca. Tenía un problema serio, me gustaba llevarme así de mal con él porque en el fondo yo sentía que eso nos unía más. Por muy absurdo que suene, es así.

Bill no paró en todo el tiempo que pasé desayunando diciendo chorradas, hablándome de su niñez.

-... Y cuando Tom se despertó tenía un bigote dibujado con permanente. -Se empezó a reír, y yo un segundo después al imaginarme la escena de los gemelos- Por poco muero en el intento.

Y así pasaron las horas, ahora estábamos viendo la tele sentados juntos en un sofá, yo tenía mi espalda pegada sobre uno de sus hombros y él me rodeaba con un brazo. Tom no venía y aunque no estaba preocupada le pregunté tras un silencio en ambos.

Infiltrado en mi corazón  -  Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora