El sonido de una cerradura al abrirse despertó a Daniel.
-¡Me cago en dios!-gritó- ¿Ha sido todo un sueño?
En ese momento entró Tomas a su habitación acompañado de María.
-¿Por qué gritas?- preguntó Tomas preocupado.
-Nada importante- dijo Daniel tranquilizándole- ¿Y tú qué haces aquí?- dijo dirigiéndose a María.
En ese momento Tomas cogió las llaves de casa y les dejó solos, con la excusa de que se iba a trabajar.
-Daniel- dijo María- me gustas. La verdad esque desde que te conocí he necesitado que lo supieras.
Daniel no creía lo que estaba escuchando. Le gustaba Sandra, pero pudieron más los besos de la chica que estaba a su lado en la cama que los sentimientos por su amiga.
Daniel le quitó la ropa como en el sueño, pero la chica de sus fantasías no era la misma que ahora acariciaba su torso desnudo.
¿Cómo le iba a explicar a Sandra que se había acostado con su mejor amiga? Había sido él el que había conseguido que por fin hicieran las paces y que recuperaran lo que estaba perdido y ahora... ¿Qué iba a hacer? Le gustaba Sandra, lo sabía. Pero era otra chica la que estaba a su lado abrazándolo.
Cuando se fue María, Daniel se quedó tumbado, reflexionando en qué sería mejor para los tres. Mamá, ayúdame por favor- comentó el chico en alto, esperando alguna señal.
Se acercó a la ventana. En ese momento pasaba un coche con matrícula capicúa. Le recordó a su abuelo. Demasiadas ralladas para alguien de mi edad- pensó. Y esque Daniel debería irse de fiesta, disfrutar de su juventud. Pero había algo que no le dejaba seguir adelante, algo que le paralizaba. Quizás el miedo a perder más gente por hacer tonterías.
Decidió darse una ducha y cuando salió encontró un mensaje de Sandra en el móvil.
-Abajo en 15 min?- ponía. Daniel dudaba en qué responderle.
-Está bien, me visto y voy- decidió responderle al final.
Se puso unos vaqueros y una camisa y se echó algo de colonia de AXE, que le había comprado su amiga al haber aprobado un examen muy difícil. Se miró al espejo, había cambiado mucho desde los últimos años.
Era moreno, de ojos verdes. Ahora que se miraba mejor no estaba nada mal, su madre tenía razón. Sonrió para sus adentros y salió del apartamento.
Bajó las escaleras contento pero preocupado. ¿Qué le diría a Sandra? La verdad, claro, pero no sabía cómo hacerlo.
Llegó a su portal y cruzó el paso de cebra. Habían quedado en el parque al lado de la biblioteca municipal donde trabajaba, como siempre hacían.
En cuanto la vio no supo cómo reaccionar. Estaba muy guapa. ¿Cómo se le había ocurrido acostarse con María? ¿Por qué había fallado a su amiga de aquella forma, a la chica a la que amaba? Las preguntas se amontonaban en su cabeza mientras caminaba hacia la chica.
En el otro lado del parque, Sandra también tenía cosas que contarle, y no precisamente buenas.
-Qué bueno está... - pensó para sí misma mientras se acercaba Daniel.
Cuando Daniel llegó le señaló un banco en donde poder sentarse.
-Sandra, tenemos que hablar- dijo con gesto serio el chico.
-Yo también tengo que contarte cosas Dani- afirmó su amiga.