Confidencia

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Nami salió de la cocina acompañada de Sanji.

- Ya ha salido el sol.- Comentó la navegante.
- Hi, desde hace media hora o más.- Respondió Sanji mirando el cielo.

Se percataron que a unos escasos metros de la puerta de la cocina se encontraba el capitán.

Luffy miraba el barco de las Kuja como era su costumbre y en sus manos mantenía la vivre card.

- Buenos días

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- Buenos días.- Le dijo Nami desconcentrándolo.
- ¿Ah? - Respondió el capitán distraído mientras escondía el pedazo de hoja con sus manos.
- ¿Qué haces despierto? - Preguntó Sanji.

Luffy se quedó en silencio y miró de nuevo sus manos, abrió el puño y apreció la vivre card, volvió a cerrar la mano.
Tomó su sombrero y la guardó.

- Tenía hambre.- Respondió mientras se colocaba el sombrero.
- Ah...- Dijo Sanji incrédulo.
- ¿Ustedes dos estaban solos en la cocina a esta hora? - Preguntó el mugiwara.
- Ahh...- Nami se quedó sin respuesta.- No tiene importancia.
- Claro.- Contestó ahora incrédulo Luffy.- ¿Ya está el desayuno?
- Aún falta un poco, puedes pasar a esperar y te preparo algo.
- ¿Eh? No, voy a dormir un poco más. Los veo más tarde.

El capitán se echó a caminar mientras se iba estirando.
Nami y Sanji lo observaron irse.

- Sanji-kun...
- Dime Nami-san.

Ambos continuaban viéndolo.

- ¿Aun estoy dormida o Luffy rechazó comida?

El cocinero empezó a reír.

- No lo sé, ustedes dos están despiertos a esta hora, no sé si todo está bien en el mundo.

Nami fue quien comenzó a reír esta vez.

- Ve a descansar Nami-san, te veo más tarde.
- Hi Sanji-kun.

El día había comenzado para todos ya, todos tenían sus actividades.
A excepción de Hancock y Nyon, las kuja estaban en el Sunny sin problema.
Zoro y Micco habían restablecido su conexión al igual que Margaret y Sanji.

Sin embargo la tensión que se había vivido permaneció.

Cuando Nami y Robin no tenían tareas por hacer, acostumbraban a estar juntas en la parte de arriba de la cubierta tomando el sol.

- Qué día tan agradable.- Dijo Nami un poco somnolienta.
- No has dormido bien, ¿Cierto? - Preguntó la arqueóloga.
- No pero con la siesta que tomé me siento un poco más descansada.

Robin sólo le sonrió.
Después de un momento juntas la arqueóloga habló.

Después de un momento juntas la arqueóloga habló

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