Capítulo 8

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-¡¿Cómo que Sam?!

Catherine seguía gritando en medio del parque. Algunas personas se habían detenido a mirarla, tomándola por loca.

-Cat... -Judith miró afligida a su pequeño público.- Estamos llamando mucho la atención, relájate un poco...

-¡No! ¿Por qué tengo que cargar con un niñato así?

En medio de los alaridos, su teléfono móvil sonó. Molesta por la interrupción, descolgó contestando mal.

-¿Sí? ¡Deprisa, que no tengo todo el día!

-Vaya hermanita que tengo. Se ve que te ha pasado algo malo. -La voz de Jack sonó al otro lado de la línea.- Papá y mamá ya han llegado. Tu sabrás cuando volver. Han preguntado dónde estabas.

-¿En serio? -Cat miró el reloj y saltó en el sitio.

-En serio. Además he intentado llamarte antes, pero lo cogías.

-¿De verdad? No puede ser. Lo tenía preparado para poder recibir llamadas y oírlas. ¿No será que no tenías cobertura?

-Imposible. -Jack sacudió la cabeza al otro lado de la línea.- Tengo las barras de la cobertura perfectamente visibles. Absolutamente seguro de que eras tú la que tenía el móvil mal.

-Jack, no. Es igual, en seguida vuelvo a casa. Creo que iré con Judith a comer.

-Vale. Se lo digo a papá.

La línea se interrumpió. Cat miró a Judith.

-Ya has oído. Te vienes a comer, ¿verdad?

-Claro. -Judith sonrió.- Mis padres ya saben de todo esto. Hay más gente dentro de este lío de la que piensas.

-Todavía no sé si sueño. -Cat suspiró.- Vámonos a casa.

Charlando por el camino, el trayecto se hizo más corto. En una ocasión, un pájaro se colocó delante de Catherine mirándola con curiosidad. Después se marchó.

-¿Has visto? -Sonrió Judith.- Los animales también saben quién eres.

-No lo creo. Te inventas cosas. -Cat miró hacia otro lado algo confundida.

-Eres La Salvadora. De una manera u otra te identifican.

-Dime Judith... -Cat hizo una pausa y miró al cielo.- ¿Por qué mi compañero es Sam? ¿Y por qué Alex lleva otra llave?

-Bueno... -Judith se removió incómoda.- La verdad es que es un poco raro. Es muy muy extraño que dos personas con poderes tan fuertes hayan podido estar la una cerca de la otra sin reaccionar entre sí. Normalmente, cada vez que peleábais deberían haber explotado vuestros alrededores. Y en cuanto a lo de Alex... No estoy segura. Dicen que sólo hay dos llaves que... Bueno, eso te lo explicaré más adelante. El caso es que se rumorea que existe una tercera llave. Eso sí, te puedo asegurar que sólo hay dos elegidos.

-Vaya. -Cat desvió la mirada.- Pues si Sam y yo hubiéramos hecho explotar nuestros alrededores al discutir... No habría ciudad.

-Me lo imagino. -Judith puso una sonrisa.

Cat se acercó a la puerta de su casa y sacó las llaves.

-¡Ya estoy en casa! -Anunció alegremente.

-Por fin llegas. -Su padre salió a recibirlas.

Cat lo miró y se asustó al ver su aspecto. Su padre tenía un aspecto muy desmejorado. Aparentaba mucha más edad de la que realmente tenía. Además tenía unas ojeras terribles. Parecía que no hubiera dormido en días.

-Papá... -Catherine se preocupó. Una mañana y ya tenía ese semblante. Si hubiera estado una semana entera fuera...- ¿Estás bien?

-Perfectamente, cariño. No te preocupes, estoy bien. Mamá os espera en el comedor. -Puso una sonrisa algo triste.- Hola Judith.

-Hola señor. -Ella lo miró con seriedad.

A Cat le pareció que su amiga y su padre se cruzaban una mirada. Sólo con ese gesto parecían haberse dicho bastantes cosas que escapaban a su conocimiento.

-¡Tardana! -Jack se bajó de un salto de la silla.

-No me puedo creer que hayas empezado a comer sin esperarme. -Cat le echó una mirada llena de reproche.

-¿Por qué? Tengo hambre y no venías. -Contestó Jack son la boca llena de espaguetis.

-Ahg, es igual. Déjalo.

La comida transcurrió sin percances, hasta que a Jack se le ocurrió tirar mayonesa al pelo de Judith. Entonces toda la casa entró en pánico.

Judith dijo que no pasaba nada, que sólo era mayonesa.

Los padres de Cat empezaron a sermonear a Jack sobre su comportamiento.

Jack seguía diciendo que era un accidente, cuando todos sabían que no lo era.

Y por su parte, Catherine estaba notando unos cosquilleos muy curiosos en las puntas de los dedos.

Se dio la vuelta para contemplar aquel espectáculo lamentable. Judith intentaba limpiarse un poco el pelo, mientras Jack se hacía el tonto aguantando la bronca de su padre y los gritos de su madre.

Cat se sintió algo avergonzada de contemplar aquello. No le parecía nada adecuado que en su casa, con una de sus amigas dentro su familia tuviera que dar esos espectáculos.

Movida por su propio instinto, extendió los brazos hacia todos los presentes y estiró los dedos. Y todos se pusieron a levitar.

Entonces fue consciente de lo que acababa de hacer.

Sus padres la miraban estupefactos y Judith la miraba con orgullo. Jack simplemente se dedicó a dar volteretas sobre sí mismo.

-Vaya, yo...

En esos momentos, un fuerte temblor resonó por toda la casa.

-Cat! -El grito de Judith la sacó de su desconcierto.- ¡Tienes que marcharte!

-¡Primero tengo que bajaros a todos de ahí!

Cat corrió hacia ellos, pero un muro de energía emergió de la nada, impidiéndole el paso.

-¡Vete! ¡Ya! -Aquella vez fue su madre quien gritó. Tenía el rostro cubierto por el dolor.

-Mamá... ¿Qué sabes de todo esto? -Cat no entendía nada, pero algunas lágrimas habían empezado a resbalarle por la mejilla al oír el tono de su madre.

-Eso no importa ahora. -Contestó su padre. Tenía la misma expresión que su madre.- Tienes que irte...

Una explosión se oyó cercana. Algunos escombros del techo cayeron. Un grito furioso y herido sonó cerca de la casa. Cat se estremeció.

-¡Jack! ¡Mamá, papá! ¡Judith! -Cat se arrojó al suelo y empezó a llorar.- ¡No me voy a ir! ¡Tengo que bajaros de ahí!

-¡Hermana, escucha! -La mirada de Jack reflejaba por primera vez una seriedad inusual para la edad que tenía.- ¡No van detrás de nosotros! ¡Si nos encuentran aquí no pasará nada!

Cat lo miró. Sus ojos marrones seguían empañados de lágrimas, entre el susto y la confusión que sufría en esos momentos.

-Cat. -Jack puso una sonrisa a medias.- Si te vas no nos pasará nada. Se marcharán. Busca a tu compañero. Pronto nos veremos.

-Tú... -Cat lo miró sorprendida.

Otra explosión más fuerte se llevó las palabras de Catherine. El grito sonó ya en la puerta de la casa.

No hizo falta que se lo repitieran una segunda vez. Cat se acercó a la ventana, cogió carrerilla y se arrojó por ella.

A lo desconocido.

Mirando al Futuro [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora