Lo que fuimos y lo que siempre seremos

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Me alegré muchísimo de estar nuevamente en mi casa. Le hice un guiño a Oliver que estaba empeñado en cargar a la bebé y tuve que dejar que él y las empleadas se la pasaran por turnos. Como si fuera una muñeca de porcelana con brillantes ojos azul profundo, la marca registrada de los Neuer, pienso.

La casa está llena de regalos y arreglos florales, la mayoría de los jugadores del club y sus familias. Arrugué la nariz al descubrir un ramo de rosas amarillas "Mis mejores deseos para Lori. Nina" ¿A quién se le ocurre enviarle rosas amarillas a un recién nacido? Quiero pensar que no tiene ni idea porque de lo contrario lo tomaría como una declaración de guerra. Aún así mandé sacar las rosas fuera de la casa, lo más lejos posible y encomendé a mi hija a la Inmaculada Concepción, solo por si acaso.

También me desayuné con los titulares de los diarios de todo el país, portales de noticias y programas amarillistas que se hicieron un banquete con las idas y vueltas del embarazo y el nacimiento: 

¡Sorpresa! Nació el segundo bebé de Manuel Neuer meses después de romper con su esposa.

Sorprendió el verano pasado al darse a conocer su separación de Milena Ferraz con quien llevaba cuatro años de matrimonio y ya tenía un hijo. Desde hace algunos meses el portero del Bayern Múnich tiene una nueva relación con una joven universitaria llamada Nina Weiss.



Si hay algo que me apesta son los chismes. Se nota que esta tropa de conchas de su madre no tiene vida propia con la cual entretenerse.

Sin embargo me dolía. Aún sabiendo que yo había precipitado los acontecimientos, que había sido yo quien empujo a Manuel fuera de nuestras vidas, aún así me costaba aceptarlo. Tuve que dar por bueno el viejo adagio "Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde".

Ahora era demasiado tarde ya.

Demasiado tarde para reclamar nada.

Demasiado tarde para volver atrás y empezar de nuevo.

Llevo a Loreley a la que será su habitación y está casi vacía, a excepción de una cuna y una pila de juguetes, regalo de sus abuelos. Siento que fallé como madre, que la misión me quedó muy grande y no les pude garantizar una familia unida ni un padre presente. Las idas y vueltas de Manuel no le permitirían pasar mucho tiempo con ellos, y sería menos tiempo aún sabiendo que no viviríamos juntos.

—Perdón, amor—le digo a la bebita, que me observa atenta mientras la amamanto—Mamá hizo todo mal, todo mal...

Golpean suavemente la puerta entreabierta. Se me queda viendo con cierto dejo de ternura en la mirada pero no pasa del umbral, como si temiera que pudiera alejarlo por algún motivo. Le hago señas para que se acerque y se la paso.

— ¿Todavía sabes cómo se hace?

— ¡Espero que sí!—sonríe mientras la pone sobre su hombro para hacerla eructar.

Trato de acomodar mi doble pechuga sin conseguirlo del todo. No hay sostén que pueda contener semejante desborde.

—Parezco vaca lechera—resoplo, mientras Manuel me observa de medio lado—Estoy que exploto...

—Más tarde van a traer todo lo que se necesita para terminar de amoblar el cuarto—deja a Lori con sumo cuidado en la cuna—No quiero que le falte nada.

—Que bueno—no puedo evitar un dejo irónico—Si te hubieses involucrado un poco más todo esto estaría listo ¡Pero no, usaste a Robert de excusa para cogerte a otra!

Amor, recuérdame || Manuel NeuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora