CAPÍTULO 29: MARC PARTE II

219 10 1
                                    

*HEAVEN (PV)*

Pero no puedo derrumbarme, tengo que respirar hondo y seguir con mi vida, eso será lo mejor tanto para mí como para ellos. Ahora ya puedo ver mi hermosa cabaña. Es una enorme y preciosa cabaña hecha de madera con dos plantas, un garaje y rodeada por unas extensas tierras llenas de flores y árboles. Es el lugar más tranquilo y silencioso que he conocido nunca, donde solo se escuchan los ruidos de los animales y el zarandeo de las hojas de los árboles, es un lugar muy apartado de cualquier núcleo de civilización, aquí tan solo estoy yo rodeada de naturaleza y más naturaleza.

Me acerco lentamente, abro la valla que da a nuestro terreno y empiezo a caminar hacia la cabaña. No me puedo creer que esté aquí después de tanto tiempo... Coloco la llave en la cerradura de la puerta de casa y la giro lentamente. Al abrir la puerta un montón de recuerdos choca contra mi cerebro como un jarro de agua fría.

*FLASHBCK*

-¡No, mami, no! -grito corriendo por toda la casa, intentado alejarme de mi madre, que me persigue a tan solo unos pasos por detrás de mí.

-¡Te pillé! -exclama mi madre cogiéndome de la cintura, levantándome del suelo y dándome vueltas en el aire como si fuera un avión -¡Aix mi peque, eres preciosa, que eso nunca nadie te lo niegue! ¿eh? Que como alguien diga lo contrario me lo cargo -susurra besando dulcemente mi nariz.

-Sí, mami -contesto riendo a carcajada limpia por lo que mi madre me está haciendo, que además de girarme en el aire como un avión no para de hacerme cosquillas en la cintura -¡Te quiero mami! -exclamo risueña.

-Yo no te quiero, yo te amo bebé, debes recordarlo siempre -contesta mi madre con una voz muy dulce.

*FIN FLASHBACK*

Siempre lo recordaré, siempre sabré lo que sentías hacia mí porque me lo has demostrado todo los días de mi vida. Camino por el salón con mis maletas en la mano y subo hasta mi habitación, observando todo lo que hay a mi alrededor, que sigue exactamente igual que la última vez que estuve aquí. Subo lentamente por las escaleras, recorrí el largo pasillo y al llegar al final entro en mi habitación. Dejo mis maletas a un lado y bajo lentamente hacia el salón. Voy un momento al jardín y cojo un puñado de troncos de árboles y después vuelvo al salón. Coloco los troncos en la chimenea y los quemo rápidamente, dejando que se consuman y se calienten, dándome calor. Me siento en el sofá que hay delante de la chimenea, con las piernas cruzadas, y me acomodo en él.

Lo que más me gusta de estar aquí es que no hay tecnología, no hay wifi ni internet ni cobertura ni nada por el estilo, tan solo tengo un teléfono fijo que, con suerte, funciona correctamente día si y día no. Así que puedo desconectar totalmente y siempre que quiera o necesite hablar con alguien puedo bajar al centro del pueblo. Pero como tengo tanto tiempo libre mi cabeza empieza a dar vueltas en torno a todo lo que ha pasado en tan poco tiempo.

Después de derramar muchas lágrimas y dar tantas vueltas a las cosas y de que mi cabeza está a punto de echar humo el sonido del teléfono fijo me saca de mis pensamientos. Me levanto rápidamente y lo cojo, secando mis lágrimas con las yemas de mis dedos.

-¿Sí? -pregunto con la voz temblorosa.

-Heaven soy Marc, te llamo para decirte una cosa que me dijo tu madre antes de fallecer, algo que dejó para ti -contesta -Busca en la cajita de bailarina de tu habitación -añade.

-Gracias Marc. Adiós -digo antes de colgar el teléfono. Me dirijo rápidamente hacia mi habitación y busco la cajita. Después de un rato la encuentro en una caja debajo de la cama. La saco y me siento encima de la cama. Abro la cajita y una melodía muy suave y tranquila empieza a sonar y la bailarina que hay en el centro empieza a dar vueltas. Pegado al cristal puedo distinguir un sobre grande de color azul clarito en el que está escrito mi nombre. Lo cojo con cuidado de no romperlo, vuelvo a guardar la cajita en su sitio y vuelvo al salón, sentándome en una butaca muy cómoda que hay delante de la cálida chimenea. Abro cuidadosamente el sobre, saco la carta que hay dentro y lo leo en voz alta.

-Querida Heaven, mi princesita, mi niña, mi bebé, le dije a Marc que te dijera dónde estaba esta carta así que si ahora la estás leyendo es porque se ha acordado. Seguramente ya habrás leído la carta en la que te contaba que tenias un hermano y un padre y que vivían en Londres. Con suerte ya los habrás conocido y sabrás lo buenas personas que son e incluso te podrías haber mudado con ellos. Si es así siento haberte interrumpido y siento que tengas que quedarte aquí, como mínimo, cuatro meses. Quería decirte que me siento muy orgullosa de tener a la hija que tengo y que te hayas reencontrado con ellos es mi sueño hecho realidad. Te suplico que no los pierdas, no dejes que nadie te vuelva a separar de ellos. Sé que estarás estresada por todo lo de la herencia y los papeles, pero tienes que ser fuerte cariño, tú puedes con esto y más. Me gustaría mucho haber conocido a tu hermano. Quiero que le digas que siempre le he querido y que para mí siempre será mi hijo. Y también discúlpame por haber sido tan egoísta estos años. Como ya sabrás en mi testamento le he dejado la pequeña cabaña del bosque a Harry porque es un sitio especial, que he estado preparando todos estos años para él. ¿Te acuerdas de que casi todos los días pasaba una hora o media hora perdida? ¿Que siempre te decía que estaba en el establo cuidando de los caballos y de los otros animales? Pues ahora ya sabes porque lo hacía, pero te tengo que pedir que aguantes tu curiosidad y no entres hasta que Harry lo haya hecho y eso quiere decir que tienes que venir aquí... No sabes lo feliz que me haría que tu hermano conociera todo esto...

Bueno Heaven ya sabes que te amo y que siempre lo haré, y sea donde sea a donde vaya a parar ahora te estaré observando y apoyándote siempre.

PD: TE AMO MI BEBÉ Y A HARRY TAMBIÉN" -leo con la voz temblorosa. En cuanto termino rompo en lágrimas y no puedo evitar sostener la carta entre mis manos con fuerza. Harry... Prometo que algún día vendrá aquí, ya sea por su propio pie o porque le tenga que traer a rastras, sea como sea vendrá.

Paso la mirada por todo el salón y puedo ver el radiocasete que me regaló mi madre cuando yo era una niña encima de un mueble alto de madera, aún conectado a un enchufe. Me acerco lentamente y puedo apreciar que está encendido. Le doy al play y la melodía de la canción favorita de mi madre, "How can you mend a broken heart", empieza a sonar.

Cuando la canción termina desconecto el radiocaset y voy dando tumbos hasta mi sofá. Me tumbo en él y, antes de poder hacer nada más me quedo completa y profundamente dormida.

How Can You Mend A Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora