Prologo.

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Prologo.

Ocultarse detrás de una dura actitud es su arte, aunque en su infancia solía ser una niña sobresaliente en sus clases, ya no lo era. Todo había cambiado cuando creció, junto a la separación de sus padres ella había cambiado su personalidad, o tal vez solo dejo de ocultar sus sentimientos y dejo que mil demonios se apoderaban de su cuerpo. No llegó a convertirse en lo peor del mundo, pero así la hacían ver los demás, su alrededor solo pensaba que estaba loca, y sí, tal vez ella lo estaba.

Sus ojos fijos en el cuaderno que reposaba sobre su escritorio, sonrió al recordar cómo su madre le había aconsejado escribir en un cuaderno todo lo que durante el dia habia sucedido. Se rió al escuchar esas palabras salir de los labios de su madre, pero dejó de ser absurdo desde el día en el que se había marchado sin explicarle porqué o si volvería.

Pasaba hoja por hoja buscando la última nota que había escrito el día anterior. Cada vez que caía la noche se encontraba sentada frente el escritorio escribiendo sobre ese dichoso cuaderno que mantenía guardado cada fragmento de su vida.

Nota n°57 "Otro día más, como los demás"

La rutina de tantos años, hasta me siento avergonzada de no poder escribir algo interesante, debe ser terrible tener que soportarme con tanta mierda encima, hasta siento lastima de ti pequeño cuaderno. Debe ser doloroso que esté escribiendo sobre ti sin piedad, pero claro; ¿eso hacen los demás verdad? No piensan en tus jodidos sentimientos, no les importa para nada, solo les interesa ellos mismos aunque hay alguien más con verdaderos problemas. Están las típicas huecas que una uña rota es catastrófico, pero no, ¡eso no es para nada malo!.

El fuerte estruendo del cuaderno cerrándose de repente resonó por toda la habitación. Pensaba que se veía como una idiota haciendo esas cosas, que para ella, solo las niñas escriben estupideces en un estúpido diario. «Pero es solo un cuaderno, no un colorido diario de princesas», se convenció a sí misma.

Se sentía fatal al pensar cómo se burlarían los demás si se enteraran de su afición; como garabatear en un cuaderno.

Pero al menos habían llegado las vacaciones, tres meses de libertad lejos de la horrible preparatoria, que aunque el lado bueno era que le faltaba un año para finalizar su ciclo y dejar de tener que soportar a sus ancianos profesores. El resto era solo decorado, no identificaba persona alguna que estuviese a su alrededor, no interactuaba con nadie y trataba de ser invisible, pero nunca lograba pasar desapercibida. Sus compañeras, o las "zorras" como las llamaba ella, insisten en molestarla cada día, pero las detenía insultandoles o amenazando con golpearlas.

La puerta sonó un par de veces, rápidamente sus manos escondieron el cuaderno dentro del cajón de su escritorio. La puerta fue abierta lentamente y la figura de su padre se asomó con una media sonrisa.

- ¿Cenaras? - se adentro a la habitación observando a su hija como se levantaba de la comoda silla para encaminarse hacia la cama.

- No recuerdo haberte dejado pasar. - hizo las sábanas a un lado y tomo su móvil que reposaba en la mesita de luz. - no tengo apetito.

- ¿Podríamos al menos alguna vez compartir algo juntos?

- Estamos intercambiando palabras en este momento.

Se dejó caer sobre la cama sin prestarle atención a su padre, este se sentía irritado.

- Mike puedes irte a donde sea, pero déjame en paz, me estorbas.

- Acaso no me respetaras, soy tu padre. - se pasaba la mano por el pelo furioso. - ¡Ambar Nicole!

El fuerte grito de su padre resonó por toda la habitación, ella se sobresalto al escucharlo, nunca le habia gritado de esa forma, ni muchos menos había utilizado su segundo nombre para dirigirse a ella.

- Vaya, es sorprenderme cuando tratas de imponer autoridad, tal vez debiste gritarle de la misma forma a mama para que te prestara atención y se quede.- rió melancólica. Aún no soportaba todo lo que había pasado en esos largos años, su relación con su padre ya no era la misma, ni siquiera se dirigían la palabra y la felicidad se había marchado de esa casa, junto con su madre.

- ¿Puedes dejar de ser asi conmigo?, sigo aquí preocupándome por ti, pero siempre construyes un muro entre nosotros.

Su corazón latía con prisa, el punzante dolor dentro de su pecho era terrible. Ese muro que sin pensar ella creaba era para protegerse de todo aquel que intente entrar en su vida, en su mundo. Aunque tenga que renunciar a sus sueños o a aquellas personas que quiere; como su padre, lo mejor era mantener fuerte el muro que dividía su corazón y la felicidad. Cómo ser feliz y confiar en las personas después de lo que había pasado con su madre. Si ella la había dejado ¿porque los demás no lo harían?.

- Debo salir de viaje, tengo mucho trabajo que hacer en francia. No quiero dejarte sola, no se cuanto tiempo tendre que estás allí, pero le he pedido a tu primo James que venga a quedarse contigo al menos para procurar que estés bien.- suspiro frustrada, ella creía ese perfecto muchachito no era compatible con ella, ambos eran muy diferentes; él un inteligente cerebrito que obtenía las mejores calificaciones, y claro, no tenia vida social por eso; ¿no hay nada mejor que estorbar la suya?. Aunque tal vez no sea cierto, ¿y si ella no lo conocía muy bien?

- En verdad no me interesa, tal vez si no regresas no me daré cuenta.

Dulce Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora