Prefacio

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LA CONJURADORA


Ana P. Sainz



Su corazón latía con fuerza, todo a su alrededor parecía borroso, finalmente había llegado; se giró lentamente y enfrentó a quien venía siguiéndola.

Esta no era la manera que se quería despedir de su hija, no quería recordarla con los ojos inyectados en sangre, agotada, golpeada y con lágrimas recorriéndole las mejillas. Inmediatamente desvió sus ojos; no, no podía dejar que esa mirada de odio se grabara por siempre en su memoria.

- Por favor, no lo hagas- era lo único que repetía, una y otra vez. La miró fugazmente, su voz estaba desgastada y rota, no podía hablar más.

- Perdóname –dijo en un hilo de voz que estaba segura que no había podido oír.

Dio un paso más hacia la fuerte luz azul, e ignoró nuevamente los gritos de súplica y con una voz temblorosa murmuró:

Juntos han estado,

Justo se han reencontrado

Anima Gemina

La oscuridad reinará

Si juntos están.

Memoria sublime

Memoria manipulable

Borra toda huella

El olvida a ella

Nec Incantator, et onustus abiit

Hoc est, todo hecho está.


A lo lejos, oyó el llanto de quién había sido su hija.

La ConjuradoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora