CAPITULO I

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Karalynn se sentía atrapada en una historia de horror, y no podía quitarse la sensación que iba a tener como desenlace una muerte sangrienta. Y solo tendría dos posibles finales: ella muerta o la asesina; a quizá simplemente debería de dejar de leer a Stephen King.

— ¿Quieres que paremos para comer algo antes de llegar a la casa? ¿O prefieres esperar a llegar al pueblo? —preguntó su tía sin despegar la vista del camino. Había olvidado lo nerviosa que se ponía al manejar.

— Hay que parar —musitó mientras jugaba con sus audífonos, la sola idea de tener que comer en un restaurante lleno de gente le daba náuseas— ¿podemos comprar algo en la tienda de autoservicio?

— Kara, eso hicimos para el desayuno —la miró por unos segundos y añadió: —además, creo que necesitamos comida sana urgentemente, una pizza más y creo que explotara mi sistema digestivo.

Se limitó a no responder y a encogerse de hombros mientras observaba la naturaleza muerta de la carretera.

Su reflejo le regresó la mirada inexpresivamente; estaba cansada. Habían sido unos seis meses agotadores, y la mudanza fue lo que le puso la cereza al pastel. Su tía había intentado convencerla que le gustaría el nuevo pueblo:

— Te prometo que será un comienzo nuevo —había dicho mientras subían las ultimas cajas al camión de mudanza —además de que Laroy dijo que la casa es un encanto.

— Lo único bueno es que ya no tendré que verle la cara a estos vecinos metiches —espetó mientras observaba por el rabillo del ojo como la Señora Evans chismoseaba desde su ventana; Kara resistió el impulso de sacarle el dedo anular.

— Vamos, quizá sea una nueva oportunidad para que hagas amigos —y por primera vez en lo que se sentía como una eternidad, Kara se rió a carcajadas. Antes de subir al auto, miró a su ex vecina y le levantó el dedo, sonriendo malévolamente.

Después de comer continuaron el camino por un par de horas, hasta que finalmente llegaron al pueblo en el que se establecerían y según Jules, tendrían la vida que siempre quisieron. Antes de bajar del auto, Karalynn deshizo el chongo que tenía en el cabello, solo para rehacerlo nuevamente, tomó aire y bajó del auto.

— ¿Sabes? Todas las historias de horror comienzan así, una nueva casa, una familia que intenta dejar atrás un pasado doloroso, usualmente un esposo infiel, una madre sin esperanza y una hija adolescente hormonal, solo para descubrir que su "nuevo inicio" es un fantasma asesino —comentó mientras bajaban las primeras cajas del auto.

— No seas pesimista; por lo menos no tenemos esposo infiel.

— Aún —Jules la miró con el ceño fruncido.

Tal como su mejor amigo y confidente, Laroy, había dicho, la mudanza ya había llegado y había dejado todas sus pertenencias dentro de la pequeña pero espaciosa casa que ahora sería su "hogar". Era una casa de dos pisos, más amplia que la que habitaban anteriormente, y con una persona menos, tendrían espacio suficiente.

Después de terminar de bajar las cajas que tenían en su auto, Julissa y Kara comenzaron a acomodar las cosas que se usaban a diario. Cada una acomodó su respectiva habitación, Kara arregló el baño y Jules la cocina.

— Hay un par de bombillas que no sirven — comentó Kara entrando a la cocina —iré a comprar algunas, ¿quieres que pase por algo de comida?

— ¿Ya tienes hambre?

— Pareces sorprendida —Jules rodó los ojos, le dio algo de dinero y dijo:

La ConjuradoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora