Cuatro palabras

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Para javivalen14 porque con un simple comentario inspiró un capitulo entero ¡Mil gracias!


"Valgo callampa, borrame dios...

...puta verdad que dios no existe, cagué"

Sabiduría popular.


Cuando una persona se aweona la vida le da cinco segundos para desaweonarse. Solo cinco. Se te pasan esos cinco y eres un weon. O una weona, como yo, en este caso.

Y a mí los cinco segundos se me pasaron como una micro llena a las 12 del mediodía.

No me quedaba más que apartar la vista cuando alguien comentaba la nueva relación de Manuel y me encerraba en cualquier parte a llorar si aparecían fotos de ellos juntos. Lo sentía en los huesos. Lo que creí que sería una relación pasajera se había transformado en algo serio, con presentación de familias, viajes juntos. Llegué a hacer el amague de evitar que Oliver viajara con ellos pero no me atreví, no podía tener tantos frentes abiertos entre el último mes de embarazo, el inminente divorcio y la que sería mi primera navidad sola en años. Mis padres habían prometido hacer el esfuerzo de viajar a Múnich para acompañarme en el parto pero mi abuela no estaba nada bien y mi madre se la pasaba yendo y viniendo a Osorno para cuidarla. No podía contar con ellos del todo.

—Estamos en la semana 34, entramos en la recta final...

La técnica me repasaba el vientre monitoreando al bebé y comentando cosas, pero yo no prestaba demasiada atención ¿Qué sentido tenía si no había nadie con quien compartirlo? Cuando estaba en la misma semana de embarazo de Oliver ya lo teníamos todo listo: el cuarto, la cuna, media tonelada de ropa y juguetes como para abastecer un jardín de infantes.

—Está perfectamente bien... 46 centímetros... 2,200 kg  ¿Se ha estado moviendo normalmente?... ¿Señora?...

Me seco las lágrimas y asiento desganada. Ella me sonríe, comprensiva y me acerca toallas de papel para limpiarme el gel. Me da una palmadita.

—Ahora solo le queda ganar peso.

— ¿Más?—resoplo—No sé si pueda aguantar más peso, me canso demasiado. ¡Tampoco quiero otro bebé de cuatro kilos!

—Lo mejor sería que pida licencia en su trabajo y descanse. Absténgase de conducir, en lo posible...

Un trueno me sobresaltó. Hacia tanto que no llovía en Múnich que ya hasta me había olvidado de cómo era. Si no estuviese prácticamente a punto de parir correría hasta el coche, que se me quedó bastante lejos pero no me quedó otra que aceptar el hecho de que apenas me podía mover.

Un Audi conocido se acercó a la entrada de la clínica a baja velocidad. Su voz que me llama, por un momento creí que me equivocaba por el crepitar de la lluvia, no podía ser él: el hombre por el que había resignado todo, por el que una vez cambié todos mis planes solo para tenerlo conmigo. "Lena..." suena animado, feliz.

—¿Qué estás haciendo acá?

—Dejé a Oliver en casa después del entrenamiento y Margritt me dijo que viniste para el último ultrasonido. Estaba preocupada.

Quise reírme de lo ridículo de la situación. El padre de mis hijos, el que rechaza involucrarse en el embarazo por miedo a encariñarse con el posible hijo de otro, viene a buscarme del ultrasonido de ese mismo bebé porque el ama de llaves está preocupada por mí.

Amor, recuérdame || Manuel NeuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora