Recuerdos

448 31 6
                                    


Robert había evitado acercarse a mí todos esos días posteriores a la desaparición de Oliver. Sabía que podía contar con él, aunque no me dijera nada.

Necesitaba salir un poco de mi propia casa, donde el llanto agónico de mi suegra y las caras de Manuel, su padre y su hermano acabarían por hundirme aún más en la depresión. Robert me envió la llave del departamento para pasar allí algún tiempo a solas, porque lo necesitaba. Cuando traspasé el umbral solo me invadieron recuerdos muy antiguos, de una vida que parecía que no había sido mía. En la puerta encontré una nota escrita a mano:

Hay toallas y sábanas limpias y en el armario aún hay más cosas tuyas, seguramente un pijama. Si necesitas algo más, solo pídelo.

Te amo, Robert.

Al entrar a mi antiguo cuarto fue como si me precipitara al pasado. Era obvio que en alguna ocasión le habría contado a Robert cual era el aspecto que tenía mi habitación, pero solo entonces repare con cuanto amor había dispuesto y conservado mis cosas. Me dejé caer sobre la cama, sentía el corazón latiéndome bajo los ojos de tanto cansancio. Podía sentir el aroma de Manuel en mi ropa y en mi propia piel, como adherido a mí. Lo aspiré profundamente porque detonó mi cabeza como si de una bomba se tratase...

"Habíamos quedado para cenar. No me interesaba Javi Martínez, solo quería ser cordial con Juliet, que insistía en organizar salidas de a cuatro. Para pasar el tiempo había tonteado con Javi un par de veces, uno que otro beso, nada importante.

Manuel había insistido en llevarme a mi casa, luego de dejar a Juliet. Me detuvo por el brazo cuando hice ademán de bajarme de su auto, frente a mi edificio.

— ¿Javi vendrá a verte?

— ¿Qué, estás celoso?—me burlé.

—Sí, estoy condenadamente celoso —respondió él sin pensarlo, y tampoco pensó al agarrarme y besarme como si fuera a acabarse el mundo.

La distancia que nos separaba era tan mínima que pude sentir el calor de su cuerpo y oler su fragancia masculina. ¿Cómo era posible que me irritara y me excitara tanto al mismo tiempo? No era justo.

—¡Espera, espera, espera!—lo aparté—¡No podemos! ¡Estas saliendo con mi mejor amiga! Ella te adora, tú lo sabes.

Él me acarició con suavidad el rostro. Sentí una extraña sensación en el estómago. No buscaba caricias ni nada que me hiciera pensar en sentimientos más profundos; cosas que me recordaran la relación que tenía con Juliet.

—Subamos—dije, de pronto. Mi voz me sonó desconocida, como si otra persona se posesionara de mi cuerpo.

No aguantaríamos hasta subir las escaleras, y tampoco podíamos quedarnos para siempre en el elevador. Los pasillos vacios hacían rebotar el sonido de los besos, los pasos desesperados, la llave que no entraba...la ropa dejó un rastro mientras se quedaba por el camino hasta mi cuarto...

Es aun más guapo sin ropa que con ella, pensé, maravillada al contemplar sus anchos hombros, su musculoso pecho, su vientre liso y lo que seguía más abajo.

—Mmm —suspiré al ver su erección.

Sus muslos eran anchos, sin un gramo de grasa. Con un cuerpo así podría parar hasta un tren.

Prefería ir despacio. Cada segundo que pasara con Manuel sería el último porque no dejaría que esto se repitiera.

Empezó a descender con sus labios, con tanta lentitud que era una auténtica tortura. Parecía haberse vuelto un sádico, y estuve a punto de gritar de frustración. Pero entonces llegó finalmente a mis pechos, y tras besarlos brevemente, siguió bajando hasta las costillas.

Amor, recuérdame || Manuel NeuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora