Jenn y yo fuimos de compras después de clase, así que ya estamos regresando a la casa. Se supone que Angie se encargaría de la decoración.Jenn estaciona el coche en el coche como puede (hay muchísimos autos atravesados), creo que la fiesta ya empezó. Bajamos del auto y Jenn abre la puerta de la casa.
—¡Angie, ya trajimos las golo...! —comienza a decir pero deja la oración a medias.
Y sé por qué.
La casa está infestada de gente. Todos están por todos lados, compañeros de clase, el equipo del instituto, James, Cameron, el club de cine... ¿Cameron está aquí? ¿Quién lo invitó?
Jenn me jala por la sala para llevarme a la cocina. Pasamos diciendo «disculpa» o «con permiso» entre la multitud. Cuando encontramos la puerta de la cocina me encuentro con la mesa repleta de vasos y gente, gente que parece desesperada por coger sus vasos que tienen..., ¿alcohol? ¿Quién trajo alcohol?
Una pareja se está besando apasionadamente sobre una silla. Esto no puede ser más asqueroso.
Jenn sonríe y toma dos vasos de la mesa, me ofrece uno pero lo rechazo. Ella pone nos ojos en blanco y busco una puerta para salir de aquí. ¿Dónde estará Angie? Salgo al pasillo que da a la planta de arriba, tal vez Angie esté en su habitación.
Subo las escaleras y veo las habitaciones. La habitación de mi madre al principio, la de Angie al lado, la mía al fondo y dos habitaciones extras. Me dirijo al cuarto de Angie, abro la puerta sin tocar y me encuentro con una escena incómoda: Dylan y Angie se están besando en la cama.
Me aclaro la garganta para hacer notar mi presencia y escucho a mi hermana reír.
—¿Me podrías explicar por qué hay vasos llenos de alcohol en nuestra cocina? —le exijo saber.
—Vodka —me corrige.
—Ah, lo siento. Perdón por confundir el alcohol del vodka, porque el vodka no contiene alcohol ¿verdad? —le digo con ironía.
—Es licor —contesta, poniendo los ojos en blanco; y por fin, se quita a Dylan de encima.
—Angie.
—Vamos, Alicia, no es nada del otro mundo. El tío Tyler también vino —se excusa—. Sal a divertirte por una vez en tu vida —dice, mientras me tira una almohada, luego vuelve a lo suyo con Dylan y me obligo a salir de la habitación antes de vomitar.
Una vez afuera, me reclino contra la puerta y suspiro. Si mi madre se entera, seguramente nos castiga de por vida.
—Alice —dice alguien de manera burlona. Pienso que es James hasta que reparo en que es una voz de mujer.
Me vuelvo.
Reconozco la estupidez cuando la veo.
Ashley está al final del pasillo, frente a mi habitación.
—¿No es así como te llama aquel chico? —pregunta.
Es una víbora. Quisiera estrangularla ahora mismo, si fuera legal lo haría.
—Ah, cierto. Se me olvido que necesitaban decoración plástica para la fiesta —contesto alegremente—. Qué amable de tu parte ofrecerte.
Resopla y pasa a mi lado hecha una furia. Voy a mi habitación, debo cerrarla antes de que alguien entre y se acueste en mi cama. Me da asco de sólo pensarlo.
Abro la puerta y compruebo que no hay nadie, justo cuando estoy por cerrar la puerta escucho ruidos en mi baño. Entro cuidadosamente, agarro lo más a mano que tengo que es una lata de champiñones. ¿Una lata de champiñones? ¿Cómo llegó eso ahí? No importa.
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En la mente de Alicia
FantasyAlicia es una chica como las demás. Asiste al instituto y lleva una vida normal; tiene amigos y una familia que la consciente mucho. Todo marcha bien hasta que... aparece un chico. Un chico. Pero no sólo es un chico, ése chico es Wester. El mi...