Febrero de 1982
A Lindsay le encantaba el frío. Le encantaba la nieve y el silencio, y las ramas blancas de los pinos del bosque. Se había convertido en una excelente esquiadora, y todos los fines de semana iba con sus amigas a Elk Mountain, en Vermont. Por extraño que pareciera, ya no era tan torpe como seis meses antes. Se movía con gracia y agilidad, especialmente sobre esquíes. Y lo sabia. Se lo comento a Gayle Werth, su mejor amiga, mientras subían en la aerosilla hasta la pista para esquiadores adelantados.
Gayle, una rubia esplendida, se tocaba el aparato de ortodoncia que acababan de ajustarle y que le causaría molestias por lo menos durante una semana.
-¡Por supuesto que ya no eres torpe, Lindsay! Tu pelo sigue siendo un espanto, pero si vinieras a pasar el próximo fin de semana a casa, mi madre sabría como arreglartelo.
-¿Por que no? No tengo otro programa. Me gustaría conocer a tu madre.
-¿Sabes, Lind? Tu pelo ya no esta tan rizado. Y tus ondas son realmente lindas y tan densas... Lo que pasa es que no sabes manejar tu cabello. Mamá te enseñara.
-¡Te corro una carrera!- grito Lindsay cuando bajaron de la aerosilla.
Fue esa carrera cuesta abajo la que termino con el esquí para Lindsay por esa temporada de 1982. En la mitad de la cuesta se rompió la pierna, una quebradura que la dejo pálida, temblorosa y con sensación de nauseas. Acababa de chocarla un esquiador principiante que perdió el control. A él no le paso nada. A Lindsay ni por un instante se le ocurrió llamar a sus padres, hasta que la medica que la atendía, una mujer joven, se lo sugirió.
-¿No quieres que los llame yo en tu nombre, Lindsay? Estas con la voz un poco gangosa a causa de los calmantes que te he dado, y quizás si te oyen se asustaran aun mas. Ya sabes como son los padres.
-Nada asusta a mi padre- aseguro Lindsay
-Bueno, a tu madre, entonces.
-Nada asusta tampoco a mi madre. No se preocupe, doctora ¿quiere? En realidad no tiene importancia. Yo estoy aquí y ellos están en San Francisco y no quiero que se enteren.
-¡Tonterías!- dijo la doctora Baines.
Para sorpresa de Lindsay, fue su abuela la que llego de visita, luciendo un modelo de Givenchy de lana rosada, vital y elegante con sus setenta y siete años. Entro de improviso en el dormitorio tres días después del accidente.
-No fuiste a casa para navidad- comentó en cuanto se detuvo junto a la cama de Lindsay. La pierna enyesada de su nieta estaba apoyada sobre una silla, y la muchachita reía con tres amigas. Gates miro las bolsas vacías de papas fritas, dos bolsas que habían contenido tortillas y mas botellas de gaseosas de las que pudo contar de una sola mirada. El desorden era tremendo, y en cuanto Lindsay la presento a sus amigas, éstas huyeron.
-Sientate, abuela, por favor.
Gates se inclinó para besarla. Cuando se enderezaba, comento:
-Supongo que en una época yo debo haber hecho esto mismo. En cuanto entre, se me hizo agua la boca. ¿Queda alguna papa frita en esas bolsas?
-Creo que si, pero ya deben de estar frías. No creo que te gusten. Llamare a Gayle. Ella ira a buscar mas.
Con un suspiro, Gates rechazo el ofrecimiento.
-En primer lugar, he venido a ver como estas. Y ahora no me cabe duda de que te encuentras bien. También estoy aquí para decirte que tus padres han decidido divorciarse, Lindsay. Tu madre no se siente bien; por eso no vino a verte y a decírtelo personalmente. No me pareció bien darte una noticia como esa por teléfono.
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Por Amor A Ti
RomanceLindsay Fox es una hermosa modelo top, famosa, admirada y rodeada de lujos, a la que todos conocen como Eden. Parece no faltarle nada para ser feliz. Sin embargo, oculta tras su nuevo nombre un pasado de traición y un presente oscurecido por sombras...