Después de ti

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"Todos se dieron vuelta cuando entró. El gigante de buen corazón, decía Juliet. Manuel tiene una energía vital fuerte, magnetismo en su personalidad. Todo ese combo sumado a una masculina belleza que yo solo admitía a regañadientes, hacía que los hombres hicieran fila para saludarlo y las mujeres se volvieran en un solo movimiento a verlo pasar. Me persigue desde aquella vez en mi departamento, estoy segura. Siempre se cruza conmigo, según él por casualidad. Podía sentir sus ojos adheridos a mi cuerpo mientras bailaba, mucho más que mi propio vestido. Bebía lentamente una cerveza mientras yo no evitaba provocarlo, quería que siguiera mirándome. Yo era su blanco.

—Es ist ein schönes kleid—susurra en mi oído, pegando su cuerpo poderoso contra el mío.

—I'm sorry... I couldn't understand what you said, I don't speak german—me encojo de hombros, finjo demencia.

—Don't worry—ríe contra mi cuello, mientras sus manos aprietan mis nalgas de camino a deslizarse bajo mi vestido—I said your dress is really cool. By the way, I'm Manuel...

—Milena—reprimo la risa, siguiendo el guión.

Salimos de la discoteca con rumbo al Altstadt, el centro viejo de Múnich, donde se podía caminar sin toda la agitación de sus fans y de la prensa.

— ¿Por qué elegiste Múnich y no Dortmund? También hay buenas universidades allá—pregunta, tomando mi mano.

— ¡Múnich es hermosa! ¿Ya viste una puesta de sol en Sendlinger Straße? ¿O la belleza del Palacio de Linderhof en un día de lluvia? ¿Cruzaste este lugar con tus propios pies antes de que yo te traiga?

—No, nunca... Hasta que te conocí nunca había dado gracias por estar en Múnich. Ahora sé que vine aquí solo para conocerte.

Mi corazón clama, mi pulso galopa desbocado... Tengo mil razones para amarlo, pero no quiero.

Manu no tiene idea de lo que este acto irreflexivo puede provocar en mi vida pero su boca busca la mía. Su beso es húmedo, demorado, mientras sus manos aprietan mi cintura contra la suya..."


El viaje fue convulsionado.

No, en realidad no lo fue. La despedida fue convulsionada. Me dejó mal, out. Fue mucho más que una cuestión de horas interminables, esperar y esperar para arrastrarse hasta el aeropuerto. Y dejarlo allá. Fue algo tenso, fuerte, prefiero ni recordarlo.

Ahora estoy de vuelta, estoy en Chile.

Ya lo recuerdo casi todo y la mayor parte de lo que olvidé igual lo tengo claro, porque de puro hilvanar los cabos sueltos fui captando todo y ahora creo tenerlo mucho más límpido, mejor de lo que sucedió.

Dejar Múnich me duele, se echa de menos al tiro. No sé cómo pero llegué al avión. Estaba bastante mal. Manuel despidiéndose de Oliver me afectó de manera grave. Pero nos dormimos enseguida y cuando una suave turbulencia me despertó, sentí su rubia cabecita apoyada en mi pecho, su lugar natural. Levemente lo abracé y le acaricié el pelo, y por un segundo sonrió...tal vez soñando con su papá.

El departamento de mis padres es bastante grande y ocupa el último piso del edificio. "Remedio natural contra la depresión" diría mi madre, porque siempre hay sol a alguna hora. Una de las cosas que más echaba de menos en Alemania era levantarme en la mañana después de un día de lluvia y ver la cordillera nevada. Mi cuarto de adolescente da al cerro San Cristóbal, donde antes íbamos de paseo con mis amigas, a huevonear en bicicleta o en auto al monumento de los héroes de la Concepción. Tal vez lleve a Oliver, más tarde. Ahora no, está de lo más tranquilo viendo monitos en la tele.

Amor, recuérdame || Manuel NeuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora