No podía sacar de mi pensamientos todos los lindos y malos momentos que viví con V, era imposible que esto acabara de esta manera, pero ya era un hecho, el fin había llegado, la carretera estaba despejada, por pronto llegue a casa, le pague al taxista, baje mis maletas y le di un observada rápida a mi casa, mi hogar. Los autos de mis padres no estaban, mejor para mí, no deseaba dar explicaciones de ningún tipo.
Entre a cada y subí las escaleras, entre a mi habitación y fue peor, muchos recuerdos con V chocaron en mi mente, me tire a la cama dejando caer mi cabello al suelo, suspire y cerré los ojos, una cuantas lágrimas mojaron las sabanas moradas que adornaba mi cama, lo amo demasiado pero me duele todo esto, me duele más que cuando perdí mi virginidad
Esto era la muerte en vida, una fría muerte.
El sueño me estaba venciendo solo que no podía dormir, quería hacerlo, quería olvidar ese día, o al menos quería que este día acabara. Tome una pastilla para dormir y fue cuando pude concebir el sueño.
A la mañana siguiente, cuando desperté mi madre estaba a mi lado, no quería hablar con nadie así que me hice la dormida. Pude escuchar que mi padre discutía afuera con alguien, reconocí la voz de este alguien, era la voz de V, un escalofrió recorrió mi cuerpo.
No quería verlo, no me sentía lo suficiente fuerte como para enfrentarlo pero sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo, por suerte mi madre salió de la habitación. Respire. Me senté en la orilla de la cama y cubrí mi rostro con mis manos, me duche rápidamente, me vestí con lo primero que encontré y salí.
-Hija –mascullo mi madre al verme en la sala.
-Tae… ¿Qué ****** haces en mi casa? –Grite acercándome a V.
-Vine porque tenemos que hablar –Vocifero V.
-¿Hablar de qué? –pregunto mi padre.
-Aquí no hay nada de qué hablar –aclare –vete de mi vida Tae Hyung.
-Vete Tae –me apoyo mi madre casi empujando a V.
V se acercó a mí y tomo mi rostro entre sus manos, al mirar sus ojos los míos se llenaron de lágrimas – ¿No me amas?
-¡Ya no te amo Kim Tae Hyung! –grite y Salí corriendo a mi habitación, el me siguió. –Déjame ser feliz –le suplique.
-sé que no eres feliz sin mí.
Reí, no era el centro de mi vida, ¿Qué se creía al decir eso?
-Perdóname, sé que ayer me pase de *beep*, soy un inmaduro, en vez de apoyarte te hice sentir mal, no he cumplido mi promesa por hacerte feliz –se sentó a mi lado, lo sentía sincero.
-No, no las has cumplido.
-Perdóname por favor, solo dame una oportunidad, me estoy quemando por dentro, soy culpable de la situación, sé que tienes toda la razón y no hay escusas para todo lo que dije bebé por favor –se arrodillo.
