Cameron
He tenido la peor mañana de todas. No puedo creer que se me olvidara comprar comida, ni siquiera tengo leche, ya ni se hable del pan. Realmente necesito un ama de llaves o algo así, o simplemente poner un recordatorio en el móvil.
—¿Todo eso se va a llevar? —me pregunta la voz de un chico, sacándome de mis cavilaciones.
Sí, hijo, a mí me encanta esto. Toma mi dinero y gózalo.
Lo miro y asiento. Él alza las cejas y se encoge de hombros. Posiblemente no todos despilfarren su dinero en un montón de comida que seguramente terminará olvidada en un rincón de la alacena.
Pago y salgo de ahí con por lo menos cuatro bolsas de comida chatarra y una de vegetales y cosas consideradas "sanas". Meto descuidadamente las bolsas en el asiento trasero de mi auto.
Llego a la entrada de casa y tengo que abrir el gran portón con la estúpida W. Es una suerte que el mando no tenga una W grabada en oro o algo por el estilo. Acomodo todo en las alacenas de la cocina y accidentalmente hago contacto visual con los libros del instituto. He estado evitándolos desde el viernes, no quiero hacer los deberes escolares.
Paso las siguientes horas haciendo las actividades escolares, haciendo unas pausas para comer y ver algún programa de televisión. Lo que sea por evitar hacer de corrido la tarea, es demasiado estresante ése instituto. Me quedó unos minutos más en el sofá con la televisión encendida, ya no quiero hacer nada. Estoy cansado, no he visto a Alicia desde... ni siquiera lo recuerdo. El momento en el que la dejé en aquella cafetería sigue presente en mi mente, la nota que decía que la cuidara... ¿Qué está pasando conmigo? Me quedó pesando en todo eso hasta que me quedo dormido. Me duermo pensando en ella...
Un ruido me despierta. Me levanto aturdido hasta que reconozco el sofá en el que estoy. Alguien está tocando la puerta. Parpadeo y camino hacia ella. La televisión sigue encendida, son las cinco de la tarde. ¿Quién puede venir a molestarme a esta hora?
Abro la puerta y me sorprendo al ver a Alicia parada frente a mí. Sonríe y luego frunce el ceño.
—Lo siento... ¿Estabas durmiendo?
Me paso una mano por el pelo y la dejo en mi cuello.
—¿Qué? No. No, yo... Hum, estaba estudiando —me apresuro a responder.
¿Por qué estoy tan nervioso?
Ella arquea las cejas.
—De acuerdo. Sí, estaba durmiendo. Pero también hice las actividades del instituto.
Me encojo de hombros y ella niega con la cabeza. Salgo un poco más y observo todo con la cabeza, no veo ningún auto y no creo que haya venido caminando. Ella se da cuenta de lo confundido que estoy. Ni siquiera sé cómo entró. Se supone que no puede entrar sin el código.
—¿Cómo...?
—No está cerrada —me interrumpe—. La puerta o portón de la entrada. Está entreabierta justo para que pase una persona. El auto de Jenn está aparcado afuera, ella no vino. Me prestó su auto. —Alicia suelta una risa y sonríe—. Supongo que tengo que conseguir uno.
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En la mente de Alicia
FantasyAlicia es una chica como las demás. Asiste al instituto y lleva una vida normal; tiene amigos y una familia que la consciente mucho. Todo marcha bien hasta que... aparece un chico. Un chico. Pero no sólo es un chico, ése chico es Wester. El mi...