Capítulo 21: Un Peligro Latente.

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Capítulo 21: Un Peligro Latente.

(En la sección multimedia hay una melodía para acompañar este texto por si queréis ambientarlo)

Alexey Kuznetsov, científico militar del poderoso ejército de la Unión Soviética, se encontraba en una estación científica subterránea ubicada a escasos kilómetros de los restos de la gélida ciudad fantasma de Yakutsk, dentro de la remota área siberiana conocida como Yakutia. Era de noche y aun encontrándose en una instalación subterránea como era aquella, hacía mucho frío, por lo que Alexey estaba tiritando arrebujado entre un montón de mantas manchadas de sangre seca.

Los sistemas eléctricos que debían haber mantenido cálidas las estancias y haber convertido aquel lugar en un refugio acogedor, habían sido saboteados por uno de sus propios compañeros de expedición hacía ya quince días. Ese mismo traidor destruyó también la única vía de escape, el vehículo de exploración e instantes después, y sin ninguna razón lógica, mató a dos de sus propios mejores amigos acribillándolos a balazos.

A esas alturas, Alexey Kuznetsov, que inicialmente había partido a su misión con treinta expedicionarios más, se encontraba solo acompañado de un herido grave, todos los demás habían muerto poco a poco. En aquella tremenda soledad, totalmente paranoico, trataba de descansar sin mucho éxito después de una larga y traumática jornada. Y es que aquel día había sido un infierno para él, aunque en realidad no mucho peor que cualquier otro día desde que el grueso de la expedición regresó de las investigaciones.

Mientras en las anteriores jornadas, el miedo lo había producido la  constante duda de quien sería el siguiente en volverse loco y atacar a sus compañeros, en esas últimas horas, donde ya solo quedaba él y el malherido Dimitri, lo que de verdad le aterraba era sentir que empezaba a perder el juicio. Que nada de lo que acontecía en aquel lugar tenía sentido para una mente humana y que algo terrible e inimaginable le estaba pasando a la propia realidad que parecía estar siendo destruida, pues habían estado sucediendo cosas que se acercaban más a lo paranormal que a lo que la lógica científica podría entender.

Nervioso y asustado después de todo lo que habían visto sus ojos, no se había atrevido ni siquiera a apagar las luces de las instalaciones por miedo a que algo monstruoso y terrible apareciese de pronto y le destrozase en la oscuridad. Tal era su terror. Desde el día anterior, aquellas voces roncas y guturales, que nacían de todas partes a la vez, lo habían estado amedrentando.

Permanecía pues, sin poder conciliar el sueño,  echado en la cama; arropado con varias mantas térmicas y sujetando su pistola mientras aguardaba con nefasta certeza a que el mundo a su alrededor se volviese a transformar en aquella horrible pesadilla asesina que llevó a su compañero Dimitri a apuñalarse a sí mismo hasta quedar inconsciente.

Tiritando de frío y de miedo, expulsando entrecortadas bocanadas de vaho blanco, observó con expresión anhelante el pequeño calendario que había sobre una vetusta mesilla descascarillada junto a su chirriante y oxidado camastro. Casi lo había conseguido, solo tenía que sobrevivir un poco más y vendrían a rescatarle. Había marcado el día 2 de febrero rodeado con un círculo rojo. Lo había señalado él mismo para darse ánimos y albergar esperanzas de salir de aquel lugar con vida. Tan solo le quedaban dos días para que lo evacuasen de aquellas centenarias e inhabitables instalaciones subterráneas. Dos largas jornadas en las que esperaba no perder la razón como su compañero, y poder así contar a sus superiores los perturbadores acontecimientos que allí habían sucedido. ¡Ojalá hubiese podido dar buenas noticias!

Alexei, consternado por su situación, miró al herido que tenía a su lado. Aunque lo mantenía vivo y sedado con la esperanza de poder salvarle, se había visto obligado a atarle de pies y manos por miedo a que también se volviese hostil y tratase de matarle. Con la cantidad de cosas que había visto los días anteriores, prefería no correr riesgos innecesarios. Morir ya no era solo una cuestión propia, perecer podría implicar la destrucción de la madre patria. En verdad ahora comprendía cuan valioso sería su relato para el futuro de su país.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora