Capítulo 20

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No. Por favor, Jenn, no...

      —¿Te perdiste, Don Rubio? —se burla Jenn de James cuando se sienta a mi lado en clase de literatura.

Reprendo a Jenn con la mirada. Si sigue haciendo comentarios en voz alta, la profesora nos castigará a los tres, o tal vez a todos...

      —Jenn, ya déjalo —le ordeno.

Pobre James, empiezo a sentir lástima por él. Creo que la está pasando mal. Lleva unas ojeras enormes.

La profesora nos dedica una larga mirada a los tres. Intento sonreírle y Jenn suelta un bufido. Hoy anda más filosa que nunca.

Cinco minutos después, cuando la profesora no nos está observando, Jenn vuelve a atacar.

      —¿Acaso te gusta? —Niego con la cabeza—. Lo defiendes demasiado. Pasas más tiempo con él que conmigo —me reprocha mi amiga.

      —¿Qué? ¿Te estás escuchando? —le suelto, histérica—. James es un loco. No me gusta.

      —Tú también eres mi persona favorita, Clennton —masculla James a mi lado.

Jenn suelta una risotada.

Toda la clase voltea a vernos. Angie nos mira, desconcertada por nuestro acto. La profesora se acerca a nosotros con los ojos llenos de furia.

      —No puedo soportar vuestro comportamiento —nos dice—. Señorita Clennton, debería darle vergüenza...

No puedo evitar sonrojarme con aquello. Jenn asiente furtivamente y James reprime una risa. De repente me siento molesta. Sólo me han llamado la atención a mí, ni siquiera tuve la culpa.

      —Lo siento, yo...

      —Me estaba explicando algo —me interrumpe Jenn.

James murmura un leve «a mí también». La profesora nos mira a los tres. Suaviza el rostro y nos sonríe dulcemente.
Debo admitir que estoy muy impresionada por esto, ella... En realidad nunca es así, en circunstancias normales ella...

      —Fuera de la clase —ordena—. Los tres.

... nos hubiera sacado.

Sí, era demasiado perfecto para que sucediera.

James, Jenn y yo recogemos nuestras cosas y salimos por la puerta. El corredor está vacío y por suerte no tuvimos que ir al despacho de la directora... O de la Señorita G.
De cualquier modo, no creo que la idea le agradara a James, es nuevo y tiene relación con la directora.

      —Vaya cosa... Nos han sacado y aún faltaba casi una hora para que terminara la clase —observo.

James no se ve muy contento. Jenn, por su parte, sonríe. Se ve satisfecha, casi feliz. Ni siquiera Cameron hizo que me sacaran de biología. En realidad, nunca antes me habían sacado de ninguna clase. Jamás. Ni siquiera cuando Jenn se la pasaba parloteando conmigo en la clase de álgebra. 

      —Considéralo un regalo, por tu cumpleaños diecisiete —dice, guiñándome un ojo—. Meyer nos hizo un favor.

James arquea las cejas y niega con la cabeza.

      —Aún es nuestra segunda clase. No quiero ni imaginar que pasaría si tuviéramos todas las clases juntos —dice James con la mirada fija en la pared. Parece perdido en su mundo.

Me acerco a James. Él me mira confundido al igual que Jenn. Tomo el brazo de ella y la acerco a James, quién abre los ojos como platos.
No sé exactamente qué trato de hacer, pero no puedo seguir soportando que Jenn trate mal a James, no cuando él parece agobiado por algo demasiado grande para soportarlo él solo. No cuando sus padres los dejaron aquí, en otro país.

En la mente de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora