- ¡Vamos, Scar! - me grita Astrid desde el auto.Maldita sea, había olvidado que acaban de terminar nuestras vacaciones de Navidad y en Wimbledon hace un frío de muerte. Corro escaleras arriba para buscar mi saco y vuelvo rápido al coche.
El Suzuki Swift está estacionado justo en la puerta de mi casa, al igual que todos los días. Es de un rojo intenso que a veces resulta extremadamente inquietante a la vista, pero no puedo quejarme; al fin y al cabo, él es el motivo por el cual no tengo que caminar cada mañana al colegio.
-La próxima vez recuerda que hace 1°C fuera de tu casa, cariño.
-Buenos días para ti también, As- le respondo con sarcasmo, a la vez que me tomo el atrevimiento de prender la calefacción. Redirijo mis ojos hacia el espejo retrovisor y veo mi pelo castaño hecho un desastre. Si normalmente lo llevo ondulado, hoy ni hablar. Maldita humedad.
-Bueno, lo siento. Es que estoy nerviosa por el inicio de las clases- me dice, agarrando con fuerza el volante.
Le echo una mirada de reojo mientras intento arreglar el desastre que traigo en la cabeza. Ella lleva su cabello rubio perfectamente planchado y me pregunto cuánto tiempo le durará antes de que el clima de esta ciudad se lo arruine.
La lluvia que ha comenzado a caer en la madrugada está empezando a frenar y las gotas cada vez caen con menos frecuencia. De todas formas, el cielo aún sigue cubierto por una capa de nubes negras que me hacen creer que hoy tampoco veremos el sol. Menudo clima el tuyo, Inglaterra.
-As, solo fueron dos semanas. El comienzo de clases ha sido hace cuatro meses- le recuerdo. El auto se frena ante el cambio de luz del semáforo y Astrid se deja caer pesadamente sobre el respaldo de su asiento, y débilmente gira su rostro hacia mí-. Y fuera de eso, te ves muerta, ¿seguro que solo te tiene así la vuelta al instituto? - le cuestiono, arqueando las cejas. Dejo caer mis manos a un costado, resignada ante la idea de conseguir un aspecto decente, y centro mi atención en ella.
- ¡Pero esta es una nueva etapa! ¡Y la última! En unos meses nos iremos a la Universidad y, no lo sé, hay algo que me inquieta. Siento que todavía muchas cosas pueden cambiar- insiste, y yo no puedo evitar sonreír. Me muerdo el labio inferior y niego con la cabeza divertida; Astrid es la clara personificación del dramatismo, y cada año que pasa estoy más segura de eso-. Y si, anoche me he quedado ayudando a mi madre con la organización de esa bendita fiesta de caridad que va a lanzarse en unas semanas. Y no lo malinterpretes, estoy completamente de acuerdo con ayudar a aquellos que más lo necesitan, pero que asco cuando la gente solo lo hace para llamar la atención de la prensa y querer quedar bien con todo el mundo- termina volviendo la vista al frente, y acelera.
-Eres una dramática. Deberías tomártelo con más calma, sabes cómo es tu madre. No les des tanta importancia al asunto, si a ella le hace feliz pues, ayudarla no te hará ningún daño- le digo, y ella rueda los ojos. Hace un gesto como si fuera a vomitar y vuelvo a reír dándole un suave golpe en el hombro.
A penas unas cuadras antes de llegar al instituto empezamos una charla sobre los exámenes que se aproximan, y al final llegamos a la conclusión de que las pruebas no son lo único malo de regresar al colegio; el tener que volver a verle el rostro a ciertas personas encabeza la lista, y de solo pensar en ellos me da dolor de cabeza.
-Ya queda poco. Nunca más volveremos a ver sus asquerosas caras, Scar. Vale la pena la espera.
-Tal vez- le respondo en un tono de voz casi inaudible, enderezándome en el asiento al visualizar el edificio en el que estudiamos a unos pocos metros.
Una vez que encontramos lugar en el estacionamiento, el cual ya nos había comenzado a parecer imposible hallarlo, Astrid apaga el coche y yo salgo sintiendo como cada minúscula parte de mi cuerpo vuelve a congelarse. Enseguida cierro la puerta detrás de mí, un chico pasa en su skate a escasos centímetros de mi cuerpo, llevándose por delante mis pies sin consideración alguna.
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Hasta el alma
Teen FictionDespués de tres años de su mudanza a la ciudad de Wimbledon, Inglaterra, Scarlett ya no está dispuesta a seguir soportando el molesto e inaguantable comportamiento que Aiden ha tenido con ella desde que puso un pie en MacQuoid. Y Aiden, por su parte...