Capítulo veinte.

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Capítulo veinte.

La relación de amistad que habíamos construido con Logan se mantenía fuerte, mi miedo por perderlo me había abrumado demasiado a decir verdad. Le di otro sorbo a mi taza de café y luego le di un mordisco a mi tostada, esa mañana hacía más frío de lo normal. La tormenta entre James y yo había cesado, nuestra relación de primos se mantenía bien, para mi estaba bien poder charlar con él cuando estaba aburrida y molestarlo de vez en cuando se sentía bien. Busque con la mirada al sueño de aquel gruñido y note a James fruncirle el ceño a su móvil mientras murmuraba algunas maldiciones, me reí internamente, era gracioso cuando se veía molesto.

- Vaya humor. - bromeé bebiendo un poco más de café, él simplemente suspiró y guardó el aparato en su bolsillo trasero.

- Buen día. - sonrió de lado y como me lo veía venir, sin permiso agarro la taza de café que yo estaba bebiendo y se la llevó a la boca. Quise gritarle pero de nada iba a servir, me enfurezco cuando tomo mi tostada y se la comió, era el colmo.

- ¿No puedes prepararte un puto desayuno por ti mismo? - exclamé poniéndome de pié, él simplemente dejo la taza sobre la mesa y trago el líquido alzando sus brazos con inocencia.

- Creí que era para mi, ultimamente me atienden muy bien. - soltó con sarcasmo, quise golpearlo al instante pero me detuve cuando estuve tan cerca y su aroma me descolocó.

Sus brazos me abrazaron por la cintura y por inercia lo rodeo con mis brazos por el cuello, James aspira mi fragancia cerrando los ojos y sonríe soltando todo el aire contenido. Hacía tanto tiempo que no estabamos asi de cerca y me sentía enferma, no quería volver a cometer el mismo error pero joder, James era el pecado mismo y quería morderlo como a una jugosa manzana. Nuestros ojos se observaban, nos mantuvimos en silencio por un tiempo indefinitivo, su pecho subía y bajaba junto al mió.

- Extrañaba tenerte cerca. - susurro rozando sus labios en mi mejilla, inclinó su cabeza y plantó sus labios contra los míos. Definitivamente colapse mentalmente, de seguro este era mi fin y iba a disfrutarlo.

El beso era intenso, con necesidad, no habíamos conectado nuestros labios en unos dos días enteros y todo había pasado a ser condición en ellos, pero ahora tenerlo así tocándome y besándome era la gloria. La imagen de Logan declarándose apareció en mi cabeza y sentí culpa, estaba traicionandolo de alguna forma. Aunque estaba rompiendo con muchas de mis palabras y principios, le segui el beso de tal forma que nuestros cuerpos se calentaron. Quería volver a sentirlo, tan dentro de mí perdiendo el control de nuestros actos, había sido magnífico la primera vez que imaginar la segunda y las siguientes era como estar en el paraíso. No me permitió pensar más cuando sus manos quitaron mi blusa, separamos nuestros labios para tomar aire y aproveche para quitarle su camisa y lanzarla lejos, acaricié con las yemas de mis dedos sus abdominales y por dios, se sentía bien. James gruño en mi oído mordiendo el lóbulo de mi oreja, lo abrace con mis piernas cuando me alzo para sentarme en la mesa, su erección roso con mi bajo vientre y lo oí murmurar algunas maldiciones, eso por alguna razón me había excitado muchísimo. Baje mis manos hasta los botones de sus vaqueros, cuando los baje mordió con fuerza mi cuello y yo solté un fuerte gemido de placer, no sentí dolor para nada y eso estaba asustandome, me volvía una jodida masoquista a veces. Metí mi mano izquierda dentro de su bóxer en busca de su erección, su gemido me hizo saber que disfrutaba el placer que le estaba proporcionando con mi mano, era nueva en esto y quedaba claro que no era una experimentada como cualquier otra zorra con la que se acostaba, pero supongo que lo hacía bien. Me ayude con mi otra mano a bajar su bóxer, James alejo mis manos de su gruesa y prominente erección, me asuste pensando que estaba haciendo las cosas mal o tal vez lo había lastimado.

- Lo siento, yo... - me quede sin palabra, él sonrió y negó con la cabeza.

- Ansio por llenar tu boca con mi pene, pero ahora quiero disfrutarte. - subió su bóxer ocultando su erección aunque resaltaba demasiado.

Sus labios buscaron los míos, mordió con fuerza el superior y luego lo lamió, estaba demasiado acalorada, sus caricias me enloquecen y cada vez que besaba cada centímetro de mi cuerpo llegaba al cielo. Bajo por mi cuello mordiendo y chupando, probablemente eso deje marcas, pero qué más da. Siguió por mi hombro, luego por el pecho y quito mi sujetador dejando mis senos libres, se llevo el derecho a su boca y jugó con el, mordiendo y lamiendo, repitió la misma acción con el izquierdo dándome escalofríos. Ya era suficiente, lo necesitaba a él más que nada, había logrado que me excitara bastante, era un experto; sabe como tocarme, cuales partes eran más sensibles que otras y lo hacía a la perfección. Pero como todo era perfecto y en mi vida eso no es bienvenido, el timbre sonó interrumpiendo nuestro momento de lujuria, nos miramos asustados y con nervios comenzamos a vestirnos. James me alcanzo el sostén y la blusa que había arrojado hacia quién sabe dónde, cuando termine de acomodar mi cabello lo vi tratando de acomodar su erección para que no se notase, pero era en vano. Sonreí abiertamente y él me miró serio, cambié mi cara desviando la mirada hacía otro lado.

- Ve a darte una ducha fría, yo puedo atender y distraer a quien sea que nos haya interrumpido. - carraspeo señalando su bulto, él niega con la cabeza y termina de abotonar su camisa. El timbre vuelve a sonar y quiero golpearme la cabeza contra la pared.

- No pienso dejarte sola. - fruncí mi ceño, ¿acaso algo estaba pasando?. Me encogí de hombros y sali de la cocina caminando hasta la puerta, James me siguió a paso lento y llegó hasta mi en el momento que abro la puerta.

La figura de una mujer muy guapa y bien cuidada se presenta delante de mí, ella sonríe y joder es hermosa, espera, yo conozco esa sonrisa. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, aquella mujer de entre 40 y 45 años estaba parada enfrente de mí sonriéndome y me parecía familiar. Su cabello negro largo y ondulado, sus ojos verdes cristalinos, esa sonrisa que rondaba en mi cabeza, la misma que había visto de niña. Mi mundo se detuvo, deje de respirar por unos segundos, sentí ganas de vomitar, tal vez era solo un sueño.

Di un paso hacía atrás siendo inconsciente de mis actos, choque con el cuerpo de James, este acarició mis hombros y susurró; ella es Marisa, tu madre. Y no hacía falta que él lo dijera, yo ya lo sabía, aunque no la había visto durante años recordaba su rostro porque era lo único que me había quedado de ella. Mis ojos se cristalizaron y corrí hacia el baño de invitados, lance toda mi dignidad por el inodoro, sentí las manos de James recoger mi cabello en una coleta mientras acariciaba mi espalda. Lave mi boca con enjuague bucal después de lavar bien mis dientes, no queria apestar a vómito. Miles de preguntas invadieron mi cabeza, ¿acaso ella sabía lo que me había hecho? ¿era consciente del daño que le había provocado a mi corazón?.

Salí y la vi tan relajada tomando asiento en el sofá, mientras que yo estaba pálida con nauseas, le pedi mil veces a James que llamara a Logan porque creía que me daria otro ataque, este se negó y dijo poder ser lo suficientemente bueno como para ayudarme y calmar mi pánico, pero la verdad era que Logan era mi blanco y James mi gris. A regañadientes me hizo caso y le envió un mensaje, de seguro rogaba porque este no apareciera pero como es normal en Logan, él apareció de inmediato y se paró a mi lado viendo a la misma mujer me había abandonado.

- Has crecido demasiado. - sonrió con dulzura, quise vomitar otra vez, no podía entender como se dignaba a aparecer. - no he dejado de pensar en como estaria, princesa. - se puso de pie para acercarse pero me escondi detras de Logan.

- ¿Por qué lo hiciste? - pregunte cabizbaja cubriendome con el ancho cuerpo de mi amigo, parecía una niña. Ella no emitió sonido, y por el amor de dios eso me enfureció. - once jodidos años, once malditos cumpleaños en los que lo he pasado como la mierda misma, miles de días soportando a un hombre destrozado y furioso, por tu culpa, por tu maldita culpa. - respire profundo para contener mis lágrimas, no iba a llorar, no valía la pena. - nunca pensaste en mí ni en nadie, te importo muy poco que yo fuera un niña y te fuiste, ¿por qué?.

- Tu padre me engañaba, aunque estaba obsesionado conmigo él lo hacía y tuve que alejarme. - me reí con ironía, la odiaba a decir verdad, ni ella podía explicar por qué.

- ¿Y por qué no me llevaste contigo? - ella suspiro y miro hacía James, este suspiro casino y supe que él se había esforzado por traerla, tal vez ella tampoco quería verme. - vuelve por donde viniste y escucha bien - la señala saliendo de mi guarida. - nunca jamás en tu miserable vida vuelvas a acercarte a mí ni a esta casa, de ahora en más estás muerta para mi. ¿Escuchaste?, muerta; así como yo lo estuve durante años.

Dulce Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora