"En la vida siempre hay un quiebre que nos parte en mil pedazos."
La vida de Luisa Brooks está estable, apenas un poco golpeada por la crueldad del destino.
No creo que esté lista para un quiebre profundo e intenso.
Dos familias, un secreto y una s...
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Jacob.
Desparramando indirectas muy directas pero Luisa no ha respondido ninguna. Tal vez la estoy incomodando con mi cursileria.
— fue lo primero que mi abuela encontro.—sonríe. —solo falta agregarle las frutas y el pastel estará listo.
Agarra las frutillas y comienza a cortarlas rápidamente, antes de decir que tenga cuidado, se corta el dedo índice con el cuchillo.
— ¡Luisa!. —reacciono y me acerco a ella que rápidamente lleva su dedo lastimado a su boca.
—estoy bien.
—ven, seguro que tienes curitas por algún lado. —ella me señala una caja que está arriba de la heladera. No esta muy lejos así que me acerco y saco una curita, algodón y el agua oxigenada.
— dame tu mano.
— no es para tanto.
— te esta saliendo mucha sangre, damela.
Con una mala cara pero haciendo lo que le pido, extiende su brazo para que pueda curarle la herida.
— listo, como nueva. —me hace un gesto de desagrado y se va. — ¿pero qué clase de mirada fue esa? ¿Estás de mal humor a caso?.
— estoy atrasada, quiero terminar esto cuanto antes.
— yo ya estoy aquí, hace eso tranquila.
— ese es el problema, ¡no estoy tranquila!.— termina la oración tirando la espátula sobre la mesa. — estoy harta pasar por esto y además olvidé este pedido. Jamás alguien tuvo que estar esperando su pedido en mi casa, en mi cocina.
— pero yo no estoy apurandote, no sientas esa presión. — digo mientras acaricio su brazo. — ¿tu no eres de esas chicas perfeccionistas y obsesionadas con el orden, cierto?.
— si, soy.
— Luisa, relájate, ponerte así no te hará bien. Mirame, no te estoy presionando ni siquiera estoy apurandote, solo pido que te calmes, ¿esta bien?.
— si, está bien.
— respira profundo, que sea una gran bocanada de aire y exala.
Ambos hacemos esta respiración, la repetimos unas tres veces y ella se relaja.
— mucho mejor, en menos de diez minutos termino.
— yo esperaré tranquilo y sentando aquí, sin hablar.
Ella sonríe y vuelve a agarrar la espátula que revoleó hace algunos minutos.
Es difícil para mi quedarme quieto y callado, estoy haciendo un enorme esfuerzo. Pero verla tan concentrada en lo que hace me hace sentir acompañado en cierta forma.
— listo Jack. —me mira sonriendo mientras se quita el gorro del cabello.
— y pasaron diez minutos de reloj, impresionante Luisa. — Digo acercandome hasta la mesa. —quedo muy bueno.