Al fin había caído la mañana cuando llegaron al apartamento de Alex. A pesar del Sol que había salido en un principio, una pesada niebla se había tragado la ciudad. El grupo andaba por una calle con muchísima gente, que corría con una prisa terrible por llegar a sus oficinas.
Más de una vez tuvieron que detenerse y evitar algún que otro choque. Los coches pasaban a toda velocidad, dejando un rastro de un desagradable humo gris en el ambiente. Cat arrugó la nariz, nunca le habían gustado las prisas.
-¿De verdad vives aquí? -La chica miró a Alex.
-Sí. Bueno, a los de mi clase nunca nos ha molestado mucho el alboroto... -Él puso una mirada de disculpa y siguió andando.
Cat se sentía incómoda en presencia de Alex. Cada vez que recordaba el beso, se preguntaba qué quería exactamente el chico de ella, ya que actuaba como si nada hubiera pasado entre los dos. Aquello la ponía de los nervios.
-Aquí es.
Alex se detuvo delante de un edificio de unos ocho pisos. Tenía un color amarronado que se veía más apagado de lo que realmente era debido a la niebla. Se notaba que era algo viejo, y más comparado con los edificios de al rededor, con una estructura y unos materiales mucho más modernos.
En algunos balcones había ropa tendida, y en uno de ellos había una anciana alimentando a las palomas como si fueran mascotas. Cat estaba convencida de que la ropa jamás iba a quedar limpia por muchas lavadas que recibiera. Con aquel ambiente polvoriento...
-Vamos. -Alex sacó un manojo de llaves del bolsillo y abrió la puerta para que los demás pudieran pasar.
Las escaleras de la casa no estaban mucho mejor. No había ni una sola ventana, y todo tenía un aspecto tétrico. Las lámparas de los pasillos recordaban a las antorchas de las mazmorras. Un escalofrío recorrió la espalda de Catherine.
-No podrías vivir en un sitio peor. -Sam arrugó la nariz y fingió quitarse el polvo de encima del hombro.
Alex no dijo nada pero le dirigió una mirada reprobatoria. Cat pasó a su lado y le pisó el pie "accidentalmente" para luego sujetar a su hermano por los hombros y marcharse.
-Sois todos incorregibles. -Judith suspiró y se limitó a seguir al grupo.
Alex escogió otra de las llaves que llevaba y abrió una puerta. Encima del marco había una placa donde ponía 5ºB.
Todos entraron dentro, y Cat pudo comprobar con asombro que la casa era mucho más luminosa comparada con la escalera y los pasillos del edificio en sí. O quizá solo era una impresión por haber salido de un lugar oscuro y sombrío.
El piso no tenía muchas habitaciones, tan sólo una cocina sencilla, un baño, un dormitorio y una sala de estar. Un espacio suficiente si Alex vivía solo.
Se reunieron todos en la habitación de Alex, aunque Sam decidió quedarse fuera. Cat lo llamó raro y este le dijo que ella era una infantil.
-Sólo tengo que recoger un par de armas más y nos podremos largar de aquí. No quiero perder más tiempo, además Cat debería darse prisa y averiguar cuántos días tenemos para completar la misión antes de que Rendel nos pille y nos aventaje.
-Por cierto, yo tengo que darte una cosa. Te la quería dar antes pero reconozco que se me olvidó. -Judith puso una mirada de disculpa.
Cat miró asombrada a su amiga mientras esta cerraba el puño y una luz iluminaba su mano. Pronto la luz empezó a tomar forma. Empezó a estirarse hacia arriba y hacia abajo para después curvarse un poco por las esquinas. Al final desapareció, dejando en su lugar un objeto.
Lo que ahora sujetaba Judith entre sus manos era un arco de madera de haya. Tenía grabados por todos lados. La cuerda que se agarraba al arco tenía un brillo plateado. Lo más probable es que estuviera encantada.
-¿Qué es esto? -Cat observó fascinada el arco mientras lo cogía de manos de su amiga.
-Es un arco, ¿no lo ves? -Sam bufó desde el marco de la puerta.
-Eso ya lo veo, imbécil. -Ella lo miró con desagrado y volvió a centrarse en Judith.- ¿Es el mismo arco que llevaba mi antepasado?
-Así es. Ahora es tuyo. -Judith asintió.
-¿Cómo hacéis eso de hacer aparecer las armas de la nada?
-En realidad, siempre están con nosotros. Lo único que hacemos es manifestarlas a través de nuestra propia energía como armas. -Alex estaba guardando cuchillos dentro de una mochila como si fuera lo más normal del mundo.- Quiero decir, es como si fueran invisibles y cuando queremos las hacemos aparecer. Necesitas fuerza de voluntad y un mínimo de sangre que no se a humana para hacerlo. O al menos tener algo de poder en las venas.
-Aun así es sorprendente. -Cat seguía mirando el arco. A pesar de los siglos que tenía, la madera brillaba como si acabaran de tallarla y estuviera recién barnizada. Los grabados le daban un aire misterioso y brillaban al reflejo del Sol.
Jack estaba mirando embobado todas y cada una de las armas que Alex estaba guardando.
-De verdad, ¿y nunca nadie te ha considerado peligroso? Además, con todas estas armas en casa espantas a las visitas.
-No te creas. -Alex soltó una carcajada que hizo dar un vuelco al corazón de Cat.- Estas armas son invisibles para los humanos normales. Además, las guardo como si fueran simples cuchillos de cocina, así pasan por cubiertos.
-No estoy de acuerdo. Esto no parece un cubierto. -Jack señaló un cuchillo de caza.
-Bueno, nadie ni nada es perfecto. -Alex mantuvo la sonrisa en su sitio.
Al salir del piso, Alex cerró la puerta con llave y el grupo se dispuso a salir del edificio, cuando se oyó un ruido sordo en la calle.
-¿Qué ha sido eso? -Judith casi saltó en el sitio del sobresalto.
-No sé. Pero no ha sido para tanto. Seguro que algún coche o alguna obra... -Cat intentó restar importancia al asunto.
-En esta calle no hay obras desde el año en que tu antepasado encontró al Dragón del Tiempo. -Respondió Alex.
Los cinco salieron a la calle tropezándose los unos con los otros. Cuando llegaron a la puerta, Cat se quedó impresionada por el espectáculo que tenía delante de los ojos. Varios coches habían chocado, y en medio de la carretera había una niña.
Tenía el pelo rubio rizado y corto, y lo que más llamaba la atención de ella es que sus ojos eran de un violeta metalizado intenso, visible hasta desde lejos. Estaba completamente ilesa, pero en el momento que Cat la vio un escalofrío le recorrió la espalda.
-Princesa del Tiempo, al fin te encuentro. -La niña puso una sonrisa un tanto aterradora.- Y ahora pongamos fin a esto.
ESTÁS LEYENDO
Mirando al Futuro [Pausada]
ФэнтезиLa noche en que Catherine cumple sus 15 años, montones de sucesos paranormales ocurren. Un extraño don para ver el futuro sumado a habilidades psíquicas la acompañarán a partir de entonces. Y no sólo eso, sino que nació para ganarse el respeto del D...