1: El arrepentimiento.

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-¿Sabes qué? Vete a la mierda, Wesley. –Dijo tomando su abrigo, sin antes lanzarle una mirada de odio al pelirrojo, sabía que era cuestión de horas, pero de todos modos la hizo enojar muchísimo. –No me esperes para cenar. –Dijo cerrando la puerta de un portazo.

Salió de la madriguera a todo apuro, acomodándose el abrigo dado que las noches ya no eran tan cálidas como en el verano. Sacó su varita y se desapareció por arte de magia, apareciendo en un callejón de Londres. La castaña sabía muy bien donde apareció, dado que siempre que viajaba a Londres se aparecía ahí mismo. Caminó hasta salir del estrecho y sucio callejón y llegó a una calle algo transitada por vehículos, pero no por peatones.

Camino algunos metros y abrió la puerta de un bar al que ella asistía algunas veces con Ginerva Wesley, mejor dicho Potter, su mejor amiga. El hombre detrás de la barra la saludó cuando se sentó en su sitio habitual, pero frunció el ceño al percatarse de la ausencia de la pelirroja.

-Buenas noches, Hermione. ¿Esperando a Ginny? –Preguntó el barman.

-No Robert, hoy vengo sola. Un whiskey por favor. –Pidió Hermione.

-A la orden. –El viejito le guiñó el ojo, Hermione rió, siempre se portó así de amigable con ellas.

De un instante a otro Hermione se vio bebiendo como loca, ya iba por su cuarta ronda, maldiciendo por lo bajo a Ron. Era raro verla beber tanto, con suerte bebía una pequeña copa de vino cuando llegaba con Ginny y ahora se estaba bebiendo la botella entera de Whiskey ella sola, se notaba que estaba furiosa.

-Creo que ya deberías detenerte, Hermione. –Dijo Robert acercándose a ella, viendo cómo ella misma se llenaba nuevamente su vaso.

-Yo me detendré cuando lo crea necesario. –Dijo Hermione cortante, sin darse cuenta que estaba maltratando a un amigo.- Al fin y al cabo mientras más beba más ganarás. –Dijo por último y vació el vaso de Whiskey en su boca, entero.

Robert observó la actitud de la castaña y enseguida se dio media vuelta para continuar atendiendo a sus otros clientes.

Una cabellera rubia se asomó por la ventana y entró con el ceño fruncido, sus ojos grises observaban el lugar, específicamente observaban a una mujer que estaba bebiendo como si fuese el último día de su vida y sonrió con malicia al verla así, sin duda se burlaría de ella.

-No esperaba ver a la señorita Granger aquí y en estas condiciones. –Dijo el rubio.

-Vaya, miren quien está aquí, es Malfoy. –Dijo riendo a más no poder, ya había acabado su sexta ronda. –Siempre tan oportuno. ¿Qué te trae por aquí? ¿Vienes a meter tus narices donde no te llaman? –Lo atacó de la nada

Malfoy observó a Hermione y luego dirigió su mirada a la botella de Whiskey, la cual estaba tan limpia que parecía nueva y recién abierta, solo que estaba casi vacía y Hermione ya estaba llenando su vaso nuevamente.

-¿Cuánto has bebido, Granger? – Preguntó con el ceño fruncido, Hermione nunca dio indicios de alcohólica.

-Creo que este vaso es el séptimo. –Dijo observando el cristal, que estaba teñido de marrón ámbar, acto seguido se lo lleva a la boca y vacía completamente el líquido, el cual desde un principio casi rebalsaba el vaso y ahora este estaba vacío. –Creo que iré por la octava.- Rió.

-Es hora de que vayas a casa. –Dijo observando el reloj que colgaba de una pared cerca de la barra, el cual marcaban la una de la mañana.

-¡No quiero! –Gritó. –Oye, ¿Siempre tuviste tus ojos así de hermosos? –Gimoteó antes de estallar en una carcajada.

La hija de Malfoy Y Granger &: Los ojos de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora