Capitulo 5

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Taylor

Ciudad de Nueva York

Presente

Taylor entró corriendo en la sala de guardia, pálido y con expresión aterrorizada.

La enfermera caba, Ann Hollis, tenía sesenta años y una amplia experiencia. Vio al hombre que se le acercaba, percibió su miedo y se preparó para el estallido. Gritos, un enojo lleno de impotencia, la furia provocada por la inutilidad de todo. Pero, para su completa sorpresa, el hombre le hablo en voz baja y con tranquilidad.

-Le agradecería que me ayudara...- miró la etiqueta con su nombre. -Sí, señora Hollis. Se llama Lindsay o Eden. Entiendo que hubo un accidente, que está herida y que ahora se encuentra aquí, y la están tratando. Soy el novio. Le pido por favor que me diga todo lo que sepa.

Y Ann Hollis le respondió con la verdad.

-Le diré la verdad de lo que sepa. Pero, ante todo, deje de preocuparse. Espere aquí mientras voy a averiguar exactamente lo sucedido. ¿De acuerdo?

Taylor asintió y ella se alejó. El no se movió. Esperó, a sabiendas de que allí estaba en juego todo lo que le importaba, todo lo más profundo de su ser, una parte fundamental de si mismo.

La enfermera Hollis le tocó un brazo.

-Dos costillas rotas, pulmón izquierdo colapsado, contusiones y laceraciones, pero ésas no son graves.- Ann Hollis hizo una pausa y respiró hondo. -Además, está el problema de la cara.- volvió a colocarle una mano sobre el brazo. -Es imposible saber nada todavía, porque el doctor Perry recién ha empezado a atenderla. Tiene que hacer algunos exámenes y radiografías antes de tomar una decisión.

-¿Exactamente que le sucedió en la cara?

-Recibió un golpe violento que se la destrozó.- Taylor hizo una mueca provocada por la imagen que esa palabra le trajo a la mente. -Pero el doctor Perry es uno de los mejores cirujanos plásticos de la ciudad de Nueva York.

Taylor no dijo una sola palabra. Se esforzaba por no temblar. La enfermera Hollis volvió a palmearle el brazo.

-En cuanto pueda averiguar algo más, lo llamaré. Por favor, siéntese. Ya sé que es duro, pero debe tratar de conservar la calma.

-Gracias, señora Hollis.

Ella lo observó alejarse, caminando lentamente.

Había visto la cara de esa joven. Todavía no la había limpiado y solo se veía sangre seca, trozos de hueso y pelo enmarañado y ensangrentado. Sí, no era fácil ser hermosa cuando una tenía la cara destrozada.

Taylor sentía el peso de la impotencia. Eden tenía la cara destrozada. ¡Dios santo! ¿Que habría sucedido?

Por Amor A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora