Capítulo 1

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Capítulo 1.

Mi primera mudanza.
Sí, por fin, después de pasar toda mi vida en el pequeño pueblo natal de mi madre.
Al parecer a mi padre le han trasladado en el trabajo, y nos hemos tenido que venir a Los Ángeles. Mi madre me dijo que hace un par de semanas fueron a una agencia inmobiliaria y que ya habían encontrado una casa, y a buen precio.

Después de horas metida en el coche, llegamos hasta el que sería mi nuevo hogar. Me quedé asombrada, era enorme y desprendía un aura intrigante.

- ¿Qué te parece?- Preguntó mi padre mientras sacaba las maletas del auto, yo le sonreí en respuesta.

- Si quieres puedes entrar y buscar habitación- Sugirió mi madre, asentí y fui corriendo hasta el segundo piso donde me encontré con un largo pasillo, pasé por cada habitación hasta que me detuve en una que constaba de una cama, un par de muebles y una pizarra encima del escritorio. Me pareció perfecta.

Volví a bajar y me encontré con mis padres hablando con una señora de la agencia.

- La ley me obliga a decirles que les pasó a los anteriores inquilinos, al parecer decían que está casa estaba poseída por demonios, fantasmas...y huyeron sin siquiera venderla -dijo con tono serio y calmado-, pero eso son tonterías -dijo cambiando su expresión drásticamente-, lo que se inventa la gente.

Mis padres se rieron también y yo sólo hice una mueca que simulaba ser una sonrisa.
Después de que la señora se marchara y de que los camiones de la mudanza dejaran los muebles y cajas, yo me subí a mi habitación con mis cosas, coloqué sábanas nuevas a la cama y me puse a sacar todo lo que había traído de mi antigua casa mientras escuchaba música en mi móvil.

Cada poco sentía la sensación de ser observada, pero supuse que eran paranoias mías y seguí con lo mío.

Oí unos leves golpes en la puerta, era mi madre.

- ¿Te gusta, _______?- Me preguntó recargada en el umbral de la puerta.

- Sí. -contesté sonriendo- Se nota que tiene espíritu.

- Bien, estaba preocupada. -dijo soltando un suspiro- Se que no estabas muy acostumbrada a salir fuera del pueblo y que nos mudáramos así de repente casi sin avisarte...

- Tranquila -la interrumpí-, estoy bien, la casa es perfecta. No te preocupes. -la dije, tranquilizándole.

Me sonrió y pareció recordar de repente para que había venido:- Por cierto los vecinos acaban de venir, ven a conocerlos.- salió de la habitación y yo, sin más, la seguí.

- Sabes, la vecina tiene un hijo de tu edad, podríais haceros amigos. -Dijo sin más mientras bajaba las escaleras. Hice una mueca de desagrado, mi madre sabía perfectamente lo mal que se me daba hablar con los chicos, ¿y ahora pretendía que fuera amiga de uno?

Llegamos hasta la cocina y ahí estaban parados una mujer que parecía rondar los cincuenta -quizá sesenta-, al lado de ella estaba una chica que parecía sufrir alguna tipo de enfermedad, y por último había un chico de cabello rubio, estaba de espaldas pero podía afirmar que era joven. -Este debe ser el chico que dijo mi madre- pensé.

- Ya he vuelto -dijo mi madre con ese carisma que yo nunca heredé-. Os presento a mi hija, ________.- Les sonreí- ________, ellos son Constance -Dijo apuntando a la mujer mayor-, Adelaide- apuntó a la chica de cabello negro.- y Tate -Dijo por último, el chico no se había volteado hasta ahora. Cuando lo hizo me perdí en sus oscuros pero profundos ojos, casi se me corta la respiración. Encima de eso, me regala una sonrisa mostrando su perfecta dentadura que parecía sacada de un anuncio de dentífricos.

No pude evitar sonrojarme, pero trate de disimularlo mirando hacia otro lado.

- ________, cariño, porque no vas con Tate hasta el salón y habláis o algo.- Mi madre me miró con optimismo, mientras yo le di una mirada horrorizada.
Como me hace estar a solas con un chico que, además de no conocerlo, hace que mis mejillas ardan. ¡No voy a poder ni mirarle a la cara!

- Claro. -Contestó él. ¡Dios! Que voz.

Se levantó de su silla y salió de la cocina. Al ver que yo no me movía me hizo un gesto con la mano y me sonrió.

- Venga, que no muerdo. -dijo a modo burla. Suspire y le devolví la sonrisa.

Llegamos al salón, Tate se tiró en el primer sillón que vio, y yo me senté en el sofá de al lado.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Mis ojos estaban pegados en mis manos, hasta que en un atrevimiento le dirigí la mirada. Me quedé, otra vez, sin aliento, no se como lo hacía. Estaba sentado con las piernas dobladas, con las manos encima de sus rodillas y la cabeza apoyada encima de estas, me estaba mirando con una sonrisa.

- ¿Y que hace una chica como tú, en un sitio como éste? -me preguntó rompiendo el silencio.

- A mi padre le trasladaron en el trabajo y tuvimos que venir aquí. -dije con simpleza. Me incomodaba un poco el estar con alguien prácticamente desconocido. Supongo que mi madre me lo presentó porque sabía cómo soy, en mi anterior hogar, a pesar de haber pasado toda mi vida en él, sólo tenía un par de amigas. Y ahora que nos hemos mudamos estará preocupada de que no los haga.

- No hablas mucho, ¿verdad?- volvió a preguntar él. Aunque yo seguramente le estuviera dando una mala impresión de mí, él seguía sonriendo.

- No...es eso, es sólo que, no estoy acostumbrada a hablar con desconocidos. -solté un suspiro y le volví a mirar a los ojos.

- Si quieres podemos jugar a un juego, sólo para conocernos más.- Dijo entusiasmado como un niño.

- Vale.- acepté, después de la sonrisa que me dio era incapaz de decirle que no, además, no era mala idea.

- Bien, yo te pregunto algo y tu me tienes que responder, con sinceridad, y luego lo hacemos al revés, tu preguntas, yo respondo. -Me gustó la idea así que asentí. Empezó él.

- ¿Tienes novio?

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Gracias por llegar hasta aquí y, bueno, hasta aquí el primer capítulo. Espero que os gustara😆 y porfavorsiwis déjenme sus reviews, me ayudarían mucho a seguir.

Nos vemos en el siguiente capítulo😊

[Entre los límites] Tate y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora