Capítulo veintisiete.
Por suerte todo pasó rápido, sin ningún esfuerzo o preocupación de mi parte llegamos a destino; las luces de París son magníficas, ni hablar las atracciones y sus ciudadanos. El vehículo que nos fue a recoger en el aeropuerto se adentro a una gran mansión, las rejas de color plateado se abrieron para nosotros, de repente el motor deja de rugir y James mueve mi hombro para cerciorarse de que estoy viva. Me bajo admirando lo inmenso que es aquel lugar, fascinada sigo al chófer que nos dirige dentro de la casa, la puerta de madera se abre para mí mostrándome unas paredes rojas perfectamente pintadas. Mi padre se aparece enfrente de mí con una inmensa sonrisa, me asusta demasiado, parece más a la sonrisa de un psicópata que la de un padre feliz. Junto a él se sitúa una bella mujer pelirroja de ojos verdes, lleva un vestido negro con lentejuelas corto por la mitad de los muslos y unos zapatos del mismo color. Su sonrisa me hace sentir avergonzada, yo no estoy formalmente vestida como ella, no creí que fuera importante mi vestuario.
- Al fin llegaron. - Mike corta la tensión como si pudiera escuchar los latidos nerviosos de mi corazón. No soy capaz de contestarle algo, por lo que le agradezco a James cuando asiente sonriendo.
- Un gusto en conocerla señora, mi nombre es James. - este le tiende su mano para estrecharla y la mujer la recibe gustosa.
- Igualmente, llamame Elizabeth por favor. - observo sus acciones refinadas de toda lady y me siento como fuera de este mundo tan cool. James asiente con una sonrisa, lo cual logra derretirme, necesito golpearme.
- Ambar. - logro decir cuando ella enfoca su atención en mi. Le tiendo mi mano y la recibe sin vacilar, sonrie de lado como si estuviéramos en confianza. Ella es muy bonita, ya veo porque mi padre está loco por esa mujer.
- Vaya hija, me sorprende que no hayas sido grosera aun. - exclama mi padre colocando sus manos en los bolsillos de su traje. Ladel la cabeza mostrándole mi mejor sonrisa sínica.
- No lo arruines, puedo ser lo peor cuando me lo propongo y lo sabes, así que no me pinches porque no sabes lo cuanto deseo soltar un par de dulces palabras. - James me codea suavemente, refunfuño cruzandome de brazos y miró a la nueva esposa de mi padre, ella me mira con amabilidad y eso me irrita. - estoy excelente, gracias por preguntar. - mi sarcasmo es evidente, Mike suelta una carcajada como si le hubiese contado un buen chiste, pero no me importa. Toda mi atención se centra en otra pelirroja; pero este de mi edad aproximadamente, que se nos une.
- Ella es Tessandra, mi hija. - la nombrada nos sonríe como modelito y se aproxima para saludarnos con un beso a ambos. Me quedo tan hipnotizada viendola, es perfectamente hermosa, dios la había hecho hermosa y no eso me daba envidia. Note como sus mejillas se tiñeron de rojo cuando James no podía dejar de mirarla fijamente, de seguro le gustaba esa niñita rojita. - deben estar cansados, Matt los guiará a sus habitaciones.
Asiento, un joven pelinegro con traje nos hace una seña para que lo sigamos mientras recoge nuestras maletas, ayudó con dos maletas y empujo a James para que camine junto a mi mientras me despido con una sonrisa. Subimos unas escaleras hasta encontrarnos con un largo pasillo, el pelinegro se para en seco frente a una puerta marrón al final del pasillo.
- Por el momento dormirán en la misma habitación, aún no hemos terminado de preparar la habitación de usted, señorita Cooper. - vaya mi suerte. James y yo asentimos, puedo notar las comisuras de sus labios alzarse pero trato de ignorarlo.
- Esta bien, de todos modos planeo quedarme aquí por una semana, no es necesario una habitación personal. - encogo mis hombros. El pelinegro se quedó en silenció y desvía su mirada hacia mi primo, este solo carraspea la garganta y me empuja dentro de la habitación. - no era necesario.
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Dulce Pecado.
Teen FictionElla, solitaria y de muy mal carácter, no le importa lo que los demás o su padre piensen de su personalidad, no iba a dejar que le pasaran por encima. Su relación con su padre no es la mejor y con su madre, ni hablar. Odia las promesas y estar sola;...