Por fin había llegado.
Me encontraba ante unas rejas de hierro forjado. Tras ellas, un largo camino de entrada conducía hasta la casa principal, de la que solo se podía ver el techo entre los árboles.
Confiaba en que la policía hubiese entendido mis indicaciones.
Respire profundo varias veces para tranquilizarme y aun así apenas podía controlar la agitación. Un cartel tallado en madera indicaba la dirección y los nombres de los propietarios: Max y Anna Schäfer, los padres de Juliet. Por un momento me pregunté si la estarían ayudando en esto. Solo había una manera de averiguarlo.
Rodee la casa con sigilo, ni siquiera hice el intento de empujar la puerta. La casa estaba en estado de total abandono y todo crujía, delatando mi presencia. En los canteros y el sendero de entrada brillaban las mismas piedras planas de color claro que había visto en el baúl de juguetes de Oliver. Ella lo trajo aquí antes, junto a Ian seguramente, en alguna de esas tardes que jugaron juntos.
Seguí adelante en puntas de pie. La casa originalmente era un lugar de descanso y recreación, además de punto de encuentro de partidas de caza y cría de animales. Sobre la puerta de entrada colgaba una cornamenta de ciervo y a los pies una alfombra apolillada que rezaba "Willkommen, liebe Mama!"
¿Se burlaba de mí? ¿Acaso me estaba esperando realmente? Todo parecía una broma de mal gusto. Sentí deseos de matarla.
Tenía que controlarme, no podía dejarme llevar por la emoción o no lograría mi propósito. No tenía un plan exactamente, tal vez fuera mejor que esperara a la policía. ¿Y si Juliet estaba armada? Yo no estaba preparada para eso. No podía solo entrar y exigirle que me devolviera a Oliver.
Me deslicé junto a la pared derecha de la casa. Sabía que al final había una terraza entarimada de madera y más allá el bosque, que terminaba en el río. No podía huir hacia allí, no tendría salida.
No, lo mejor sería volver a la entrada y esperar a la policía. No quería poner a mi hijo en peligro inútilmente.
Cuando iba a volver sobre mis pasos, escuché su voz, la de "Jessica"
—Iremos a la ciudad por comestibles. Hoy es el último día y quiero tener todo listo.
Me asusté. ¿Y ahora qué? Me pegué a la pared tratando de ver disimuladamente por la ventana, conteniendo la respiración.
—¿Quieres una taza de chocolate caliente?—la oí decir. A Oliver le encantaba el chocolate. Suspiré de alivio ¡Al menos mi hijo estaba sano, gracias a Dios!
Me acerqué un poco más y, cuando por fin logré ver el interior de la casa el corazón me latía con fuerza y tuve que morderme los labios para contener un grito de alegría.
¡Oli! Estaba sentado a la mesa en una sillita alta de madera y ante él tenía un plato de tarta que escarbaba con un pequeño tenedor. Un apósito de gasa le cubría la frente; tal vez se había dado un golpe pero por lo demás parecía estar bien.
Contemplar a la que era mi amiga en esas circunstancias me resultó aterrador. Parecía una imagen hogareña y acogedora...pero no.
Esta mujer ya no era mi Juliet, me había amenazado, había robado a mi hijo, era una enemiga. Parecía muy normal, serena y relajada. Tal y como yo la recordaba, aunque su aspecto era demasiado diferente: el pelo cortísimo y negro, muy maquillada agregándole varios años más y usando siempre el llamativo anillo. Manuel se lo había regalado, ahora lo recordaba, a los dos o tres meses de salir con ella. Estaba orgullosa de él y era obvio que en todo este tiempo no se lo había quitado. O bien era una insensata o bien se sentía muy segura.
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Amor, recuérdame || Manuel Neuer
Fanfiction¿Y si un día te despertaras y, de repente, tu vida ya no fuese la misma? Milena Ferraz tenía una vida común de estudiante de intercambio, amigos y una verdadera pasión por la acrobacia cuando, una mañana se despierta en una cama extraña, en una l...