Mi madre llegó hace una hora de California. Después de resolver el caso.Le fue bien y lo ganó. Su viaje estuvo bien, el caso estuvo sencillo, disfrutó de sus días en California y ahora estamos aquí, en Cibus Atrium gastando su dinero. Sí, no se puede dar una mejor bienvenida.
Acaba de llegar, y ya estamos agitándola con esta cena y encima, ella pagará todo. Sé que es injusto, pero no podía protestar, no cuando es semana de comida italiana y he salvado a Tyler de gastar tanto dinero. Sí, sé que no lo salvé; pero, técnicamente, yo convencí a Jenn de aceptar la cena de mi madre como canje. Ahora, él y Angie me deben una.—Fetuccini —dice el mesero y deposita un plato a mi lado.
Tyler, que está a mi lado, me da un codazo.
—Creo que le gustas —susurra cuando el chico ya se ha ido.
—¿Qué? No, claro que no.
Él pone los ojos en blanco y se mete una fresa con chocolate a la boca mientras me mira pícaramente y señala al chico de hace un momento.
Le saco la lengua y le pellizco el costado sin que nadie me vea.
Suelta un respingo y se vuelve hacia mí, furioso.
—Eh, chicos, dejen de jugar —nos reprende mi madre.
—Deberíamos pedir pizza —le sugiere Angie a mi madre.
Ella frunce el ceño y luego sonríe.
—No los traje aquí para que pidan su pizza, me están sacando como mil dólares. Si querían pizza, la hubieran pedido cuando estábamos en casa —dice mi madre mirándonos a todos.
Nos está acusando de gastar su dinero. Nos lo hecha en cara ahora. Para empezar, ella nos ha invitado; además, nosotros ya habíamos quedado para venir aquí y ella no estaba invitada. No se puede quejar, bueno, tal vez sí se puede quejar de que Jenn coma demasiado y de que gastaremos más de lo normal en estúpidos y feos postres italianos. Pero, el dinero se hizo para gastarse ¿no? Ya sé, no es excusa, pero sonaba bien en su momento.
El chico que nos atiende la mesa se acerca de nuevo. No recuerdo haber pedido nada, de hecho, nadie ha pedido nada; ni siquiera hemos pedido la cuenta.
—La casa invita —dice y coloca un con tarta de chocolate a mi lado.
Sonrío a modo de agradecimiento y él se va, no sin antes mirarme más del tiempo estándar para mirar a los clientes.
Admito que tiene unos bonitos ojos color avellana.
—¿Por qué hace eso? A mí nadie me trae tarta, es injusto. No hay igualdad entre los clientes, es absurdo —se queja Tyler a mi lado mientras hace muecas y caras, tanto, que empiezo a creer que le dará una parálisis facial.
—Lo absurdo aquí —le digo y tomo una fresa—. Es que te pusieras un estúpido traje, ni siquiera viene al caso. ¿Lo has hecho porque te quieres ligar a alguna chica? Nadie te hará caso si usas esa horrenda cosa. Es absurdo —añado, repitiendo su última frase.
Es absurdo porque no necesita un traje. Es un desgraciado con bonita cara, ni siquiera lo intenta, ellas sólo llegan a él, ¿y para qué? Para que él les diga “Oh, lo siento. No estoy interesado en una relación”. Eso sí que es absurdo. Ya quisiera que me pasara eso a mí, a mí, que nada interesante me pasa, nada a parte de Cameron...
Basta.
Ni siquiera me pasa nada con él. Somos simples compañeros de clase. Nada más.
—Le mandan esto de la barra —le dice a Tyler otro chico que no es el que nos atendió al principio.
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En la mente de Alicia
FantasyAlicia es una chica como las demás. Asiste al instituto y lleva una vida normal; tiene amigos y una familia que la consciente mucho. Todo marcha bien hasta que... aparece un chico. Un chico. Pero no sólo es un chico, ése chico es Wester. El mi...