Nota: Contenido semi-explicito. Leer bajo su responsabilidad.
Paz.
Había muchos tipos de paz.
La más significativa para Remus era la que sobrevenía después de las tres noches más largas del mes. Era un estado que amaba; sobre todo la primer noche, cuando se recostaba en la cama en vez de ponerse atento para ir al bosque y convertirse en el monstruo que tanto odiaba.
Su primer noche de paz en aquel mes la celebró de forma poco singular; llevó a Charlotte con algunos ahorros a Florean Fortescue. El mejor helado de Londres, sin duda alguna. Para Remus fue un verdadero placer el probar aquella nieve de chocolate que tanto había idolatrado en su adolescencia. Aunque quizás, fue más el placer cuando vio junto a él a la guapa castaña deleitándose también de un helado; en ésta ocasión, ella había prescindido del chocolate y había pedido vainilla.
Bueno, también era buena, pero no tanto.
Mientras degustaban el helado, Remus no paraba de dirigirle insistentes miradas, que ella en seguida notó. Logró ruborizarla, al punto de tener que abanicarse el rostro con la pequeña y delicada mano. Un calor en el pecho le brotaba al licantropo cada vez que la veía así. Ruborizada, no, sino reaccionando de forma benigna a cada uno de sus gestos. Como sí él fuera de verdad importante en su vida.
— ¿Por qué me miras así? —preguntó, arqueando una fina ceja castaña. Como toda ella.
—Aún no puedo creerlo —musitó Remus, viendo el helado de color café oscuro y después a ella.
— ¿Qué cosa?
—Un...Oso —dijo en voz baja, pues así como su secreto era un lobo, el de Charlotte era un oso.
Ella se encogió de hombros. Aquel día portaba una blusa rosada de tirantes, y unos shorts demasiado cortos para el gusto y disgusto de Remus. Su piel era tan blanca, que el castaño temía estuviese enferma. Probó el helado, y un alivio le corrió por el cuerpo.
— ¿Sabes, Remus? —La castaña comía aún más rápido que él; casi no se veía nada de la bola de vainilla—. Casi me ofende que te sorprenda mi más reciente logro. Es decir, sí, no soy muy buena en encantamientos, bueno en casi nada —rodó los ojos, moviendo el cono de un lado a otro acompañando sus movimientos—. Me costó mucho. Tú libro me ayudó bastante.
— ¿Qué te impulsó a tomar esa decisión? —A Remus aún le costaba encontrar el motivo.
Charlotte bajó la mirada, y permaneció pensativa unos segundos.
—Supongo... Supongo qué cuando me prestaste el libro yo no tenía planeado convertirme en uno —una pequeña sonrisa afloró en su rostro, elevando el cono de helado a la altura de sus labios—. Hasta qué supe después lo tuyo... Me dije a mí misma "Él tiene otra personalidad. ¿Por qué tú no?". Juntos siempre, en todo, aunque no estuvieramos juntos.
El silencio se extendió por la mesa; no porque Remus no tuviera mucho más preguntas, sino porque las palabras de Charlotte hicieron eco en su cabeza, y porque además, su mirada se había perdido en su lengua la cual buscaba incansablemente un poco más de helado de vainilla, por lo que haciendo un esfuerzo, la pequeña lengua se engulló en el cono, encontrando lo que buscaba. Por alguna extraña razón, aquello le hizo sentir un cosquilleo en cierta zona.
La castaña no era ninguna tonta, y al elevar la mirada se topó con unos ojos brillosos, y un rostro congestionado por la sangre. Remus estaba demasiado sereno y sonrojado. Como solía pensar Charlotte; bellamente pervertido.
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Cómo conquistar al profesor Remus J. Lupin.
Fanfic¿Cómo conquistar al profesor Remus Lupin? Esa es la pregunta que acosa noche y día a Charlotte Studdert, una hechicera insegura, loca, pero perdidamente enamorada de su nuevo profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras: Remus Lupin, quien es simpát...