Capitulo 1: Sin Piedad, Sin alma. (2ª Parte) Edición Final.

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Capítulo 1:

Sin Piedad, Sin Alma (2ª Parte).

Johan Niderheim era un hombre soltero de cuarenta y tres años que siempre se había caracterizado por su gran capacidad para embaucar a las personas para que realizasen tareas que le beneficiasen. Era un personaje que, a pesar de presentar sus primeras canas, resultaba atractivo para las mujeres. Poseía un físico atrayente. Era alto y delgado, con un gusto exquisito por la buena ropa, por lo que era normal verlo ataviado con costosos trajes de chaqueta y corbata. En tiempos pretéritos había procurado ser una persona discreta, tratando de mantenerse en un segundo plano, aunque siempre manejando una gran cantidad de hilos. Tan bien lo había estado haciendo que los ciudadanos casi ignoraban quién era realmente aquel que controlaba el urbanismo de la ciudad de Múnich. Johan había sido una persona precavida y escurridiza, difícil de localizar. Sin embargo, con el tiempo, se volvió una persona tan vanidosa y segura de sí misma que olvidó quiénes lo habían alzado hasta su actual posición.

Sabiéndose protegido por la todopoderosa SEGDIAN -una empresa privada vinculada estrechamente al gobierno-, había declarado la guerra a sus antiguos camaradas con la intención de olvidar su oscuro pasado mafioso y limpiar la ciudad de todo crimen organizado. Del anonimato casi absoluto, había pasado a convertirse en una especie de adalid contra el mal, y ese repentino cambio tenía una explicación muy evidente: Johan Niderheim se había enamorado de una jovencita de veintidós años a la que había conocido en un bar de copas. Desde ese momento, el en otro tiempo maquiavélico y prudente concejal de urbanismo pasó a convertirse en un problemático caballero de gentiles ideales que trataba a todas horas de impresionar a su amada para que esta lo admirase. Una traición que, sin duda, molestaba enormemente a las mafias que operaban en la ciudad. Pero, en aquel cambio de actitud, el concejal había cometido un gran error: descuidó su seguridad y se volvió previsible. Y esa falta de cuidado le había llevado a repetir, día tras día, el patrón que últimamente había estado llevando su vida.

Como cada mañana, se había levantado a las nueve en punto en su enorme ático, ubicado en una de las zonas más ricas de la ciudad, y había tomado un escueto desayuno que preparó uno de sus sirvientes. Después, ojeó el periódico y la siguiente hora la dedicó a ponerse sus mejores galas para la cita diaria con Sabine. El dandi procuraba no repetir traje cuando iba a verla, pues, a pesar de su aparente confianza, temía perderla si dejaba de impresionarla. Así que aquella mañana puso bastante interés en su vestimenta. Una vez estuvo acicalado, escogió uno de sus vehículos y marchó en dirección al hotel de lujo Freier Himmel. En él, concretamente en una de las mejores suites, esperaba Sabine ansiosa por volver a verlo.

El viaje por la ciudad duró media hora y se le hizo eterno. Cuando llegó a su destino, aparcó frente a las lujosas puertas de mármol de la entrada. Un botones, vestido con el clásico uniforme rojo, lo esperaba como siempre para abrirle la puerta y aparcarle el auto. Johan salió del coche, sonriente, y le dio una sustancial propina al empleado a cambio de que le otorgase un trato especial a su vehículo. Impaciente, entró en el hall principal sin percatarse de que, al otro lado de la calle, alguien había estado esperando su llegada y telefoneaba para dar el aviso.

El encuentro entre Johan y Sabine fue apasionado. Ella sentía una profunda admiración por el concejal y lo deseaba ardientemente. Joven e ingenua, Sabine estaba fascinada por los exquisitos modales y formas del político convertido en galán. Hicieron el amor varias veces hasta quedar exhaustos y después charlaron animadamente como dos adolescentes enamorados.

En su disfrute mutuo, nada de los acontecimientos que ocurrieron en varios lugares de la ciudad, a muchas manzanas de allí, llegó a sus oídos. Tampoco el ruido de las sirenas de los bomberos y de la policía, que quince minutos después recorrieron las calles a gran velocidad, pudo traspasar las paredes insonorizadas del Freier Himmel, por lo que la feliz pareja permaneció ignorante a los extraños sucesos que, en realidad, conspiraban contra el concejal.

A2plus: Esencia Evanescente I y II (YA EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora