Capitulo XVII

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— Bueno, espero que no estén aquí para ver a un anciano hacer rabietas con su difunta esposa —comentó una vez que colocó el frasco donde estaba — ¿en qué puedo ayudarlos?

— Antes que cualquier cosa, ¿podríamos bañarnos y comer algo? —pidió Kara —Ha sido un día largo

— Si, por supuesto. ¿Me imagino que pasarán la noche? —los tres asintieron lentamente.

El abuelo les asignó a cada uno una habitación en el ala este de la casa, con camas matrimoniales cada una, sábanas de algodón egipcio y con muebles de roble.

— Pensé que vivías solo —comentó Kara mientras observaba su habitación, que tenía vista al océano.

— Sí, pero en temporada de verano rentó las habitaciones —comentó sonriendo ampliamente— me deja suficiente dinero para vivir cómodamente el resto del año.

— Que lucrativo —comentó mientras dejaba su bolsa en la cama.

— Lynn—su abuelo la sorprendió con otro abrazo— ¿cómo estás? No me vengas con las mentiras que dijiste en la sala.

— Sólo estoy cansada, han sido 24 horas muy intensas —su abuelo la soltó y la miró con el cejo fruncido, Kara suspiró, rindiéndose —no sé como estoy, Markku. ¿Cómo estarías tú? —su abuelo se limitó a observarla— intento no pensar en eso, estoy enfocándome en poder entrar a la Nada y confrontarla...

— Espera, ¿Qué acabas de decir? —Kara se mordió el labio nerviosamente, se rindió al darse cuenta que no podría ducharse antes de explicarle a su abuelo que estaba sucediendo.

— La novia de Jay fue desterrada, vinieron a pedir mi ayuda y estoy aprovechando la oportunidad —explicó como si fuera las reglas de un juego de niños. El ceño de Markku se pronunció aún más y dio un paso hacia ella.

— Lynn, lo que estás pensando es imposible.

— No ha sido realizado hasta ahora, eso es cierto; todos los intentos han resultado en...— la palabra 'muerte' parecía quedarse corta—no han tenido el resultado esperado, pero hay algo aquí a mi favor —Kara guardó silencio, esperando a que Markku lo entendiera.

— No es posible —susurró inmediatamente —ellos no pudieron, eres solo una niña —se sentó en la cama— ¿Por qué te darían tal responsabilidad? —Kara suspiró y se sentó a su lado.

— Hubo un comité extraordinario —explicó mientras se tallaba los ojos, ¿cuándo podría volver a dormir? —fue mayoría de votos, al principio inocentemente pensé que realmente confiaban en mi capacidad, ahora creo que es lo que querían, sabían que fallaría y le haría compañía a Leandra.

— Son viles.

— Si, lo son — comentó distraídamente — quizá los Cazadores no están tan equivocados —murmuró.

— ¿Qué patrañas estás diciendo? —su abuelo se incorporó y le besó la coronilla— toma una ducha, relájate y más tarde lo discutiremos, ¿de acuerdo? —Kara le agradeció con una sonrisa leve —Iré a preparar la cena, Lynn.

Kara se tumbó en la cama bocarriba, podría quedarse dormida tan fácilmente, pero su cabello aun olía a humo, y aunque sus pies estaban curados, aun estaban llenos de tierra y sangre seca, además de que el agua caliente ayudaría con sus músculos tensos.

Para su sorpresa el baño tenía una tina, por lo que mientras se llenaba con agua caliente, Kara se quitó la ropa y se envolvió en la salida de baño que parecía hecha especialmente a su medida. Se quedó observando su ventana unos minutos, viendo la inmensidad del océano.

La ConjuradoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora