— ¿Sabes que hay un límite de peso para el equipaje? —cuestionó mientras arrastraba las dos maletas hacia el mostrador, Rik fulminó con la mirada a Kara, ¿estaba loca? Pregunta estúpida, por supuesto que lo estaba. ¿Cuánto pesaba su maleta?
— Tranquilo, no me excederé— aseguró Kara.
— ¿Estás segura? —preguntó Jay.
— Si, son 25 kilos de límite. Quizá se pasa por un kilo o algo así, pero no será problema—respondió Kara encogiéndose de hombros. Llegaron al mostrador de la aerolínea y esperaron un par de minutos en silencio. Jay fue el primero en avanzar y subir su maleta. — Rik, ¿cuántos kilos crees que llevas en tu maleta? — preguntó Kara casualmente.
— 15 o 16, ¿por qué?
— Solo estaba pensando en que si me excedo de peso puedo meter algunas de mis cosas en tu equipaje.
— ¿Ah sí? ¿Sin un por favor?
— Rik, no seas ridículo, tendría que pagar extra y...
— Emmm, chicos—interrumpió Jay—me he excedido de peso—ambos lo miraron sorprendidos.
— ¿Y?
— Quieren que pague extra.
— ¿Por un par de kilos? Yo hablaré con ellos—exclamó Kara. No era posible que por un poco de extra kilos fueran a cobrar.
— Es más que solo un par—soltó Jay mirando al suelo.
— ¿Cuánto peso tu maleta? —cuestionó Kara.
— 37 kilos.
— ¿Qué? ¿Qué es lo que estas cargando? ¿El cadáver del dinosaurio Barney?
— ¡No! Eso pesaría muchísimo más—argumentó Jay ganándose una mirada molesta de Kara.
— Y yo preocupándome por la chiquilla—terció Alrik mientras se apretaba la nariz— Dime que dejaste todas las pertenencias de Emilia en la camioneta—suplicó. Jay lo miró con un sonrisa ancha.
— ¿Emalia? ¿Pertenencias? —preguntó una confundida Kara — ¿Por qué trajiste sus cosas?
— Porque seguramente cuando salga de la Nada querrá utilizar sus cosas —ambos lo fulminaron con la mirada — ¡no se molesten! Estoy siendo un buen novio, eso es todo.
Rik y Kara se miraron y ambos tenían la misma mirada asesina en sus ojos, Kara iba a decir algo pero la gente en la fila comenzó a decir que se movieran, y a empujarlos.
— Tengo una idea—anunció Kara —síganme—salieron de la fila y los dos chicos siguieron a Kara en los pasillos del aeropuerto.
— ¿A dónde vamos?
— Al baño.
— Gracias, pero no tenemos ganas de ir—respondió Rik. Kara se detuvo afuera del baño de chicas y le dio un golpe en la cabeza.
— En momentos de estrés tus comentarios sarcásticos no son bienvenidos. No, no, simplemente tus comentarios no son bienvenidos—dijo Kara en voz baja, sorprendiéndose a sí misma usando una de las frases de una mamá; Rik le sonrió falsamente. —No sé porque no se me había ocurrido antes, puedo hacer un pequeño conjuro que encogerá nuestras maletas, las metemos en una bolsa y listo. Nos ahorramos trámites, peso extra y no tenemos que cargarlas.
— ¿Nos hiciste arrastrar estas maletas por todo el aeropuerto y hasta ahora esto se te ocurre? —cuestionó Rik.
— ¿Me reclamas a mí? No soy yo la que trae un cadáver cargando.
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La Conjuradora
FantastikKaralynn no sabe que perdió al amor de su vida, ni siquiera recuerda su existencia, sin embargo, algo en su interior se siente vacío. Después de la desaparición de su madre, Kara tiene que adaptarse a su nueva vida como Conjuradora: entre ayudar a l...