Capítulo 13

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Hoy hay más sol que nunca en la historia de Domert.

Después del instituto, decidí dar un paseo por Domert para tomar un poco de sol, por así decirlo; y aquí estoy, sentada en una banca. Parezco una anciana.

Ya no tengo las llaves del Mercedes, se las devolví a Cameron después de clase y regresé caminando. Jenn no quiso venir conmigo, no sé por qué.

Veo pasar a las personas sin sus abrigos y suéteres de siempre, veo sus caras sonrientes y sus helados. Como hay sol, ya todos andan comprando helados. Quiero un helado pero no me quiero levantar e ir a comprarlo, qué flojera.
El viento es cálido y no frío, lo que es raro porque ya no estamos en verano.

Un chico pasa frente a mí y me pisa el pie.

   —Ay —me quejo.

Lo sigo con la mirada, y entonces veo a Tyler caminando en la otra calle. Va con una playera azul y blanca. Parece que no me ha visto.

No quiero ser mala onda, pero hoy no quiero que me vea, no quiero hablar con él. Siempre nos hemos llevado muy bien pero... hoy no. No tengo muchas ganas de hablar.

Giro la cabeza en dirección contraria a la de Tyler para que no me vea. Según yo, así no le será tan fácil reconocerme, según yo.

Después de unos minutos imagino que Tyler ya se ha ido. Me volteo y lo veo parado al otro lado de la banca. Me sonríe y me muestra sus pulgares.

   —Bien hecho, Al, eres buenísima haciéndote pasar desapercibida y actuando normal —se burla.

Lo miro con los ojos entrecerrados y él se ríe. Me toma de la muñeca y me levanta. Lo miro confundida pero él se límita a encogerse de hombros y echarse mi mochila del instituto al hombro. Me echa el brazo que no tiene la mochila a los hombros y camina. No me queda más opción que caminar con él.

Más adelante, veo al chico que me pisó el pie.

   —Quita esa cara. Pensará que lo quieres matar, no sabes nada de cómo conquistar chicos —dice mientras niega con la cabeza.

   —Ése chico me pisó el pie —le susurro a Tyler.

Arquea las cejas y suelta una sonora carcajada. Sus hombros se sacuden por la risa y comienzo a reírme.

   —Esa no es una buena excusa para odiar a alguien, Al —dice Tyler después de reírnos.

   —No lo odio —me defiendo.

Alza una ceja.

   —Me agradas, Al.

   —Eso es porque sólo nos llevamos dos años, si fueras más viejo no te agradaría tanto. Te la pasarías regañándome y diciendo “Oh, mi espalda”.

   —Sabes que no es cierto. Me agradas porque me agradas, no porque tengamos casi la misma edad —dice, revolviéndome el cabello como si fuese un niño.

   —Me agradas porque me agradas —me burlo.

Él me indica que me acerque más y lo hago. Pone sus manos al rededor de su boca, como cuando los niños van a contar un secreto. Sonrío. Tyler no parece tener dieciocho años.

   —Entre Angie y tú, yo te elijo -me susurra al oído.

   —No soy un Pokémon para que digas eso, siento es algo así como: ¡Pikachu, yo te elijo! —me quejo.

Él ríe y niega con la cabeza.

   —Sin duda se necesita más que una pokébola para atraparte.

En la mente de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora