*HEAVEN (PV)*
Me despierto sobresaltada por la puñetera pesadilla que lleva persiguiéndome más de cuatro meses y a eso le sumo el sonido incesante de mí móvil. Con los ojos aún cerrados y empapados en lágrimas busco como una desesperada el móvil hasta que por fin lo encuentro y me lo llevo directamente a la oreja, sin mirar si quiera quien es.
-¿Sí? -contesto con la voz ronca y apagada. De reojo miro el reloj y puedo distinguir que son las doce del mediodía. Mierda, teniendo en cuenta que ayer me fui a dormir a las nueve de la mañana no he dormido nada, he dormido tres horas y estoy totalmente descompuesta. Maldigo a la persona que me esté llamando de todas las formas posibles.
-Buenos días Heaven -lo serán para ti -¿Te he despertado? -nah, que va, estaba dando saltos en la cama.
-Buenos días, no... ¿Quién eres? -pregunto desconcertada. "¿Y por qué interrumpes mi sueño?" debería añadir.
-Soy Marc, el abogado de tu madre ¿recuerdas? -oh, dios, Marc, es verdad.
-Sí, lo que no entiendo es porque me llamas -digo preocupada.
-Verás Heaven ahora que ya eres mayor de edad tenemos que aplicar el testamento que tu madre dejó escrito, tenemos que arreglar lo de las propiedades y todo eso. Nos han dejado un poco más de tiempo porque han respetado tu estado sentimental, pero ya no lo podemos alargar más, tenemos que arreglar los papeles cuanto antes -explica. Vale, esto es serio, tienes que estar atenta Heaven, sé que es mucho pedir teniendo en cuenta que estás agotada, pero tienes que hacer un esfuerzo y recuperar tu inteligencia.
-Vale, lo entiendo -digo formal -¿Y cuándo tendría que ser eso? -
-Tienes un vuelo reservado para volar a España para dentro de una hora y el taxi te está esperando en la puerta de tu casa -anuncia.
-¿Qué? -pregunto despertándome de golpe.
-Siento que sea tan repentino pero no tenemos otra salida -se disculpa.
-Vale, entonces te dejo que no quiero llegar tarde -digo antes de colgar. Mierda, mierda y más mierda, joder... Esto es muy repentino, no tengo tiempo para hablar con los chicos.
Respiro profundamente para hacerme la idea y meto mis cosas en la maleta, suerte que en todo este tiempo no me ha dado por sacar las cosas de la maleta porque si no ahora mismo tendría mucho trabajo. La cierro rápidamente y cojo mi móvil y todas mis cosas. Antes de irme paso un momento por el baño para verme y me doy cuenta de que aún llevo puesta la ropa de ayer por la noche. Arreglo un poco mi pelo y, sin cambiarme, salgo de mi habitación y de la casa para comprobar que el taxi ya ha llegado. El señor me ayuda a subir mis maletas y yo me dispongo a entrar, pero me detengo.
-¿Qué le pasa señorita? Tenemos que darnos prisa o llegaremos tarde -dice el taxista.
-Deme un minuto -suplico antes de salir disparada hacia adentro de la casa. Cojo un papel y un bolígrafo y escribo, lo más rápido que puedo: "Tengo que ir a arreglar todos los papeles relacionados con la herencia de mi madre y no me ha dado tiempo a deciros nada. Siento mi repentina marcha, prometo llamaros pronto. Os quiero". La dejo encima de la mesa de la cocina y salgo escopetada hacia el taxi -Ya podemos irnos -le digo al taxista cuando estoy sentada. Él asiente y arranca el coche.
Esto es demasiado, no puedo creer que ahora esté cogiendo un taxi para volver a España y ni si quiera me haya podido despedir de los chicos. Esto es horrible ¿por qué eres tan cruel destino?
En una media hora ya llegamos al aeropuerto y el señor me ayuda a llevar mis maletas hasta el sitio donde las empaquetan para subirlas al avión.
-Muchas gracias -agradezco cuando terminamos.
-No hay de qué -contesta -Que tenga un buen vuelo. Adiós -se despide antes de desaparecer. Empiezo a caminar hacia la puerta de entrada a mi avión y en cuanto llego están a punto de cerrar.
-Espere, por favor -suplico a la señora que está ahí.
-¿Billete? -pregunta. Se lo enseño y después de comprobar que todo está en orden me acompaña hasta mi asiento en clase turista. Me toca sentarme al lado de dos chicos jóvenes, de mi edad, que no me sacan la vista de encima, al lado de la ventana. Me acomodo en mi asiento y cierro lentamente los ojos. Ha sido una mañana agitada, tan solo he dormido tres horas, me ha despertado el móvil, me he enterado de que tenía un vuelo a España en una hora, me he ido sin poder despedirme de los chicos y ni si quiera he podido hacerme la idea de que vuelvo a España... Bueno, ahora solo me queda esperar a que el avión llegue a su destino.
A medio vuelo una azafata nos dice que si queremos ya podemos levantarnos para ir al servicio o lo que queramos y yo aprovecho la oportunidad. Me levanto con dificultad y paso por delante de mis compañeros de asiento para salir al pasillo con mi bolso en la mano. Voy hacia el servicio y me cierro con pestillo. No creo que esta ropa sea adecuada teniendo en cuenta que vamos a tratar temas serios así que me cambio la ropa que tengo ahora por una camisa de manga larga ancha de color negro, una chaqueta tejana encima y unos pitillos azul fuerte. Cambiarme resulta más complicado de lo que pensaba, pero por suerte lo logro. Cuando estoy lista salgo del baño, encontrándome con una larga cola de mujeres que me miran cabreadas y yo me limito a sonreír levemente a modo de disculpa. Vuelvo a sentarme en mi sitio y vuelvo a cerrar los ojos, ahora más tranquila por estar vestida de forma decente y no como si fuera una furcia.
Un ruido por megafonía me hace abrir los ojos. ¿Me he quedado dormida? Normal. Parpadeo varias veces y me centro para prestar atención a lo que está diciendo la voz, pero con tan mala suerte que cuando lo hago está hablando en chino.
-Acabamos de aterrizar -me aclara uno de los chicos en español que hay a mi lado, ya que ha visto mi cara de confusión.
-Gracias -echaba muchísimo poder hablar con alguien en español, aunque hayan sido dos palabras. El chico sonríe y después se levanta para seguir al otro chico hacia la salida. Cuando se han ido me levanto dificultosamente, ya que me duele todo, sinceramente no sé como consigo mantenerme en pie, pero doy mil gracias a Dios porque sea posible. Cojo mi bolso y camino hasta la salida. Voy a la cinta y espero pacientemente a que salgan mis maletas. Cuando salen las cojo como puedo y las dejo todas en un carrito que me facilita mucho las cosas. *Oh, amada tecnología* pienso para mí misma.
Recorro la enorme sala y empiezo a caminar hacia la puerta, esa puerta en la que, al cruzarla, te encuentras con toda tu familia y amigos esperándote, ansiosos por tu llegada. Pero en mi caso no hay nadie, nadie me espera, nadie gritará mi nombre ni vendrá corriendo a abrazarme, tan solo habrá silencio y tristeza, tanto por mi parte como por la de la gente que hay ahí fuera, por mi parte porque la única familia que tenia aquí era mi madre y ella ha muerto y por la de la gente que hay afuera pues porque su corazón se habrá puesto a dar saltos de alegría al ver que alguien salía, con la esperanza de que fuera a quien ellos estaban esperando, pero , por desgracia para ellos, solo se trata de mí, una chica desconocida y hecha una mierda des de su punto de vista.
Cruzo la puerta con desgana y puedo ver a una pareja reencontrándose, besándose con dulzura y pasión, a una chica que es acogida por cientos de brazos pertenecientes a su familia y algunas amistades, a dos señores mayores, una mujer y un hombre, cogidos de la mano y mirando, casi con lágrimas en los ojos, a su hija, su marido y su nieto, a dos chicos jóvenes reencontrarse con sus amigos y a mis dos compañeros abrazarse con sus padres. Todo aquí es felicidad y alegría, todo menos un puntito negro, también llamado Heaven, que observa des de afuera y con una cara triste y cansada todo lo que hay a su alrededor. Esa manchita se mueve lentamente hasta que se termina el pasillo y sale por la parte de la gente a quien nadie le espera, otras manchitas negras que, a diferencia de ella, seguramente tendrán a alguien en su casa que les espera.
Salgo del enorme pasillo y empiezo a caminar hacia la puerta cuando, de repente, escucho mi nombre. Lo ignoro y continúo caminando, pensando que mi cabeza me está jugando una mala pasada. Una tras otra vez mi nombre se repite y llega un momento que la voz está muy cerca de mí, tanto que un brazo reposa suavemente sobre mi hombro para hacerme parar. Me giro lentamente y cuando lo hago la persona que hay delante de mí me abraza. Y así esa manchita negra se destiñe, integrándose con las otras personas, pero no del todo ya que la manchita hubiera preferido que la persona que le estuviera abrazando fuera otra y no precisamente él...